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Miller Soto Griselda Blanco

Narcoseries: Entre Sombras y Reflexiones

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En el vasto lienzo del entretenimiento, las narcohistorias que brotan desde Colombiahan desencadenado tanto pasiones como controversias. Mientras algunos señalan la posible apología al crimen, estoy convencido de que este tipo de producciones no deben ser juzgadas unilateralmente por su temática. En lugar de ello, creo que sería sano examinar cómo estas narrativas abordan nuestra realidad.

En mi opinión, el problema surge cuando estas narcoseries o narconovelas glorifican a criminales, presentándolos como ídolos. Y bueno, que esto se esté haciendo o no puede ser discutible en la medida en que tal percepción es subjetiva. No obstante, el arte tiene la capacidad de ofrecer más que una mirada simplista. Son innumerables las películas que retratan figuras nefastas de otras naciones, despojadas de romanticismo. Hollywood ha explorado sin titubeos villanos de diversas nacionalidades. Así, ¿por qué no explorar nuestras propias historias sin temor?

Valdría la pena recordar que las historias llevadas a la pantalla sobre personajes nefastos de otros países no han despojado a esas naciones de las bondades que los enorgullecen. Un ejemplo palpable es Hitler, del que se han hecho muchas películas sin menoscabar la grandeza de Alemania. La misma saga de 'El Padrino' que, si bien es ficción, se inspiró en realidades italianas. Su autor, Mario Puzo, se sumergió en relatos reales que describen una Italia que no tendría por qué perder su grandeza y su belleza por cuenta de producciones de ese tipo.

Creo que la clave radica en el grado de responsabilidad con que se produzca este tipo de arte. Abogar por la representación equitativa de la realidad colombiana implica no solo mostrar nuestras sombras sino también nuestras luces. ¿Por qué no combinar la difusión de historias positivas con aquellas que exponen nuestras miserias? La realidad de un país es una sinfonía de contrastes.

La cuestión no es negar la existencia de historias oscuras, sino explorar cómo podemos aprender de ellas. Las narcoseries, manejadas con sensibilidad, pueden convertirse en una ventana a parte de nuestra historia. En un especie de medio para comprender y procesar nuestra realidad.

Hay una diversidad de opiniones en esta materia y eso está bien. Lo que no está bien es negarnos a respetar la opinión diferente a la nuestra. Quien decida no sumergirse en estas historias, está en su derecho y debe ser respetado. La libertad de elección es un valor que no debemos desestimar. La clave está en fomentar un diálogo respetuoso, donde cada perspectiva tenga espacio sin ser avasallada.

Por último, creo que las narcoseries no deben ser vistas como simples relatos de criminales, sino como piezas de un rompecabezas más grande que conforma nuestra identidad nacional.En este viaje de autodescubrimiento, la pantalla se convierte en un espejo de nuestras verdades, y la forma en que enfrentemos lo que vemos dependerá de cómo decidamos interpretar esa imagen.

Vi Griselda. Me encantó el trabajo de Sofía Vergaray de quienes actuaron y trabajaron en la serie. Esa producción, por ejemplo, le enseñará a los jóvenes que aquellos que escogen ese camino terminan muy mal.