Este gobierno ha tenido un común denominador y es la carencia de personas idóneas y expertas para ejecutar programas e implementar políticas públicas. El mandatario, carente de talento humano ha tenido que recurrir a los mismos, con las mismas para ocupar cargos directivos o dejar entidades acéfalas. Casos donde no se cumple la aptitud y respeto por la trayectoria son evidentes como el de Bolívar en el DPS, Carlos Carrillo en la UNGDR, Francisco Rossi en el Invima, influenciadores en RTVC, Laura Sarabia… y la lista sigue. Es claro que son personas que no cuentan con la formación académica ni con la experiencia profesional para asumir los cargos gubernamentales.
Desafortunadamente, el Ministerio de CTeI no pudo escapar a esta tendencia. Su actual ministra, Yesenia Olaya, ha sido denunciada por acoso laboral y fue llamada a control político por parte del Congreso con respecto a la mala ejecución de la entidad y de algunas dudas sobre la transparencia de su hoja de vida.
Durante el debate, la ministra aceptó la deficiencia del presupuesto y señaló que “para interpelar un mayor presupuesto al gobierno implica tener claridad en qué vamos a invertir” y que además “este no es un presupuesto para fortalecer la agenda científica”. Vale la pena anotar, que existen precarios recursos a comunidades y consejos municipales afro sin capacidades técnicas para promover proyectos de innovación. Es decir, hay plata (poca, pero hay) destinada para movilizar poderes políticos locales disfrazados con proyectos “científicos”, pero no para los verdaderos profesionales del sector.
Además, su gestión demuestra un profundo desconocimiento de las precarias condiciones en las que trabajan los científicos, la ausencia de diferentes fuentes de financiamiento, de la infraestructura deteriorada y de deliberadamente ignorar la ruta propuesta por la Misión de Sabios. Y la ministra ni se inmuta a renunciar. Este es el fiel reflejo de cómo un gobierno sin talento calificado hace que las entidades y los cargos pierdan idoneidad y dignidad.
El Ministerio no es sólo pobre en liderazgo sino también en cifras. Nuevamente será la cartera con mayor recorte presupuestal del PNG.
En estricto sentido, esta cartera, debería ser central para el cumplimiento del proyecto político de Petro, ya que su plan de gobierno se desprende de cláusulas científicas. Sin embargo, a pesar de las recomendaciones de la Misión de Sabios, como elevar al 2 % el PIB en inversión a la ciencia para convertir el país en una sociedad de conocimiento, lo que ha hecho este gobierno ha sido recortar su presupuesto a mansalva.
En el 2024 recortó el 50 % del presupuesto y para el 2025 se tiene previsto un recorte del 36 %, lo que significaría que la inversión del país en ciencia estaría en 0,01 %. No solamente el más bajo de los países OCDE, sino el más bajo en la historia de la Nación. Ni siquiera cuando el Ministerio era Colciencias se tuvo un panorama tan desolador.
Los beneficios de la ciencia traspasan los muros de las academias. De hecho, la ciencia es un bien público, y cómo bien lo explica el doctor Juan Manuel Anaya, es gracias a la ciencia que existe la tecnología; y gracias a la tecnología que existe la innovación. La ciencia y el pensamiento científico son el sostén del desarrollo y del progreso colectivo; es una cadena de valor en donde todos nos beneficiamos.
Promover la ciencia inculca actitudes científicas en la construcción de políticas públicas y, asimismo, construye una sociedad de conocimiento, la cual es imperiosa para superar la inequidad, la pobreza y la violencia. En estos momentos no hay claridad del futuro de la ciencia en Colombia y citando nuevamente al doctor Anaya, en este país que pasa de todo, en ciencia no pasa nada.