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Miller Soto Corte Suprema de Justicia

Simple, sencillo, preciso, concreto, matemático y entendible

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Ya sé que ustedes saben que de acuerdo al artículo 249 de nuestra Constitución, el Fiscal General es elegido por la Corte Suprema de Justicia de terna enviada por el Presidente de la República.

Lo que muchos no se explican es cómo carajos el presidente y algunos de sus seguidores andan con teorías conspiranoicas por el hecho de que la Corte no haya elegido Fiscal. Seguro no faltará el despistado que les crea y ponga en tela de juicio la honestidad de los magistrados sólo con base en afirmaciones irresponsables y calumniosas que nada tienen que ver con el legítimo ejercicio de las funciones de estos jueces de la República.

Estos conspiranoicos están prácticamente asegurando que existe una especie de oscuro propósito por parte de los magistrados para no elegir Fiscal. Tampoco falta el despistado que piense que por cuenta de ese oscuro propósito dichos magistrados están contrariando la ley. Y no.

Resulta que, contrario a lo que algunos han entendido, la Corte Suprema no ha rechazado la terna. Prueba de ello es el simple hecho de que han adelantado el proceso de elección; es decir, han sometido a consideración de los 23 magistrados los tres nombres que la componen y, en efecto, han votado. Lo han hecho observando las reglas y los procedimientos establecidos para tales efectos. ¿Y cuáles son esas reglas? Simple: aquellas contenidas en el Reglamento General de la Corte Suprema de Justicia (Acuerdo No. 006 de 2002).

En ese reglamento, que no se lo acaban de inventar, hay un artículo (el 5) que impone una mayoría calificada para elegir —entre otros servidores— al Fiscal General de la Nación, quien requiere obtener las dos terceras partes de los 23 votos para ser elegido. O sea, si llegada la votación por los miembros de la terna ninguno obtiene 16 votos entonces no se elige Fiscal. Simple, sencillo, preciso, concreto, matemático y entendible.

De suceder tal eventualidad, el mismo reglamento establece reglas claras que conducen a una especie de conjunto de rondas de votaciones que se convierten en más oportunidades para que alguno de los tentados obtenga los 16 votos exigidos para convertirse en Fiscal. Y mientras no haya una persona ternada que no obtenga lo que exige el reglamento, no hay Fiscal. Simple, sencillo, preciso, concreto, matemático y entendible.

Ahora bien, volviendo al asunto del oscuro propósito de los magistrados, sería magnífico que entendieran, antes de tragarse esa fábula, que como en todo proceso de elección, aquel que vota tiene un margen de libertades que debe ser respetado. En este caso, los magistrados, circunscritos a esa terna, tienen la libertad de votar por cualquiera de sus componentes y, si así lo consideran, en blanco.

El día de ayer hubo varias votaciones (como 7) y en ninguna de ellas el voto en blanco obtuvo menos de 10 votos; lo que significa, como ya entenderán, que no se eligió Fiscal. Simple, sencillo, preciso, concreto, matemático y entendible.

Sería fantástico que no le coman cuento a estos locos, desatados, calumniadores e irresponsables que sin un ápice de respeto por la independencia de la rama judicial acusan a los magistrados, por el simple hecho de hacer uso de sus libertades en el ejercicio de sus funciones, de tener oscuros propósitos y de estar incluso asociados con mafias.

En serio, respeten. Y ojalá las autoridades actúen más rápidamente. Hoy los secuestraron. Mañana los queman.

Toda la solidaridad con los magistrados de la Corte Suprema de Justicia.