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Jaime E. Arango Opinión

El oficio de ejecutor

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Las balas que mataron a Brian Thomson son las mismas con las que Kaliayev asesinó al Gran Duque Sergio en 1905, o Sasonov al ministro Plehve 1904, son la bomba de Henry, en el Café Terminus, o el puñal con el que Caserio mató a Carnot en 1894. Solo en 1892 hubo más de mil atentados con dinamita en Europa y 500 en América. La sociedad anarquista de Valencia en España declaraba en 1887 que, “si la sociedad no cede, tienen que desaparecer el mal y el vicio, aunque todos debamos perecer con ellos”. Albert Camus, los llamó “Los asesinos Delicados”, pero más allá del dilema moral, se trata simplemente de terrorismo individual. La mañana del cuatro de diciembre de 2024, Estados Unidos sufrió un ataque de terrorismo doméstico, de carácter individual.

Luigi Mangione, siguiendo la larga tradición de rebeldes radicales que inventó Netchaiev, impulsó un dinámica de propaganda por la acción. Esta teoría supone que un acto extremo visibiliza “la causa”, atrae seguidores, pero sobre todo émulos. Para Mangione asesinar a Thomson era solo el primer paso en un vasta empresa de exterminio de jefes corporativos que colapsaría el sistema y restablecería el orden moral. Por eso en su manifiesto escribe en plural, “francamente estos parásitos, simplemente se lo merecían”. Al igual que Theodore Kaczynski, el Unabomber, que tenía como objetivo primordial que se publicara su manifiesto contra la sociedad industrial, Mangione quería enviar un mensaje e iniciar un movimiento.

Pero ¿por qué son “parásitos” y por qué “se lo merecían”? En la justificación del crimen está la verdadera naturaleza de acto terrorista. Mangione proviene del entorno académico que exaltó los crímenes cometidos por Hamas contra civiles israelíes en octubre del 2023, las mismas personas, jóvenes, ricos, que justificaron esas violaciones como “un acto de rebelión”. Es decir, una elite ideológicamente formada para ver el terrorismo como una forma legitima de acción moral, por lo tanto, Mangione sabía de antemano que contaba con un público para su puesta en escena, porque el terrorismo es eso, un teatro brutal, para que el terrorismo sea eficiente requiere que su mensaje simbólico no solo sea transmitido, sino también comprendido.

Los terroristas de mediados del Siglo XIX, como los Fenianos irlandeses, o los nihilistas rusos, eran capaces de morir por la causa, los terroristas del siglo XXI solo son capaces de matar por la causa, excepto los terroristas suicidas de los grupos fundamentalistas islámicos, incluso buscan la impunidad para sus crímenes, quieren que la ley los declare inocentes, por eso Mangione no enfrenta los policías que lo detienen, no es un mártir, la iglesia antisistema contemporánea solo produce verdugos. La razón por la cual Mangione asesina al director ejecutivo de una empresa de aseguramiento en salud no es personal, no responde a ningún agravio previo, ni es para revindicar a terceros, la víctima se escoge estratégicamente porque el perpetrador sabe el complejo sistema de salud norteamericano es una fuente permanente de descontento y frustración y por lo tanto hay un entorno para justificar su crimen, que no es para mejorar el sistema de salud, es para derribar el sistema empresarial americano, porque Mangione cree que tras él vendrá una oleada de terror contra los lideres corporativos, se ve como el pionero de una revolución futura.

Decía Weidle que “el nihilismo es un oscurantismo racionalista”, miles de jóvenes como Mangione viven en ese oscurantismo difundido en las universidades y en los medios masivos que promueven la radicalización y la justificación del crimen y la violencia. Para miles este terrorista es ya un héroe, su acción ha sido exitosa, ya circula una lista negra de directivos de aseguradoras y se están desarrollando campañas publicas de difamación y amenazas con carteles callejeros y actividad en redes sociales dirigida criminalizar a la victima y las posibles victimas futuras. No resultaría extraño que Mangione sea unos meses el símbolo de la rebelión y considerado un héroe americano. En este episodio, el terrorista va ganando. El oficio de ejecutor adquiere prestigio cunado el ejecutor pertenece las elites.