Kathy Griffin dijo que había que decapitarlo, Marylin Manson estuvo de acuerdo. Rosie O'Donnell, consideró mejor arrojarlo por un acantilado, Anthony Bourdain, ateniéndose a su profesión, sugirió que lo mejor era envenenarlo. Madonna y Moby expresaron que sería ideal hacerlo volar.
"Si estuviéramos en la escuela secundaria, lo llevaría detrás del gimnasio y le daría una paliza", dijo Biden y luego mejoró su intención y habló francamente de “ponerlo en el blanco”. Ha sido una década de un ejercicio público sin precedentes, el asesinato imaginario de un presidente de los Estados Unidos.
Que la izquierda tenga esa mentalidad patibularia no es extraño, pero la forma en los grandes medios de comunicación y los sectores académicos normalizaron el llamamiento a asesinato de Trump, si es un fenómeno nuevo. Pero la novedad no comporta ingenuidad. Quienes impulsan este tipo de narrativas saben claramente lo que quieren.Piensan que alguien, en alguna parte, tomará atenta nota, algún solitario, algún corazón atormentado por la injusticia, o por el miedo les tomará la palabra y preparará el rifle, o la bomba, o el puñal.
New Republic presentó a Trump como Hitler en su portada. “Elegimos la imagen de portada, basándonos en un conocido cartel de la campaña de Hitler de 1932 por una razón precisa: cualquiera que se hubiera trasladado de regreso a la Alemania de 1932 podría haber justificado muy, muy fácilmente los excesos de Herr Hitler y haberse convencido de que sus críticos estaban exagerando… Pero él y su gente prometieron desde el principio que usarían las herramientas de la democracia para destruirla”. Según los editores de New Republic, Trump estaba “bastante cerca” de ser un Hitler estadounidense, “y más nos vale luchar”. ¿En qué sustentaban semejante afirmación? En nada. Pura propaganda difamatoria. Sumar para que en la mente alguien surgiera la pregunta: ¿y si hubiéramos asesinado a Hitler en 1938? No hay forma de eximir de responsabilidad a los inteligentísimos estrategas del partido demócrata, o los editores de New Republic de promover una acción violenta y extrema contra Trump. Es bien simple. El nuevo manual para llevar a cabo un magnicidio consta de dos puntos: primero, siembra en el imaginario colectivo la ficción de como matar al presidente y luego dile a los haters que es otro Hitler. Alguien hará la tarea.
Los Lobos Solitarios, no son solitarios, llevan a cabo la acción de una manada fantasmal que los llama desde la oscuridad para matar. Lo sabe ISIS, lo saben los ultras. En esto no se puede alegar ignorancia. Por eso Maduro llama fascista a María Corina Machado y Pedro Sanches, en España, hace lo mismo con Isabel Ayuso, y Gustavo Petro llama nazis a los medios de comunicación que exponen sus tropelías, lo hacen para crear el escenario en el cual se justifique el uso la violencia contra sus opositores, violencia que ojalá sea ejecutada por terceros y que sea extrema. No es tan solo un programa de intimidación es un programa de exterminio concreto.
El brutal ataque contra las democracias en Israel y Ucrania se ha justificado tildándolas de Nazis. Lo particular se vuelve general.Así como esta retórica se usó contra un hombre, se puede usar contra toda una parte de la sociedad y así como fallaron en el blanco una vez, igual siguen apuntando a la cabeza de todos nosotros. Lo saben, es deliberado, no les permitamos que disparen.