Eventos recientes demuestran que las Américas se encuentran en una paradoja existencial.
Juan Pio Hernández. Director Ejecutivo de la ONG Plan País y coordinador de la Red Global de la Diáspora de Venezuela. Twitter: @Juapio
Estamos en un momento de choque de modelos geopolíticos y el continente americano es el epicentro. Por esto, hace falta un proceso de introspección y sanación. Identificando la ventaja competitiva del modelo que se busca respaldar. Para todo aquel que cree en el potencial del individuo, esa ventaja competitiva se basa en los dos factores centrales dentro de la historia de las Américas: la libertad y la migración.
La región entera vive una crisis de liderazgo y de identidad compartida que dificulta realizar los consensos necesarios y presentar la visión que los tiempos ameritan. Urge liderazgo y una narrativa común, en el que se haga memoria y se reflexione sobre esa historia que nos une y el trayecto que ha sido este poco más de medio milenio de existencia como región e historias republicanas independientes.
Tal cual familia disfuncional que busca solucionar difíciles quiebres, urge pasar por un proceso de sanación y aceptación, que debe empezar con un proceso de vinculación de lo propio como región y esa historia que nos une. Las Américas han sido el lugar del máximo experimento social que ha vivido la humanidad. Donde distintas etnias, razas y nacionalidades han sentado raíces, se han encontrado y han logrado surgir con inspiradores casos de movilidad social.
No existe otro lugar en el mundo donde esta diversidad se haya manifestado de tal manera y se hayan visto tantos avances. Es fácil enfocarse en lo negativo y en los difíciles momentos históricos que se han buscado corregir, pero urge reconocer el avance y el potencial que se tiene en continuar creciendo. Sin necesidad de agendas forzadas, de colectivización y control de la sociedad. Todo esto, lamentablemente, escondido bajo mensajes de equidad, diversidad y heridas difíciles de sanar del pasado.
Urge abrazar la libertad y utilizarla como bandera de esa nueva narrativa unificadora que se necesita.La manifestación más pura de la libertad es esa de migrar. En la que el individuo se ve amenazado en su entorno y como éste limita su posibilidad de vida. Sea por amenazas de sistemas hostiles ante la libertad del individuo, por debilidad o ausencia absoluta de un estado de derecho, la violencia, la corrupción y otros vicios de la sociedad, o la falta de un ecosistema en el que el individuo pueda desarrollar su talento, pasión, y destrezas para buscar la mejor versión de sí mismos.
Individuos de todos lados del mundo han optado por migrar buscando un futuro mejor. Han prosperado generando mucha riqueza y valor en el proceso. Las Américas es una región de migrantes, y este fenómeno ha generado un flujo de valor en el que todos ganan, tanto los países receptores de estos como los países origen de donde provienen.
Es empírico abrazar nuestra historia de migrantes y utilizarla como gran protector del ataque a las instituciones, nuestra historia y libertades que se está viviendo.
El expresidente estadounidense Theodore Roosevelt una vez dijo: “la libertad sin orden y el orden sin libertad son igualmente problemáticos.” Es esta la coyuntura que vivimos en este momento. Una realidad que hay que aceptar es que, hoy por hoy, el modelo democrático, de libertad y en pro de los migrantes está perdiendo.
Abrazar la migración y hablar de este fenómeno como la manifestación más pura de la libertad es un camino para tomar. Como gran narrativa o gran acuerdo, es algo que hay que consensuar de parte todo aquel con afinidad al continente americano y la tarea es urgente.