Durante seis meses los niños y adolescentes han tenido que soportar un encierro que los alejó de la vida social, del colegio, de los amigos y su salud mental preocupa cada vez más a los psicólogos. Uno de ellos es José Eugenio, (14 años) quien a través de sus caricaturas refleja cómo la pandemia le cambió la vida a una juventud que vive atrapada en las redes sociales y sus viviendas
José Germán Eugenio Rincón es un niño campesino de 14 años que vive en Carcasí, una pequeña población de apenas cinco mil habitantes y que forma parte de la provincia de García Rovira, en Santander. Muy temprano en las mañanas lee religiosamente las versiones digitales del New York Times, el Washington Post, El País de España, la revista Jueves que circula los miércoles, y que es un referente para los dibujantes e ilustradores. También dedica un buen tiempo a entender la realidad nacional que traen los principales periódicos nacionales.
Desde los 11 años este ritual de lectura forma parte de su vida. De ese ADN que tienen los creativos, los que sueñan con convertirse en escritores, dibujantes, artistas. El sueño de José es la caricatura, para reflejar las desigualdades sociales, el abuso de autoridad, la violencia contra la mujer, la defensa del medio ambiente, lo que piensan los jóvenes de su edad y por supuesto, lo que viven los niños y adolescentes encerrados en cuatro paredes por culpa de la pandemia del Covid-19.
Los temas que le llaman la atención después de repasar la prensa mundial los va procesando durante el día. Antes lo hacía de camino al colegio donde cursa noveno grado. Un largo trayecto que lo lleva desde su pequeño pueblo al municipio de Málaga, a hora y media en carro. Siempre tiene a la mano un lápiz y una libreta donde plasma los primeros esbozos de las ideas que en las noches las convierte en realidad. “Me gusta crear más en las horas nocturnas, porque me inspira el sonido del agua que corre por el río Tunebo, que alimenta el Chicamocha y pasa al lado de mi casa”, comenta desde el otro lado del teléfono.
Habla suave, todavía con voz de niño, pero muy profundo cuando explica las caricaturas que ha dibujado. Ahí pierde la timidez y suelta cada argumento sobre las razones que lo llevaron a dibujar los hechos que ve y analiza. Los primeros en ver lo que pinta, son sus padres y su hermana menor. Luego, los sube en sus redes sociales de Instagram, Facebook y Twitter. Su trabajo no ha pasado desapercibido y algunas editoriales lo han buscado para que ilustre las portadas de diferentes libros. Pero él quiere ir despacio. Primero, perfeccionar su técnica de dibujante, para eso quiere estudiar Arte y consolidarse como un caricaturista profesional.
Alternativa lo invitó para que dibujara cómo veía desde su óptica la situación de encierro que han afrontado niños y jóvenes durante más de seis meses. Su trabajo está reflejado en las caricaturas que presentamos en esta edición.
La primera la llamó “Abandono estatal” y en ella refleja “lo que pasa en una parte del país, especialmente en las zonas rurales, en las regiones apartadas de las grandes ciudades. Allí los niños y jóvenes no tienen la oportunidad de continuar con sus estudios porque la tecnología no ha llegado. No tienen como conectarse para una clase virtual. Y el Estado se ha olvidado de ellos, como si esa generación de jóvenes no existiera”.
La segunda caricatura llamada “Atrapados”, hace la comparación de un celular con una cárcel. José comenta que “así se han convertido nuestras vidas por el confinamiento. Pero, también se han convertido en una costumbre. Vivimos atrapados en la red. No tenemos tiempo para leer, para dedicarle a la familia, a los amigos, si no estamos conectados es como si el mundo no existiera”.
“Clase media, clase baja”. Para José, la difícil situación económica que se enfrenta por la pandemia ha llevado a la clase media a perder el trabajo, el estudio, los ingresos cada vez son menos y las obligaciones de arriendo, servicios, colegios, universidades no dan espera.
En este recorrido por los seis meses de confinamiento que ha vivido el mundo, José señala que algo bueno ha dejado esta situación: la naturaleza se ha beneficiado, los animales recuperaron parte de su espacio, especies en vía de extinción como el oso de anteojos han tenido una oportunidad de supervivencia. Así es la vida de este preadolescente, que no cambia el campo y su finca llena de aves, frutales y el caudal del río, por ningún otro lugar para vivir. Solo lo hará cuando llegue la oportunidad de ir a la universidad para consolidar su sueño de ser un gran caricaturista.