Aquellos años donde las personas en esta ciudad podían sentarse en las terrazas de sus casas para hablar con sus vecinos, es cosa del pasado; hoy más que nunca sus habitantes andan intranquilos, pero esperanzados en que a corto o mediano plazo se pueda lograr esa anhelada seguridad que por el momento no se respira en ningún rincón de ‘La Arenosa’.
Por: José Ríos Mercado. Comunicador social – Periodista. Twitter: @JoseRiosMercado
El lunes 16 de enero a la una de la madrugada, dos sujetos cortaron las rejas de la terraza y de una de las ventanas del frente de una vivienda localizada en el barrio Chiquinquirá (Localidad Suroriente) y luego de someter de forma violenta a los propietarios del inmueble, hurtaron 20 millones de pesos -entre dinero en efectivo y objetos de valor-. Días después, el domingo 29 de enero, fueron asesinadas cuatro personas mientras veían un partido de fútbol por televisión en un estadero localizado en el barrio Santuario (Localidad Metropolitana).
Ambos casos, además de prender las alarmas en toda Barranquilla, ratificaron que la seguridad en esta capital no pasa por su mejor momento.
En un artículo publicado el pasado 2 de febrero por El Tiempo referente a esta problemática, las autoridades indicaron que el departamento del Atlántico cerró el mes de enero de 2023 con 74 homicidios, 22 casos más en comparación con el mismo periodo del año pasado, cuando se presentaron 52. De este consolidado, 33 asesinatos se dieron en esta ciudad, lo que evidencia el preocupante panorama que afronta en materia de seguridad en un año que apenas arranca.
Además de las muertes violentas, la extorsión y el hurto en sus diferentes modalidades, son otros delitos que cada vez son más frecuentes y que tienen contra las cuerdas a sus habitantes quienes reclaman a gritos mayor presencia policial.
Foto: Policía Barranquilla
Los establecimientos comerciales y los ciudadanos de a pie son hoy los más golpeados por esta ola delincuencial sin precedentes. En el caso de los primeros, las tiendas de barrio son quizá las más afectadas hasta el punto de que 100 de estos negocios han tenido que cerrar en Barranquilla y su Área Metropolitana en el último año porque no están en capacidad de satisfacer las exigencias económicas de los violentos. Ferreterías, misceláneas, panaderías y restaurantes ubicados en las diferentes localidades, también son presionados en este sentido so exponerse a ser blanco de disparos en sus fachadas, o a que sus propietarios o empleados puedan ser objeto de alguna agresión contra su integridad.
En el caso de los segundos, hoy más que nunca están expuestos a ser despojados de sus pertenencias a cualquier hora del día y en cualquier lugar de esta capital, lo que ha contribuido a aumentar la percepción de inseguridad entre los barranquilleros.
No obstante, las autoridades distritales informan a diario que los operativos continúan para devolver una tranquilidad que sigue siendo esquiva. Aquellos años donde las personas en esta ciudad podían sentarse en las terrazas de sus casas para hablar con sus vecinos, es cosa del pasado; hoy más que nunca sus habitantes andan intranquilos, pero esperanzados en que a corto o mediano plazo se pueda lograr esa anhelada seguridad que por el momento no se respira en ningún rincón de ‘La Arenosa’.