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Jorge Hernán Peláez DANE

Pasamos raspando

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El reciente informe del DANE sobre crecimiento económico muestra un pírrico 0,6% para el año pasado, un golpe duro para una economía como la nuestra. El ajuste a la baja ha sido realmente dramático. Colombia venía de unos crecimientos grandes, en efecto, un 10,7% en 2021 y un 7,3% durante 2022, un verdadero rebote luego de los duros estragos de la pandemia durante 2020. Luego del primer año calendario completo del gobierno Petro, Colombia llega en 2023 a niveles cercanos a cero, es decir estamos al borde de entrar a zonas de recesión.

El contexto global es un poco menos dramático. El crecimiento del PIB a nivel mundial estuvo cerca de 2,9% durante 2023. En nuestra región, América Latina, el crecimiento fue menor pero mucho más saludable que el de Colombia: 2,2%. La realidad es que el año pasado fue un período de alta incertidumbre por los conflictos en Oriente Medio y el alargamiento de la situación entre Rusia y Ucrania. A nivel global persisten los fantasmas de la alta inflación, y aunque ya comenzaron a bajar, los grandes bancos centrales seguirán con la disminución de tasas de interés de manera muy paulatina.

Los analistas de todos los países coinciden en que la cautela se acrecentará en 2024, un año que trae las elecciones de Estados Unidos en noviembre como el gran punto de quiebre a nivel político, social y macroeconómico. Los mercados han entrado en una etapa de menor demanda de suministros asiáticos y una especie de período de observación ante la creciente explosión de aplicaciones y desarrollos alrededor de la Inteligencia Artificial. Miles de trabajadores de varias industrias, especialmente las de servicios, podrían ver pulverizados sus puestos de trabajo por este fenómeno en cuestión de semanas.

El exministro de Hacienda José Antonio Ocampo, sorprendió en los últimos días proponiendo una receta para la reactivación económica colombiana. La verdad es que hay algunos de nuestros sectores que tuvieron un decrecimiento significativo como la construcción, las ventas de viviendas nuevas y usadas, la infraestructura, por mencionar los más dramáticos y relevantes.

Las medidas que propone quien fuera ministro al principio de este gobierno, es que se debe ampliar el nivel de decrecimiento que el Banco de la República hará seguramente con los recortes de tasas de interés. Una acción más rápida sobre las tasas implica decrecer en más de 25 puntos básicos por sesión. Un segundo ingrediente se refiere a las exportaciones de productos no tradicionales, aprovechando la tasa de cambio actual para generar mejores ingresos para la nación. Finalmente, el gran remedio debe ser el de lograr que se destrabe la inversión pública.

El gobierno Petro no ha sido eficaz en lograr desembolsar grandes montos de proyectos de inversión. Como se evidenció con el episodio de la pérdida de la sede de los Juegos Panamericanos, los mandos medios de las entidades (bien sea por desconocimiento o por razones ocultas), no hacen su trabajo de la mejor manera. Hay decenas de ejemplos similares, hasta para una contratación en un cargo, o un simple nombramiento se enredan, si no, remítanse al horrendo espectáculo del Invima que lleva todo el gobierno (más de 18 meses) sin director en propiedad.

Hasta el decreto de yerros nació después de un parto doloroso que se llevó cabezas de funcionarios por delante. Si no se le para bolas a la inversión de verdad en 2024, nada raro que caigamos en crecimientos económicos negativos, y porque no, en una eventual recesión. Esta vez la sacamos barata, pasamos raspando