Se cuestiona la legitimidad del sistema legal existente con la intención de poner al pueblo contra la ley, pero para avanzar en esta estrategia se necesita precisamente pueblo y no lo tienen, porque tampoco tienen ni un partido, ni un gobierno de adhesión, tan solo un movimiento de odio basado en la politización de la ignorancia, en una supuesta representación general de un mandato que no los fue otorgado.
No hay tal pueblo contra la ley, lo que hay es una pandilla contra el pueblo y contra la ley, empeñados en el proyecto demente de transformar a las organizaciones criminales en vanguardia política convirtiéndolos, ya se hizo en otro gobierno, en victimas de sus victimas para erradicar a la sociedad civil de ámbito de la política apropiándose del discurso moral y patrimonializando el miedo.
¿Esta modalidad de Chavismo Exprés, tiene futuro?Depende, el gobierno de Petro no tiene contenido para sostener una narración dramática sobre el poder, su relato se basa en criminalizar a sus opositores, pero no ofrece una compensación moral a sus seguidores diferente de la simple promesa de venganza. En este punto es muy relevante tener en cuenta que por lo menos una cuarta parte de la población aprueba la ejecución de dicha venganza lo cual es muy inquietante para la paz social en el inmediato futuro, pero no es suficiente para avasallar a la democracia; la apropiación de la narrativa moral también requiere de la redención y sobre esto último Petro carece de contenido. Solo ofrece el jubilo del linchamiento, como en el caso de enjuiciar a Álvaro Uribe, pura embriaguez sin mañana.
El pueblo contra la ley es un mito que no funcionó. Lo que hay es ciudadanos con la ley. A veces siento ternura, o philia, en el mejor sentido griego de la palabra, por esas personas importantes e inteligentes que intentan convencer, o desacreditar a Petro, con cuadros técnicos y hechos y datos, que a Petro le importan un bledo y a la opinión también, porque eso no responde a las expectativas morales de las personas que esperan un mensaje que refrende su superioridad moral frente al pandillerismo gubernamental. En esta disputa no se trata de tener la razón, se trata de ser los buenos.
El estado no es más que un acuerdo logrado y sostenido mediante la coerción, la sociedad en cambio es un acuerdo voluntario que se refrenda cada día, por eso no existe tal cosa como “la fuerza de las instituciones”, eso es una abstracción radical, lo que es fuerte es la sociedad, pero se ve debilitada para avanzar, o para defender sus libertades, precisamente porque las tales instituciones que se supone la representan no se ponen de su parte.
Lo que está comprometiendo el futuro de las sociedades abiertas, es que el estado se ha vuelto contra los ciudadanos, colabora con la deriva autoritaria del poder ejecutivo y desincentiva las acciones ciudadanas de defensa de la sociedad mostrándolas como ilegales, o ilegítimas. Un caso paradigmático en Colombia es la renuencia del poder legislativo en avanzar en el juicio político al presidente, en el cual están dadas todas las condiciones necesarias para llevarlo adelante, o el silencio de las cortes frente la expropiación de las EPS, e incontables acciones ilegales del ejecutivo que no solo se permiten, sino que se normalizan.
Frente a la mítica jornada del pueblo contra la ley, la ciudadanía está sola en defensa de la ley. Sabe que ese “pueblo” que invocan no existe, y que las leyes que quieren destruir son las que garantizan sus libertades y su futuro. Pero la ciudadanía puede hacer que las abstracciones de la democracia funcionen en la realidad, Gene Sharp, o los manifestantes por los derechos civiles en Estados Unidos, han mostrado cómo puede lograrse que el estado cumpla con la ley y honre el contrato con los ciudadanos. Las élites políticas y económicas se sumarán si vamos ganando, o nos abandonarán si vamos perdiendo. Esas son realidades que no vale la pena discutir.
Un adicional: El domingo 21 es el día de #LaMarchadeTodos#Domingo21AlaCalle.