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Entre la confusión y la incertidumbre

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Pero ni la forma desafiante, ni el tono de advertencia que han utilizado los nuevos altos directivos en sus primeras salidas en público, resultan adecuadas para el propósito de unidad y colaboración que persigue el propio Petro”

PEDRO MEDELLÍN TORRES
Director Revista Alternativa

Con un par de excepciones, los ministros y altos funcionarios hasta ahora designados por el electo presidente Gustavo Petro, no han hecho otra cosa que contribuir a la confusión y a la incertidumbre. Sus declaraciones hechas al calor de los anuncios sobre el nuevo equipo presidencial, lejos de consolidar un mensaje de tranquilidad y seriedad del nuevo gobierno, han creado un ambiente de falta de orden y claridad con respecto a lo que será en futuro el gobierno. Los anuncios en torno al pago de nuevos y más gravosos impuestos a determinados bienes, que luego han sido desmentidos por otros funcionarios del nuevo gobierno, han producido un escenario de inseguridad y desconfianza en todos los sectores económicos y sociales.

Plantear los impuestos como un duro castigo a la tenencia de tierras improductivas puede ser una medida interesante para promover nuevos e importantes desarrollos para la economía de las regiones y del país. Pero semejante declaración no se puede hacer en un tono policial propio de quien está en busca de delincuentes que estén transgrediendo las leyes

Pero el problema inicial no solo ha sido el contenido de las medidas anunciadas y luego la desmentida, sino también (y sobre todo) ha sido la forma desafiante y “teledirigida” como han hablado los entrantes funcionarios. Plantear la necesidad de que los sectores que más recursos reciben por sus actividades sean quienes financien a los de menores ingresos, es apenas natural. Pero ni la forma desafiante, ni el tono de advertencia que han utilizado los nuevos altos directivos en sus primeras salidas en público, resultan adecuadas para el propósito de unidad y colaboración que persigue el propio Petro. Pareciera que quienes están entrando al gobierno, lo están haciendo con un ánimo pendenciero y revanchista que no se justifica.

Lo mismo se puede decir con lo ocurrido en el sector agrícola. Plantear los impuestos como un duro castigo a la tenencia de tierras improductivas puede ser una medida interesante para promover nuevos e importantes desarrollos para la economía de las regiones y del país. Pero semejante declaración no se puede hacer en un tono policial propio de quien está en busca de delincuentes que estén transgrediendo las leyes, o con señalamientos que pareciera más una retaliación contra ciertos sectores rurales que, como el de la ganadería, afecta a los sectores económicos más lejanos (políticamente hablando) al presidente electo.

El problema de fondo está en que estos mensajes encontrados (y muchos de ellos sin asidero en la agenda del nuevo gobierno), ponen en evidencia la falta de un proyecto de desarrollo estructurado del gobierno. Lo que se percibe, con los nuevos funcionarios, es que no hay una carta de navegación gubernamental compartida. Es más. No hay un norte definido. Ni nadie que lidere el proceso de estructuración de lo que será el programa de gobierno real y concreto. Lo que hay es una cantidad indeterminada de ideas sobre reformas o medidas de política que resultan necesarias para atender algunos de los problemas de financiamiento que se le van a presentar al próximo gobierno, para atender ciertos sectores que, desde hace años, están en el más completo abandono.

Sin duda, esos tropiezos del equipo de gobierno entrante no ayudan a crear un ambiente propicio para las reformas que necesita sacar adelante el gobierno Petro. Al ambiente de confusión e incertidumbre creado por las declaraciones de los entrantes funcionarios, se ha venido a sumar un grave clima de tensión política y social del gobierno entrante tanto con el gobierno saliente como con los sectores económicos y sociales vinculados a las actividades señaladas.

No es la primera vez que un gobierno entrante se enfrenta a un problema de esta naturaleza. Es más, esa parece ser la norma de lo que ocurre en un país en el que los políticos se preparan (y hacen todo) para ganar las elecciones, pero no se preparan para gobernar. El equipo que está al frente del proceso de empalme y arranque del gobierno Petro debería aprovechar para comenzar a trazar las líneas gruesas de lo que será el derrotero que seguirá el gobierno. Si no hay un proyecto político estructurado, por lo menos trazar el camino de lo que serán los dos primeros años de trabajo.