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Oportunismo político mimetizado en los mecanismos democráticos de participación ciudadana

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Por Marco Tulio Gutiérrez Morad

Opinar y no militar, esa debía ser una máxima de todos los que expresamos opiniones en medios de comunicación, en días recientes publiqué en Semana.com una opinión que advierto encaja perfecto en el ánimo de la revista Alternativa, que sin duda es una revista de opinión en todo el sentido de la palabra, en aquel espacio hice referencia a cómo las propuestas de algunos sectores políticos, camufladas en proposiciones de participación democrática terminan siendo instrumentos soterrados de populismo, de manera insólita un senador de la república sin pudor alguno, y ante una extraña interpretación normativa, salió a pescar en río revuelto mediante la “ingeniosa” propuesta de convocar un referendo revocatorio contra el presidente Duque, tal exabrupto jurídico, que implicaría de suyo una reforma constitucional y una mofa a todo nuestro aparato democrático, no es otra cosa que una de las nuevas formas de buscar adeptos dentro de la ligereza e ingenuidad en la dialéctica de las redes sociales, redes cuyos límites legales cada vez son más complejos y difíciles de interpretar; la colindancia entre el deber constitucional de informar de manera seria y apegada a la responsabilidad social, tal como lo predica el artículo 20 de la Carta y por el otro lado, el fundamentalismo derecho a opinar de manera libre como corolario del Estado social de derecho,

han hecho de estas redes campos de batalla, en donde pareciere que nadie y todos a la vez, tuvieran la razón. Estas propuestas en vez de nutrir nuestro debate político, son herramientas subrepticias de polarización y perpetración de la división, son iniciativas contraproducentes para nuestro sistema estatal, pues estos asuntos solo desgastan más y más, la negativa percepción ciudadana sobre las ramas del poder público, insisto, tal y como lo sugerí en el espacio que aquí citamos, la imperativa necesidad en este momento no puede ser otra que la de apelar a la institucionalidad, y de ahí reiterar categóricamente que el mandato constitucional del presidente Iván Duque Márquez se extiende hasta el 7 de agosto de 2022.

Los sistemas democráticos se erigen sobre la deliberación y el diálogo, y se estructuran sobre la constante ponderación de propuestas e iniciativas que de manera organizada trazan lineamientos en aras de satisfacer las necesidades colectivas, de ahí la importancia trascendental de consolidar un régimen de disciplina partidista, un sistema en el que los dogmas ideológicos de los partidos y de sus militantes se tornen en compromisos reales y no en oportunidades temporales o esporádicas, en la que sus miembros no anden “escampando” de colectividad en colectividad, es necesario, unir esfuerzos en aras de robustecer nuestra institucionalidad y no, de buscar en aras del beneficio propio, iniciativas descabelladas que tornan nuestro sistema democrático en el tonto de capirote.

Llegó el momento, de revisar a fondo la actividad legislativa del Congreso, nuestro país padece desde hace décadas una profunda crisis social y económica, la cual ha sido incrementada por los horrores que la pandemia del Covid-19 trágicamente ha introducido a nuestro país, por ello, no es momento para que los partidos y los congresistas ventilen sus ínfulas o vanidades de poder, es momento de lograr establecer una agenda común que permita la reactivación económica y la aceleración de la industria para mitigar la crisis en la que estamos, que sin ninguna contemplación en cuestión de ocho meses, nos atrasó prácticamente unos diez años.

El Congreso no puede seguir siendo un silencioso y pasivo contemplador de los enormes vacíos normativos y regulatorios que existen en Colombia en lo relativo a temas de trascendencia internacional como son el comercio electrónico, aplicaciones móviles y cripto activos, entre otros, pues son precisamente estos asuntos los que en diversos rincones del mundo han sido bastiones para la recuperación económica post-Covid, sin embargo, en la región, Colombia, es de los países con legislación más atrasada, ante estas nuevas realidades. Es obligatorio poner toda la atención en modernizar legalmente los estándares en materia de contratación estatal, es momento de legislar sobre la modernización de la justicia y sobre la modernización de la infraestructura, no sigamos perdiendo el tiempo en iniciativas nimias, que no van a ningún lado sino a ganar más adeptos o seguidores en Twitter o Facebook, estamos en un momento donde la sociedad no aguanta más, donde los hechos que se presentaron el pasado mes de septiembre, son muestra viva del descontento generalizado.

El malabarismo político de algunos sectores que van como veletas sin rumbo fijo, ha de ser erradicado de nuestro contexto político, por ello, el imperativo llamado a la institucionalidad y a la seriedad que se merece nuestra democracia, no es momento de pugnas sin sentido y mucho menos de necedades infantiles, para desviar la atención de la opinión pública.

PD. Como convicción de vida siempre hemos criticado lo que debe ser criticado y a su turno, hemos aplaudido lo que merece ser congratulado, por ello, en mérito de la justicia y de la realidad, aplaudo la actitud de la Minga en su paso por Bogotá, pese a los prejuicios y a las falacias de muchos, que incluso se anticiparon a supuestos hechos de vandalismo y caos, llegaron en paz, marcharon en orden, protegieron los bienes públicos y entregaron el Palacio de los Deportes en mejores condiciones en las que lo habían recibido, por ello, en ocasiones es fundamental esperar antes de prejuzgar.

“Como convicción de vida siempre hemos criticado lo que debe ser criticado y a su turno, hemos aplaudido lo que merece ser congratulado, por ello, en mérito de la justicia y de la realidad, aplaudo la actitud de la Minga en su paso por Bogotá, pese a los prejuicios y a las falacias de muchos”.