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Jorge Hernán Peláez Elecciones regionales

El costo de votar por la izquierda

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A hoy tenemos en América Latina, sin contar con las islas del Caribe, un total de 12 de 19 países que cuentan con gobiernos de izquierda. Por primera vez en toda la historia del continente, los cinco países con las economías más grandes de la región están siendo gobernados por esta ideología. Un escenario parecido sucedió en esta región desde finales del Siglo XX con las llegadas de Hugo Chávez al poder en Venezuela, Luis Inácio “Lula” Da Silva en su primer mandato en Brasil y Néstor Kirchner en Argentina.

Estamos a pocos días de una nueva definición en Argentina entre una nueva propuesta de derecha y la continuidad del Kirchnerismo, podría decirse peronismo, pero los expertos dicen que cada argentino tiene una definición diferente de lo que es el peronismo. Javier Milei y Massa se enfrentarán en lo que llaman allá el “balotaje” o simplemente segunda vuelta presidencial. No estoy seguro si Milei logre ganar, pero al menos como lo expresó en su discurso de primera vuelta, en sólo dos años demostró que hay un nuevo movimiento y sentimiento de indignación en Argentina. Ese mismo sentimiento está despertando en otros países contra los gobiernos, muchos de ellos inoperantes de izquierda.

Colombia tiene hoy la oportunidad de demostrar en las grandes capitales y los principales departamentos del país que una mayoría ciudadana quiere un cambio de frente. Las fallidas alcaldías de izquierda en Bogotá de este Siglo XXI, y los experimentos turbios como los de Medellín son capítulos que no se pueden olvidar. La degradación en recolección de basuras, aumento de inseguridad ciudadana, contratos inexplicables, nombramientos inverosímiles e investigaciones de entes de control se volvieron parte del paisaje y estuvieron a la orden del día.

Millones de colombianos se hastiaron de tanta narrativa teórica y el permanente despliegue de polarización en redes sociales. Ponen fotos y videos todo el día. No ejecutan obras. Proponen todos los días una cantidad de cosas que no pasan del registro en los medios. A la hora de la verdad no se ven calles, colegios o parques inaugurados.

El desempleo, la inflación y los altos precios de los combustibles tienen a los colombianos que viven en las principales capitales desconsolados y ahogados económicamente. Cuando el bolsillo no resiste a la realidad el hambre hace olvidar fácilmente las ideas de Marx y otros filósofos.

Milei descubrió que podía decir en campaña “zurdos de mierda” y le funcionó. Destapó el odio hacia los que prefieren que la sociedad entera decrezca en su capacidad económica, siempre y cuando los ricos pierdan algo. Para ellos no importa si los pobres pierden más. En el Reino Unido hace muchos años la primer ministro Margaret Tatcher sentenció claramente el pensamiento de alguien de izquierda: en su afán de justicia social, prefieren ver un rico cerrando una fábrica, que salvando el negocio y los empleos que genera. No piensan en crecimiento económico ni en generación de empleo. Piensan en venganza y revancha.

El costo de votar hoy por la izquierda es perpetuar en Colombia el modelo fallido que ya han demostrado otras naciones que intentan ese camino de narrativa romántica pero inviable. Alcaldes de otras líneas ideológicas le harán un importante y muy necesario al gobierno del Pacto Histórico, que se ha vuelto tan delirante como quien lo comanda. Ahora es más conocido como el Pacto Histérico, pues mañana veremos la furia en redes sociales cuando publiquen quien resabe qué contenidos distintos a simplemente aceptar la estruendosa derrota. El costo de votar por la izquierda es uno que no podemos pagar.