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Victor G. Ricardo polarizacion

Un año que se va y preocupaciones que vienen

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Se acaba el 2023 con unas cifras negativas en el desarrollo económico del país e incertidumbre respecto de las reformas que se han venido estudiando en materia de salud y laboral. Así mismo, se cierra el año con evidente inseguridad ciudadana tanto urbana como rural, disminución de la inversión extranjera y una falta de entusiasmo por la inversión nacional.

La estabilidad y el crecimiento económico son fundamentales. Factores como la inversión extranjera, el desarrollo de sectores clave (como la tecnología, la agricultura o la energía), y la gestión efectiva de las finanzas públicas pueden contribuir al desarrollo económico. No obstante, este año no hemos visto un avance significativo en estos frentes sino, por el contrario, un efecto decreciente.

Así mismo, la importancia de la creación de empleo y la reducción de la desigualdad económica son desafíos importantes que requieren de políticas que fomenten la inclusión laboral y, si bien es cierto que medidas para abordar la brecha entre ricos y pobres pueden ser cruciales, es clave estudiar con cuidado los efectos de las reformas propuestas que no parecen mejorar las circunstancias económicas del país sino, por el contrario, ponen en riesgo la estabilidad del sistema de salud actual que si se estudia comparativamente con otras jurisdicciones a nivel global, tiene una calidad envidiable.

La inversión en educación y salud es crucial para el bienestar de la población y el desarrollo sostenible.

Acciones para mejorar la calidad de la educación y el acceso a servicios de salud pueden tener impactos positivos a largo plazo. Por su lado, promover la inclusión social, especialmente para grupos marginados, es esencial. Si bien es cierto que esto incluye medidas para abordar la discriminación, la violencia y la pobreza, todo lo anterior debe hacerse bajo un programa responsable y estructurado, que no permita lo que ocurre actualmente y es que se genere un sentido de impunidad que solo incentiva el crecimiento de la violencia e inseguridad.

Cuando todo esto ocurre terminando el 2023, no se ve con mucho entusiasmo lo que pueda venir para el 2024 si no hay una serie de nuevas formas de gobernar y menos aún si la polarización continúa y la falta de ejecución exitosa se da principalmente en materia de inversión social, desarrollo en la infraestructura, estabilidad jurídica, eficiencia en la recuperación de la seguridad, fortalecimiento institucional y recuperación de la credibilidad.

El 2024 llega con muchos retos. Eventos como crisis económicas internacionales, pandemias o desastres naturales pueden tener un impacto significativo en el desarrollo de nuestro país, sumado a la desconfianza que ha surgido respecto del actual gobierno.

El cambio climático, por su lado, es un reto global y puede afectar a Colombia en términos de fenómenos meteorológicos extremos, seguridad alimentaria y sostenibilidad ambiental. Finalmente, los problemas de seguridad, como el crimen organizado o conflictos internos, pueden afectar la estabilidad y el desarrollo del país si no se toma enserio y se adoptan medidas serias para atacar estos desafíos.

Por un lado, la estabilidad política es esencial para el desarrollo a largo plazo. La capacidad de nuestro país para abordar los conflictos internos, mantener instituciones sólidas y garantizar la gobernabilidad eficaz son aspectos críticos. Así mismo, la participación ciudadana y la transparencia son elementos clave de un sistema político saludable. La promoción de la participación ciudadana puede fortalecer la legitimidad del gobierno y mejorar la toma de decisiones. Para el desarrollo social, es necesario enfocarse en (i) la educación; (ii) la salud; y (iii) la inclusión social.