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Revista Alternativa Gustavo Petro

El petrismo es un hito comunicacional

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Durante los dos años de gobierno el país, la opinión y los medios de comunicación le hemos seguido el juego discursivo y comunicacional a Petro y su combo.

Hay que reconocerlo, el equipo catalan y los asesores secretos del petrismo han sido hábiles: todas las semanas logran que el escándalo del hoy, tape el del ayer y mientras tanto preparan el del mañana. ¿Y lo peor? Es que son tan audaces que salen a vender la idea de que todo es ocasionado por una conspiración golpista de los medios “hegemónicos” y el uribismo, ¡y el 30% de la gente les cree!

Es un ciclo sin fin de calamidades públicas y privadas que cumplió y seguirá cumpliendo un propósito comunicacional: la saturación mediática y la preservación de la línea política.

Haga memoria, siempre que se destapa un hecho de corrupción bien sea de la administración, de la familia presidencial o se descubre una pésima gestión o indelicadeza del gobierno, algo repentino sucede que le permite al petrismo recuperar la riendas discursivas.

Una cosa tapa la otra y así sucesivamente al punto de que nadie recuerda todo lo que ha sucedido en este gobierno, inclusive, a veces ni se logra recordar los desastres de la semana pasada mucho menos los de hace un mes. Curiosamente, Petro materializa la vieja frase de: “en política, una semana es una eternidad”.

En 7 días podemos ver desde supuestos Golpes de Estado, hasta un billón de pesos o más que se pierden por mal manejos de la UNGRD o MinSalud, pasando por otra revelación del caso de lavado de activos de Nicolás Petro, marchas pagadas con nuestros impuestos e infames frases de ministros o ministras que dan ganas de sentarse a llorar.

Es un ritmo intenso el que mantiene el gobierno y les funciona. Algunos dirán que exagero, pero mal o bien, Petro se mantiene en 30% de aprobación. Logro para nada menor, sobre todo si reflexionamos sobre lo caótica y controversial que ha sido su administración.

Nada de esto sería posible y la estrategia de los escándalos hubiera fracasado si no existiera el armazón comunicacional financiado con nuestros impuestos, mejor conocido como: bodegas.

Las bodegas no son solo bots y perfiles falsos. Es un equipo robusto, quien sabe que tan grande, que viene desde campaña y al cual Petro le ha invertido millonadas, propias y ajenas.

Se compone de herramientas digitales, sí, pero también de influencers/legitimadores que han sido todos contratados por el Estado. Lo anterior, permite moldear la línea retórica a su antojo, distorsionar la realidad, contradecirse sin sonrojarse, mentir sin consecuencias y saturar con tendencias cualquier ruido que afecte al presidente o al proyecto político.

Ahora bien, como vimos en campaña y hemos visto durante el gobierno, también es una excelente herramienta para la ofensiva mediática y política. En cuestión de minutos acaban con cualquier contradictor, medio o partido sin que este pueda contrarrestar con efectividad el daño. Nadie en la oposición, en el centro o en los medios tiene la capacidad digital que nuestros impuestos y posiblemente dineros mal habidos le han dado al Pacto Histórico.

Es un juego sucio, definitivamente, que lamentablemente se tiene que aprender a jugar para sobrevivir en la política moderna. Si las redes sociales fueron definitivas en las pasadas elecciones, en las próximas y en las que están por venir, serán todo.

Para desgracia de la oposición, no existe iniciativa y mucho menos financiación para orquestar un mecanismo que enfrente al del Pacto. Nadie habla de ello y estoy convencido que teniendo una oposición dividida y un empresariado temeroso de un gobierno vengativo, el factor digital nos cobrará tremenda factura.

Dejando los sesgos a un lado, la oposición tiene mucho que aprender del proceso comunicativo del petrismo. Por supuesto, no para realizar las mismas maldades e inmoralidades, pero sí para entender que comunicacionalmente debemos evolucionar si queremos ganar en 2026.