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¿La libertad avanza?

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No sé si Milei gane las elecciones, ni si pueda llevar adelante su ambicioso programa, pero su mensaje de volver a la libertad y las fuentes de la democracia es un verdadero mensaje revolucionario, sobre todo en una Hispanoamérica donde la libertad retrocede. Nos queda esperar que en Argentina la libertad sí avance.

Jaime Eduardo Arango. Analista y consultor. Twitter: @jaimearango9

No. La libertad retrocede en el mundo. Hay una rebelión de las élites contra la democracia y una rebelión identitaria, de base popular, contra la democracia. La vanguardia ambientalista y la vanguardia supremacista impulsan agendas autoritarias dirigidas a limitar los derechos individuales y a controlar cada vez más la vida de los ciudadanos.

Desde que los deístas del siglo XVIII reemplazaron la gracia por la justicia, la política ha estado expuesta a las tensiones derivadas del reclamo por el paraíso perdido y el paraíso no es democrático, de hecho, es un lugar del que te pueden expulsar y en su versión actualizada, te pueden expulsar por ser un contaminador, o un inmigrante, o un “transfóbico”, y la lista se alarga, por eso resulta tan notable que desde el sur de América un programa político se defina como que «La Libertad Avanza».

Pero no es tan extraño si se recuerda que Argentina ha sido el único país de Hispanoamérica que ha contado con un sistema político basado en el pensamiento liberal decimonónico que se consignó en la Constitución de 1853, a partir sobre todo del pensamiento político de Juan Bautista Alberdi.

En ese entonces, Alberdi escribió: “El que no cree en la libertad como fuente de riqueza, ni merece ser libre, ni sabe ser rico. La Constitución que se han dado los pueblos argentinos es un criadero de oro y plata”. Creyó en una patria grande y unida, siguiendo la lógica con que se conformó la unión americana. “Una provincia en sí es la impotencia misma, y nada hará jamás que no sea provincial, es decir, pequeño, obscuro, miserable, provincial, en fin, aunque la provincia se apellide Estado.”

Creyó, con razón, en que la fuerza civilizadora era el legado insustituible de occidente: “En América todo lo que no es europeo es bárbaro: no hay más división que esta: 1.º, el indígena, es decir, el salvaje; 2.º, el europeo, es decir, nosotros, los que hemos nacido en América y hablamos español, los que creemos en Jesucristo y no en Pillán (dios de los indígenas) … ¿De dónde le vendrá esto en lo futuro? Del mismo origen de que vino antes de ahora: de Europa.

Esta Constitución se concibió con una finalidad puramente económica, no buscaba hacer mejores a los argentinos, ni decirles cómo vivir, ni en qué creer, desde un comienzo insistieron en la libertad de cultos y siempre en dominar el territorio nacional: “gobernar es poblar”.

Quizá el carácter histriónico de Javier Milei no sea la manera más adecuada de presentar a Spenser y a Stuart Mill, pero sin él su mensaje no hubiera llegado a los argentinos, pero más allá de su personaje, el punto más relevante de Milei es que tiene razón.

“La Casta”, que nosotros llamamos clase política, es un organismo parasitario que captura las rentas ciudadanas para auto sostenerse y los “zurdos empobrecedores” existen, los tenemos mandando en Colombia, y son un agente que destruye la libertad y la convivencia.

Y sí, el estado debe ser lo más pequeño posible y no tratar los ciudadanos como niños y el comercio tiene que ser absolutamente libre y la única igualdad admisible moralmente es la igualdad ante ley y si nadie quiere adquirir tu moneda entonces debes cambiarla por alguna que tenga valor y hay que sacar a los criminales de las calles.

No sé si Milei gane las elecciones, ni si pueda llevar adelante su ambicioso programa, pero su mensaje de volver a la libertad y las fuentes de la democracia es un verdadero mensaje revolucionario, sobre todo en una Hispanoamérica donde la libertad retrocede. Nos queda esperar que en Argentina la libertad sí avance.