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Proceso de paz

Un barco a la deriva

Está haciendo agua el barco que llevaría a buen puerto a quienes creen en diálogos integrales, cohesionados y simultáneos con diversos grupos armados ilegales. Cada vez surgen más fisuras y no hay una capitanía sólida en el Gobierno Nacional que brinde garantías para evitar el desastre.

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La promesa, en el papel, es compleja: el gobierno del presidente Gustavo Petro pretende superar el paradigma de la paz fragmentaria aplicado durante varias décadas en el país, que ha consistido en adelantar negociaciones con distintos grupos armados ilegales de manera individual e inconexa , con la adopción de una visión más integral de los diálogos y, sobre todo, hacerlo de manera simultánea.

En documentos que sustentan ese propósito se lee que, si bien esos procesos de diálogos del pasado significaron “importantes avances democratizadores” , también representan logros parciales “y en buena parte incumplidos, sin lograr hasta ahora impedir el surgimiento de nuevos grupos armados y acabar con todas las formas de violencia sociopolítica”.

“La iniciativa es loable, pero sin un norte claro, pues no hay un marco jurídico que lo avale, más allá del pregonado artículo 22 de la Constitución Política, porque el Gobierno Nacional carece de respaldo en el Congreso de la República. En esta ruta, sólo hay falsas expectativas en las regiones”

Ante ello, el llamado Gobierno del Cambio se embarcó desde el 7 de agosto de 2022 en la aplicación de una idea distinta, la de la Paz Total, que, como lo pregonaba el saliente Comisionado para la Paz, Danilo Rueda, se basa en el artículo 22 de la Constitución Política, que establece que “la paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”.

Pero ese loable fin constitucional, que también es un objetivo natural del ser humano, requiere de múltiples componentes para concretarlo, sobre todo en un país con más de cincuenta años de confrontación armada y con amenazas como el narcotráfico, fenómeno criminal exento de las normas internacionales que regulan la guerra.

Se trazó entonces una carta de navegación, en la que se plasmaron las coordenadas a seguir en la ruta hacia la Paz Total, entre las que se destacan la defensa de la vida, de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario; diálogo social y nacional por la paz y la reconciliación; plan especial de emergencia para avanzar en la implementación del Acuerdo de Paz suscrito con la extinta guerrilla de las Farc-Ep; diálogo y solución política negociada con la guerrilla del ELN; desmonte y sometimiento de los grupos sucesores del paramilitarismo y del narcotráfico; y realizar cambios de paradigma en la política contra las drogas.

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Sin norte

Sin embargo, cuando ese barco se enfrentó a las bravas aguas de la realidad comenzaron a develarse las fallas en la concepción de la carta de navegación, instrumento clave cuando se trata de llegar a un puerto seguro: se diagnosticaron mal las estructuras armadas ilegales que pretendían sentar a la mesa de conversaciones; se concibieron de manera desacertada los territorios donde operan esos grupos criminales; no se construyeron acuerdos políticos para legislar sin fisuras sobre el sometimiento de criminales que, en el pasado, tuvieron su oportunidad negociada; y tampoco ha sido posible un consenso nacional que abrigue la iniciativa gubernamental.

En resumen: montaron la Paz Total en una barcaza sin rumbo claro, en aguas embravecidas y bajo el mando de un capitán inseguro. Al respecto, los marineros expertos advierten que cuando se hace una mala carta de navegación, es posible que se exponga la tripulación a peligros no advertidos, la carga se averíe y se avance a la deriva.

Y así transcurre el viaje planteado por el Gobierno del Cambio en los dos diálogos políticos que se esfuerza en mantener abiertos. El primero de ellos es con el ELN , que ha mostrado algo de entendimiento y algunos avances, entre ellos un cese al fuego bilateral por seis meses , pero el comportamiento criminal de esa guerrilla en las áreas bajo su dominio, que va más allá del secuestro. del padre del prestigioso jugador de fútbol Luis Díaz , y la debilidad de las autoridades para contenerlo, arrojan magros resultados, que desaniman a la opinión pública nacional e internacional, y le quitan todo respaldo a la iniciativa de “ financiarlos” durante las conversaciones.

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“En poco más de 15 meses de gobierno del presidente Gustavo Petro y su equipo, la Paz Total no se ha consolidado porque el afán de mostrar resultados y la improvisación en los procesos, además de mostrarse débil, se convirtió en los pilares de la carta. de navegación”

Si se evalúa el proceso con el llamado Estado Mayor Central , una disidencia de las extintas Farc-Ep que se marginó del Acuerdo de Paz firmado en noviembre de 2016 , se puede concluir que no va a ningún lado. En ese proceso, la delegación gubernamental está a la merced de los caprichos criminales de 'Iván Mordisco' , un antiguo guerrillero que nada en la riqueza del narcotráfico y pone condiciones cada vez que quiere, sin mayor resistencia estatal.

La Oficina del Alto Comisionado para la Paz también abrió escenarios de diálogo para algunas bandas criminales caracterizadas de alto impacto en las ciudades de Medellín, Buenaventura y Quibdó, para avanzar en aguas de pacificación urbana. La iniciativa es loable, pero sin un norte claro, pues no hay un marco jurídico que lo avale, más allá del pregonado artículo 22 de la Constitución, porque el Gobierno Nacional carece de respaldo en el Congreso de la República . En esta ruta, sólo hay falsas expectativas en las regiones.

En poco más de 15 meses de gobierno del presidente Gustavo Petro y su equipo, la Paz Total no se ha consolidado porque el afán de mostrar resultados y la improvisación en los procesos, además de mostrarse débil, se convirtió en los pilares de la carta de navegación. De no corregirse el rumbo, el impacto humanitario que generará ese barco a la deriva de la Paz Total teñirá de sangre las aguas azuladas y se hundirá todo anhelo de paz.