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Jaime E. Arango Sociedad

La sociedad de la confianza

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Bukele debía recuperar la seguridad, el Estado es la pandilla más grande del barrio, y lo logró.Milei debe recuperar la economía y sin duda, lo logrará. En ambos casos hay algo en común, la recuperación de la confianza.

La seguridad y el dinero no son los medios para algo, son un bien si mismos, luego es natural que las sociedades sean seguras y ricas, no se trata de valores prescindibles o sustituibles en función objetivos abstractos, o mágicos, como la igualdad, o la justicia social.

Las constituciones y los códigos no son otra cosa que una declaración de intenciones sobre la confianza en las transacciones, pero no crean esa confianza que es previa y no para llegar al estado de cosas en que nos encontramos, que Bastiat describió, en el cual “el pillaje recíproco, deja de ser pillaje porque es recíproco”.

¿Pero la confianza como condición previa surge de dónde? Siguiendo a Bastiat, un ejemplo de esto es el preámbulo de la constitución de los Estados Unidos de América. “Nosotros el pueblo de los Estados Unidos, para formar una unión más perfecta, establecer la justicia, asegurar la tranquilidad eterna, proveer la defensa común, acrecentar el bienestar general y garantizar las dadivas de la libertad para nosotros mismos y nuestra posteridad, decretamos…” Los hombres que redactaron estas líneas no consideraban que existieran fuerzas mágicas, ni amigos imaginarios, ni abstracciones inspiradoras que dieran sentido a la fundación de la ciudad.

Para ellos en el principio estaba el pueblo, al que no declaran soberano e intangible, ni portador de mensajes ultramontanos, sino un operador fundante concreto para cosas básicas como “establecer la justicia”, “asegurar la tranquilidad”, no se mencionan figuras teologales como la paz, es un contrato entre la gente para asegurar la libertad como base de la prosperidad, es decir que la confianza surge de unos ciudadanos que confían en si mismos primero que todo.

La forma más básica de expresión de la confianza social es el mercado, en la medida que los mercados se restringen, o se regulan, la confianza desaparece.Por esta razón el socialismo es la sociedad de la desconfianza y en su forma más radical, el llamado socialismo real, llega al extremo de las purgas y la paranoia generalizada, donde el prójimo ha dejado de ser “digno de confianza”. No existe algo como un origen de la pobreza, los seres humanos nacimos pobres y lo fuimos durante milenios, lo que si existe es un origen de la riqueza y la base para la creación de riqueza es la confianza.

La formación de sociedades basadas en la confianza, y valga recordar aquí que el titulo de esta columna es el de libro de Alain Peyrefitte, La Sociedad de la Confianza, es una tarea en curso, en El Salvador, en Argentina, en Polonia, hay responsables políticos que están devolviendo poder real a la gente liberalizando los mercados y eliminando la tiranía del crimen, con los resultados en términos de prosperidad y bienestar que esto supone, a la vez en Colombia, México, o España, unas élites sin conexión con sus pueblos, siguen trabajando en promover la desconfianza y la división.