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Mauricio Lloreda colombia

Caos y esperanza

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POR: MAURICIO LLOREDA

Analista

País sorprendente: Una fuerza política de izquierda, sin una sola tesis soportada en cifras o identificada con las teorías contemporáneas de competitividad y desarrollo económico, logró un avance significativo en puestos de Congreso y altas perspectivas hacia la Presidencia de la República, pero a la vez, liberales y conservadores ganaron fuerza y sumados, son mayoría absoluta en el Congreso, la fuerza decisiva al solio de Bolívar y así, queda claro que el país ni deja el pasado, ni se entrega a propuestas inciertas y al final, lo convencional prima. Ni el Pacto Histórico, ni fuerza alguna obtuvo lo que quiso en las urnas ni es dueño de la política. Bien para Colombia.

Sigue la lectura acertada de esta paradoja, porque ahí reside el símbolo de la nueva identidad política de este país multicolor, de una nueva semiología social que a esta hora tiene a todos los analistas buscando la fórmula correcta de interpretar los mensajes de las urnas, que por ambiguos no son contundentes, veamos:

En primer lugar, triunfa la voluntad pacífica sobre la violencia, bravo, le podemos bajar el tono al rojo sangre y pensar en componer una sociedad con amplios acuerdos, algo que será forzoso en un Congreso donde nadie tiene mayorías, que bien por el país. En segundo lugar, el país grita renovación y Petro que promete darla, no convence con su tren vecino a la casa de Ada Luz, etc. pero tampoco lo hace candidato alguno de su oposición, y aunque con tantos vectores diciendo que yo soy el que es, era imposible unificar opinión. Tercero, lo que sigue es forjar alianzas, pero no de cualquier modo, respetuosas del compromiso democrático implícito en la votación.

En el voto primó la opinión más educada, por ende más libre que nunca y esta privilegió a los partidos tradicionales, a la vez que se inclinó por la aventura izquierdista. Medidas estas fuerzas en una balanza, solo sumando las fuerzas de un bando al tradicionalmente opuesto, primaría la izquierda, es decir, solo con un salto que lo saque de sus líneas y compromisos históricos, que necesariamente generaría ataduras, compromisos clientelistas, transacciones y fracturas, lograría Petro ganar, pero diluiría desde antes de empezar su eventual gobierno, oh paradoja.

El liberalismo, que lidera y probó que lo hace con acierto el presidente Gaviria, tiene un compromiso histórico con lo que han sido sus postulados de renovación social, mucho va del MRL, fuerza fundacional del liberalismo actual, a las ficciones económicas del doctor Petro y así, lo consecuente sería un acercamiento entre liberales “clásicos” y la centro derecha de ‘Fico’ o de Fajardo. Lo mismo aplica a los conservadores, tanto en Congreso como en presidenciales, lo contrario sería un salto al vacío, a una incertidumbre que afectaría profundamente a Colombia y básicamente traicionaría todo el voto de confianza que expresó el país por sus partidos.

De cualquier forma, de estas elecciones surgió un bienvenido cambio en la forma cómo se estructura y actúa el país político, que deberá responder ante una ciudadanía que le manifiesta, desde una orilla u otra su inconformidad, sus exigencias, su hastío. Lo que está en juego es todo, los egos a un cajón y a sumar fuerzas por el país, por unas decisiones coherentes con el contexto global contemporáneo, no solo el local de rencillas de marras, que deben quedar atrás.

“El país grita renovación y Petro que promete darla, no convence con su tren vecino a la casa de Ada Luz”

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