El expresidente Juan Manuel Santos y el embajador en Washington, Francisco Santos, cada vez están más alejados política y familiarmente. Mutuos señalamientos y acusaciones, hoy los tiene en las puertas de los estrados judiciales
Ese viejo refrán popular “entre primo y primo más me arrimo”, poco o nada aplica hoy en día a la relación del expresidente Juan Manuel Santos y el actual embajador en Washington, Francisco Santos. De familia son primos hermanos, pero en política son el agua y el aceite.
Sus diferencias no son de ahora, en tiempos de polarización política. Son de tiempo atrás, cuando ambos coincidieron en las instalaciones del periódico El Tiempo, donde ocupaban importantes cargos directivos y cuando la familia Santos era la dueña de ese medio de comunicación. Para ese entonces ya existían serias discrepancias en el manejo de los temas periodísticos.
Pacho, como familiarmente se conoce al embajador, ha sido siempre un hombre apasionado, frentero, que no tiene matices para llamar las cosas por su nombre y que va soltando las ideas en borrador tal cual como las piensa. Mientras que Juan Manuel Santos, es todo lo contrario: frío, calculador, incluso lo han llegado a calificar poco leal con sus amigos y un gran tahúr para el juego de cartas.
En el pasado, sus diferencias periodísticas no pasaban de las discusiones en la sala de redacción a la hora de escoger las noticias de la primera plana del periódico. La cercanía familiar permitía zanjar las diferencias y se mantenía una relación estrecha entre primos hermanos.
El presente es muy diferente. Son orillas opuestas en lo político. Pacho ha sido un fiel escudero del expresidente Álvaro Uribe, incluso en sus primeros años de gobierno cuando fue su fórmula vicepresidencial y el anuncio generó un temblor en la casa editorial El Tiempo, que para entonces, tenía claro que el político de la familia era Juan Manuel y Pacho el periodista que manejaba los hilos de la sala de redacción.
Sus diferencias políticas se comenzaron a acentuar aún más con el distanciamiento del expresidente Santos con su mentor político Álvaro Uribe. Y aún más durante el segundo mandato cuando se impulsó el proceso de paz con las FARC. En ese rifirrafe por las redes sociales se llegó incluso a ventilar temas familiares como cuando el hijo mayor del expresidente Santos publicó que uno de los hijos del hoy embajador era homosexual.
Pero las cosas pasaron de castaño a oscuro en las últimas semanas y hoy el enfrentamiento personal se ha llevado a los estrados judiciales. Este episodio tiene que ver con las elecciones en Estados Unidos y el señalamiento directo que hizo el expresidente al embajador en Washington en una entrevista con Julio Sánchez en W Radio. Palabras más, palabras menos Juan Manuel Santos señaló que Francisco Santos había hecho cosas ilegales, entre otras, hablar con un contratista del pentágono para ayudar a Trump en la campaña a la presidencia.
“Hay un estratega, un contratista del Pentágono, que ha ayudado mucho a Colombia en los pasados gobiernos. Trabajó con mi Gobierno, trabajó con el Gobierno de Uribe, de Pastrana y tiene muy buenas relaciones con los partidos políticos en Estados Unidos. A esa persona el embajador lo llamó y le preguntó cómo podía ayudar a Trump”, señaló Juan Manuel Santos en la entrevista con la W.
Y agregó que incluso Francisco Santos planteó la posibilidad que el presidente Iván Duque viajara a Estados Unidos para afianzar esa ayuda a Trump. “Esa persona le dijo al embajador que estaba cometiendo un gran error, sería una locura (…) incluso podría ser ilegal”. Ante semejante señalamiento del expresidente Santos remató la entrevista pidiendo el cambio de embajador antes de la posesión del reciente presidente electo de los estadounidenses, Joe Biden.
La reacción del embajador no se hizo esperar. En los diferentes pronunciamientos que hizo a los medios de comunicación reiteró que eso no era cierto. “El expresidente Santos va a tener que responder ante la justicia. El doctor Iván Cancino, está instaurando una demanda por injuria y calumnia. Tendrá que contar quién es el supuesto contratista”, enfatizó el embajador.
En medio de los señalamientos mutuos, Pacho dijo que a pesar de sus opiniones contrarias que tuvo en su momento contra el Gobierno de su primo “jamás me metí con su familia como sí pasó conmigo”.
Las peleas entre los primos han tenido varios momentos de gran tensión. Uno de ellos tuvo que ver con la presentación del libro de Francisco Santos, Rebelde con causa, una autobiografía que recorre su vida como periodista, el secuestro a manos de Pablo Escobar y su recorrido político. En sus páginas el hoy embajador se va lanza en ristre contra el expresidente Santos y señaló que “no tiene carácter, ni lealtad, ni convicciones. Es de esos típicos bogotanos que viven del qué dirán”.
Pero el expresidente no se quedó atrás. En tiempos en que se vivía los momentos más difíciles de la relación con Álvaro Uribe, que rechazaba de plano el proceso de paz, Santos en una entrevista en W Radio señaló que “Pacho tenía sida en el alma”.
Como embajador en Washington y bajo las alas del actual Gobierno, Francisco Santos no perdió oportunidad para referirse al legado que había dejado su primo en materia de cultivos ilícitos. “Dejó una herencia maldita (…) Juan Manuel Santos es culpable de muchos de los males que hoy tiene Colombia”.
Y así han pasado los últimos años. En un ir y venir de mutuos señalamientos. Pero el más reciente los tiene a puertas de los estrados judiciales. El contratista apareció con nombre propio y comunicado a bordo. Se trata de John Rendón un empresario estadounidense con fuertes vínculos en el pentágono. Para tratar de poner punto final a la disputa entre primos, en su comunicado enfatizó: “Lo mejor para Colombia y el mundo, es buscar que la relación con Estados Unidos se mantenga sólida. Hay que abstenerse de litigios y retórica que podrían crear el riesgo de dañar la relación entre los Estados Unidos y Colombia”.
“Las peleas entre los primos han tenido varios momentos de gran tensión. Uno de ellos cuando el expresidente señaló que Pacho tenía sida en el alma”.