Luego de conocerse el interés del Grupo Gilinski (propietario de la revista Semana) por adquirir el diario El Heraldo de Barranquilla, mucha información ha circulado en los últimos días acerca del pasado, presente y futuro del emblemático medio de comunicación.
Por: José Ríos Mercado. Comunicador social – Periodista. Twitter: @JoseRiosMercado
Si bien la inminente compra permitirá que el periódico pueda tener un “segundo aire” en materia económica, esta transacción significará su fin como empresa 100% ‘Made in Región Caribe’.
A finales de los 90’s, los dueños del diario empezaron a contemplar la posibilidad de venderlo parcial- o totalmente, puesto que eran conscientes de la evolución del segmento de los medios de comunicación y todo lo que eso representaba.
Esta dinámica implicaba que tuvieran que hacerse importantes inversiones a corto, mediano y largo plazo para que El Heraldo no se rezagara y mantuviera su protagonismo.
La llegada en septiembre de 2013 de un ingeniero civil barranquillero que había liderado diferentes proyectos editoriales en España a la dirección del periódico, marcó el inicio de una etapa que determinó el rumbo que tomaría el ‘Líder en la Costa’ en los años siguientes. Durante este período se presentaron los despidos de reconocidos comunicadores que levantaron su voz ante el nuevo timonel por no compartir la eliminación de un beneficio laboral contemplado en el Pacto colectivo de la empresa.
Otros 20 periodistas en solidaridad con sus colegas desvinculados y que no se identificaban con el estilo de liderazgo irrespetuoso y prepotente del nuevo director, dieron un paso al costado; esta desbandada impactó negativamente sobre el clima laboral y la calidad del producto. Para apaciguar la tempestad, se implementó desde la dirección un plan que consistió en el reclutamiento de comunicadores con poca experiencia y otros recién egresados, pero el ‘Plan B’ nunca logró resarcir el daño causado.
En febrero de 2020 se produce el retiro del controversial directivo, pero la suerte ya estaba echada: alrededor de 40 colaboradores (entre periodistas, diseñadores gráficos y fotógrafos) fueron despedidos durante sus 7 años de mandato. La conclusión a la que llegan algunos de sus subalternos fue que este personaje, en vez de contribuir con el fortalecimiento del medio de comunicación en el que hizo sus primeros pininos cuando apenas se abría campo en este oficio (año 1982), terminó por estancarlo al anteponer las medidas administrativas al asunto periodístico.
Cuando se creía que la tranquilidad había retornado al periódico, se declara la emergencia sanitaria en nuestro país como consecuencia del COVID-19. Esta crisis, además de cambiar la forma de trabajar en la empresa -pasando de un escenario presencial a uno virtual-, desencadenó el retiro en junio de 2020 de cerca de 50 empleados más (entre periodistas, diseñadores gráficos, fotógrafos y administrativos), situación que generó mucho ruido entre las diferentes agremiaciones de prensa nacionales e internacionales.
Hoy El Heraldo cuenta con una llamativa infraestructura física pero demasiado grande para su dinámica actual y el recurso humano que allí labora. En el caso específico de su sala de redacción, ésta es ocupada por un número reducido de comunicadores que trabajan no solo para esta marca sino también para los otros productos del medio de comunicación como lo son: Al Día y Q’hubo; con el tiempo, muy seguramente esta sede será acondicionada para convertirla en una más funcional y moderna.
El cambio que tuvo recientemente el diario al pasar a un formato tabloide y con menos páginas, respondió precisamente a satisfacer nuevas necesidades de un mercado que cada vez más prefiere alternativas menos densas en cuanto a contenidos, sin embargo, no se puede desconocer que la nueva cara de El Heraldo obedece a un presente que ha estado marcado por el factor económico.