La pandemia del Coronavirus fue el hecho más importante del planeta en el 2020. Puso a prueba a gobiernos poderosos y pobres, obligó a la sociedad a transformarse, a sobrevivir en otras condiciones, a mirar hacia el mundo científico con la esperanza de encontrar el camino de regreso a la normalidad. ¿Serán otros 366 días de espera?…
366 días después, la pandemia del Coronavirus sigue desbordada. Sin ninguna claridad de cuánto tiempo más el mundo seguirá con el credo en la boca. Los científicos afrontan un nuevo reto: la aparición de una nueva cepa en el Reino Unido que tiene el virus fuera de control. Los casos se han disparado en ese país y se desconoce si esta variante sea posiblemente más contagiosa. Por lo pronto, la Unión Europea ha tomado medidas para blindarse y la primera de ellas es el cierre de vuelos con destino al país británico.
366 días después, el virus no da tregua: más de 76 millones de personas se han contagiado y ha dejado más de 1,6 millones de muertos. En solo Estados Unidos, más de 17 millones de personas han contraído el virus y de ellos han perdido la vida más de 300.000 personas.
366 días después, Brasil es el país latinoamericano más golpeado por la pandemia. El reporte de contagios asciende a más de siete millones de personas y la suma de muertos supera las 180.000. De Venezuela es poco o nada lo que se sabe sobre el contagio y número de decesos. El gobierno dictatorial de Nicolás Maduro ha preferido mantenerse en silencio en lugar de pedir la ayuda de la comunidad científica y de los países vecinos, que sufren el éxodo de ciudadanos venezolanos que han traspasado las fronteras cerradas entre ellas con Colombia y Ecuador, sin saber sobre su condición de salud.
366 días después, Colombia ha vivido desde mediados de marzo un proceso de confinamiento total, que posteriormente dio paso a una “nueva normalidad”, para que la economía no se ahogue, no se pierdan más empleos, y así lograr frenar la quiebra de varios sectores como los restaurantes, bares y comercio en general. El gobierno de Iván Duque se vio en la necesidad de cerrar fronteras marítimas, terrestres y áreas. A pesar de los esfuerzos del Gobierno central y las alcaldías, el virus no baja la guardia. Ciudades fronterizas como Cúcuta están en alerta roja porque las unidades de cuidados intensivos están a tope. El país registra más de 1.400.000 personas contagiadas y supera la cifra de 40.000 muertos.
La gran esperanza
366 días después el mundo ve con esperanza la aparición de la vacuna. Miles de millones de dólares invertidos en más de 120 estudios y una carrera contra el tiempo realizada por científicos, ha permitido que las primeras dosis de vacunas producidas por la multinacional Pfizer, lleguen a los brazos de la comunidad médica y de las personas mayores de 80 años en el Reino Unido.
366 días han pasado para que la Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) aprobara el uso de otra vacuna: Moderna. A diferencia de la primera, su manejo y desplazamiento es mucho más sencillo, no se requiere de refrigeradores portátiles a 70 grados bajo cero.
366 días después el presidente Iván Duque anunció la firma de dos importantes contratos bilaterales con las farmacéuticas AstraZeneca y Pfizer quienes suministrarán al país 20 millones de dosis de vacunas. Por lo menos la mitad de ellas, estarán disponibles a partir de febrero del 2021. Todavía no se conoce el día y la hora o el primer colombiano que recibirá la vacuna, como lo han hecho de manera simbólica Reino Unido y Estados Unidos.
Pero 366 días después hay esperanzas. Así lo han dejado ver los científicos que han hablado sobre la eficacia de las dos vacunas que salieron al mercado. Por lo pronto, se esperan otras más, que forman parte de los 20 estudios que se desarrollan en este momento en fase tres.
Carlos Arturo Álvarez, a quien la Organización Mundial de la Salud (OMS) nombró como coordinador nacional de estudios sobre el Covid-19 en Colombia y uno de los mayores expertos en epidemiología en Latinoamérica, señala que las dos vacunas que hoy están disponibles contra el SARS-Cov-2 son altamente protectoras y los estudios que se han realizado permiten asegurar que la inmunidad contra el virus puede llegar a ser a largo tiempo. Por lo pronto, las pruebas que se han realizado en los distintos grupos de población, los anticuerpos han permanecido en un alto porcentaje durante más de cuatro meses. “En el mundo científico eso es una excelente señal para pensar que la protección va a tender a un largo periodo”, señala Álvarez.
La autorización de la vacuna de Pfizer como de Moderna, se hizo para su uso en personas mayores de 16 años en la primera y a partir de los 18 en la segunda. Las investigaciones para niños de tan solo 12 años, apenas comenzaron a partir del pasado mes de octubre y todavía falta un buen trecho por recorrer.
Uno de los interrogantes que tienen los expertos en virología es el tema sobre las reacciones alérgicas que pueden llegar a presentar las vacunas. Para el doctor Álvarez la información científica disponible señala que se han podido documentar seis casos de anafilaxia (reacciones cutáneas) en Estados Unidos y dos en la Gran Bretaña, así como algunas otras reacciones alérgicas de consideración mucho más leves. “Las reacciones alérgicas relacionadas con las vacunas se presentan en una tasa aproximadamente una en un millón”, señala Álvarez y agrega que las personas que presenten problemas de anafilaxia no deben recibir la segunda dosis de la vacuna.
Lección aprendida
366 días después la lección más importante que ha dejado la pandemia es la fragilidad del ser humano. “Menospreciamos las investigaciones que se habían realizado años atrás donde los científicos vaticinaron que un virus podría expandirse a nivel mundial. Había anuncios, pero los gobiernos de los países más poderosos hicieron oídos sordos a las recomendaciones y cuando ha ocurrido nadie estaba preparado”, enfatiza el experto.
366 días después, la comunidad científica entendió que no podía trabajar aislada, por grupos independientes, cada uno buscando el reconocimiento de los demás. Si no había cooperación entre todos era imposible encontrar una solución que mitigara los efectos de un virus que para los expertos es altamente contaminante pero no tan letal como sus primos hermanos SARS-CoV o el síndrome respiratorio de Oriente Medio MERS-CoV. “A nivel científico podemos decir que el Coronavirus es el virus del siglo. De ahí se han derivado una serie de virus como el Covid-19 pero muchísimo más letales. En buena parte a esa letalidad es que no hubo propagación del MERS-CoV y del SARS-CoV. Se tuvo esa fortuna”, señala Álvarez.
366 días después el Covid-19 también dejó una realidad económica: el poder de los países ricos sobre los pobres. En los primeros la oferta y demanda acaparó las pruebas de diagnóstico, los ventiladores para las UCI, los químicos reactivos, el material de protección para el personal de salud e incluso los tapabocas con especificación de uso exclusivo para los médicos en cuidados intensivos. El experto señala que “eran elementos que valían más que el oro. Que lograron comprar las economías fuertes, las nuestras tuvieron que esperar meses para que nuestro personal de campo lograra multiplicar las pruebas, las UCI tuvieran equipos necesarios y el personal médico no siguiera tan expuesto al alto contagio que produce el virus en recintos cerrados”.
¿Hasta cuándo?
366 días después el mundo está finalizando un año que ha llegado a ser calificado de maldito, de pesadilla sin fin, determinado por un enemigo invencible, que mutó de los murciélagos a otros animales y posteriormente a los humanos, en tierras lejanas y desconocidas como Wuhan, una provincia de China.
366 días después, de aquel 31 de diciembre del 2019, cuando la Organización Mundial de la Salud tuvo las primeras informaciones de un brote que se propagaba con gran rapidez, han pasado tantas cosas en la vida de la sociedad moderna, que la realidad ha superado la ficción. Ciudades fantasmales, millones de personas confinadas en sus hogares, miles de hombres y mujeres del personal médico tratando de salvar vidas en las UCI que se volvió una palabra común entre familias, amigos, conocidos.
366 días después, en que los psicólogos y psiquiatras estudian a fondo la salud mental afectada por el encierro prolongado, por las angustias de perder los puestos de trabajo, por una juventud que le cortaron de un tajo las alas de su libertad y se vieron obligados a aislarse como lo hicieron sus abuelos que también perdieron sus lazos de amistad y de familia.
366 días después, el mundo tiene la esperanza que la vacuna se convierta en el arma letal para controlar un virus que según los expertos llegó para quedarse. Todavía falta un largo camino por recorrer. Serán quizás otros 366 días antes de poder decir que el mundo ha regresado a la normalidad. A los viajes, a las reuniones sociales, al abrazo, al beso, a caminar por las calles libres del tapabocas una prenda que seguirá siendo indispensable durante los siguientes 366 días…