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Cumbre Jinping - Putin: encuentro siniestro

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De la reciente cumbreque sostuvieron el presidente de China, Xi Jinping y el mandatario ruso, Vladimir Putin en Pekín, nada bueno se puede extraer.

La reunión entre los dos líderes, anunciada como un encuentro necesario para el fortalecimiento de las relaciones bilaterales entre las dos potencias, fue mucho más que eso, fue la necesidad de recibir apoyo por parte del país amarillo, a las pretensiones de Putin de seguir extendiendo su escalada de violencia, muerte y expansión territorial en Ucrania.

El encuentro es el cuarto capítulo de la reunión que sostuvieron los jefes de estado, en febrero de 2022, días antes del inicio de la invasión a la nación ucraniana. En esa oportunidad Vladimir recibió el espaldarazo de su colega chino para iniciar el ataque armado por aire y tierra, así como la garantía plena para amortiguar con su apoyo financiero el impacto de las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos.

La reunión no es más que la legitimación por parte del asiático a la ofensiva rusa, que hasta la fecha deja cifras no estimadas de muertes entre civiles y militares ucranianos. Un proceso sistemático de exterminación,que el hombre fuerte del Kremlin no detiene a pesar del clamor universal.

Es evidente que el exmiembro del servicio de inteligencia de Rusia para nada desea una salida política a la invasión promovida y auspiciada por él mismo. Lo que con urgencia requiere es mantener el respaldo de una nación con poder armado, económicamente fuerte, e ideológicamente muy cercana a sus instintos represivos y violatorios de derechos humanos. China siempre será su socio ideal.

El presidente de la Federación Rusa no va a dar su brazo a torcer tan fácilmente. Ante el incremento de la presión mundial para que encuentre una pronta salida negociada al conflicto con el antiguo segundo satélite de la extinta URSS, el líder del Kremlin prefiere mostrar sus afilados dientes, tomado de la mano de su principal aliado político y militar.

La contrastante imagen del mandatario ruso, de gesto desafiante y con cara de pocos amigos, saludando a su anfitrión chino, de tenue sonrisa obligada, es fiel reflejo de lo que pueden estar ocultando esos dos. Es como juntar al oso siberiano y al oso panda, el primero, un carnívoro y feroz depredador y el segundo, aunque en apariencia inofensivo, conserva un indescifrable instinto animal.

China es un gigante que alcanzó una rápida expansión económica y que a base de esfuerzo y disciplinaerradicó la pobreza. Igualmente incrementó su dependencia armada, con un ejército de más de dos millones de soldados, reforzó su flota de aviones caza de quinta generación y aumentó el componente de tanques, buques de guerra y sistemas artillados.

Sin embargo, el crecimiento es inversamente proporcional a las expectativas de bienestar, prosperidad y proyecto de vida de los habitantes, en China se sigue reprimiendo brutalmente a la población.

A pesar del hermetismo estatal es evidente que centenas de miles de personas han sido torturadas y asesinadas, por el simple deseo de mostrar su abierta oposición al régimen de Xi. Un espectáculo de horror y morbo se concentra en las jornadas de ejecución masiva, realizadas en espacios abiertos, en donde inocentes son declarados culpables y sentenciados a la pena capital.

Tras afrontar rápidos procesos judiciales sin mínimas garantías y sin derecho a la legítima defensa, les espera una bala en la nuca.

En la reunión, en medio de tantas expresiones de aprecio mutuo y amistad interminable, una frase de Xi reafirmó el siniestro lazo de los dos países, en suave tono de advertencia: "Vamos a defender la justicia en el mundo". ¿A qué tipo de justicia hace referencia el dictador chino?

Nunca ha condenado la invasión a Ucrania y todavía insiste en negar sus oscuros vínculos militares con Moscú.

En efecto, además del elevado intercambio comercial, en más de $240.000 millones de dólares, China se ha convertido en el proveedor número uno de armas y tecnología bélica a Rusia.

No obstante, el verdadero as bajo la manga que enorgullece al temible Vlad, dentro de su ilimitado y desafiante poder militar, naval, aéreo y terrestre, son sus letales misiles con carga nuclear, de largo y mediano alcance y alta capacidad de destrucción masiva, los reconocidos Iskander, Avangard y Sarmat, los mismos con que mantiene a raya a las fuerzas de Estados Unidos y la OTÁN, en la misma proporción en la que el gobierno chino le advirtió a Washington hace algunos meses: “no cruzar sus líneas rojas”.

Rusia y China juntos son la mayor amenaza para el planeta y lideran el nuevo eje del mal, con el acompañamiento de los muy poco amistosos, Irán y Corea del Norte.