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Jaime E. Arango Marchas 21 de abril

La marcha de todos

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Las marchas crean los fundamentos para un relato común. Son directas, generan empatía, requieren organización, compromiso, disciplina, pero sobre todo hacen visible la existencia de una narrativa ampliamente aceptada.

El efecto real de las redes sociales en la dinámica política está fuertemente sobreestimado, como el historiador Robert Darnton ha escrito, “las maravillas de la tecnología de la comunicación en el presente han producido una falta conciencia sobre el pasado –incluso una sensación de que la comunicación no tiene historia, o nada de importancia digno de ser considerado antes de la era de la televisión e Internet”. El activismo en X, o en Facebookrepresenta apenas el mínimo de compromiso a que una persona puede llegar en función de una causa, para que el activismo sea realmente eficaz requiere vínculos humanos fuertes que solo se logran mediante el contacto directo y las vivencias compartidas.

Primero fueron la incertidumbre y la animadversión, estos sentimientos impulsaron marchas limitadas a miles de personas, pero estos sentimientos han escalado rápidamente a miedo y hostilidad, en este punto la fuerza emocional de la convocatoria hace prever manifestaciones de gran volumen, con tendencia a crecer y sostenerse en el tiempo. Pero ni la hostilidad, ni el miedo, son elementos suficientes para crear un relato común. El activismo político requiere objetivos concretos, es un proceso con etapas y cumplimiento de metas, es una acción de riesgo e implica compromiso.

¿Puede un movimiento masivo de protesta detener la implantación de una dictadura? ¿Puede evitar la destrucción de un sistema político abierto? Puede, pero debido a que se trata de fuerzas de naturaleza ciudadana, pacíficas y desarmadas, son vulnerables a la amenaza violenta.

En Venezuela las protestas masivas contra Chávez fueron neutralizadas mediante el uso de milicias y bandas criminales vicarias que dispararon contra los manifestantes y usaron fuerza extrema para disolver las marchas atacándolas desde adentro, la probable alianza política en Colombia entre el crimen organizado y el gobierno, que llaman “paz total”, hace predecible un escenario de esta naturaleza. Una confrontación entre ciudadanos y primeras líneas. Cuando el gobierno usa exclusivamente fuerza pública contra la ciudadanía movilizada pierde contra esta, como sucedió, por ejemplo, en 2014 durante el levantamiento en Plaza de Maidán, en Kiev, cuando las fuerzas Yanukóvich abrieron fuego sobre los manifestantes. Para eliminar la creciente protesta ciudadana que se avecina, el gobierno probablemente usará milicias. Luego, un objetivo político primordial es evitar que se desarrollen e implanten estos sistemas milicianos.

Si el próximo 21A se logra una movilización masiva, y todo indica que así será, se habrá logrado un primer paso, demostrar que la protesta cívica, no violenta, si puede ser general y que representa la mayoría, pero ¿qué quiere esa mayoría?¿Cuál es el relato común frente al gobierno? La respuesta no puede ser fabricar una causa, la movilización por sí misma va creando el relato, la causa es el resultado de la acción, pero la acción no es resultado de la causa. Esta realidad es fundamental en la comprensión de la estrategia política.