“El cambio histórico hizo unas propuestas en campaña que a todas luces son retrógradas, perjudiciales para el país, cargadas de un peligroso populismo que predica a todas luces pan para hoy, hambre para mañana”.
HASSAN NASSAR
Director Revista Alternativa
Son tantas las reformas que se propone sacar adelante el gobierno de Gustavo Petro, que uno se pregunta si lo que busca es refundar el Estado colombiano durante su mandato. Incluso, si es este el propósito final, como muchos auguran, ¿qué rol jugará el Congreso y los partidos políticos en este proceso?, en especial los conservadores y liberales en las próximas legislaturas.
Lo de César Gaviria lamentablemente ha sido la manzanilla en la última etapa de su vida política. ¿Qué pasó con ese joven exministro estrella de Virgilio Barco que se encontró la presidencia en el entierro de un verdadero liberal como Luis Carlos Galán Sarmiento?
Gaviria que tuvo una presidencia transformadora en el plano económico, así muchos lo desconozcan, y que luego jugó un papel hemisférico muy relevante en Washington al frente de la OEA, terminó dirigiendo hoy un Partido Liberal cuyos principios se pliegan a la chequera burocrática de turno.
Los liberales actualmente son damiselas del presidente en ejercicio. Unos días juegan a ser rebeldes, pero al final terminan negociando sus buenos oficios legislativos a cambio de una buena tajada burocrática.
Sorprende tristemente que César Gaviria, quien abrió la economía de Colombia, respalde hoy una coalición y un gobierno que admira y propone la cubanización de varios sectores y la destrucción del aparato productivo. Es como si todo lo que se avanzó en materia económica en las últimas décadas se desconociera por completo y los liberales guardaran un silencio cómplice. Pero si el trasegar del Partido Liberal es lánguido, el de los conservadores es una absoluta vergüenza.
Menos mal el ilustre Álvaro Gómez Hurtado no tuvo que presenciar en lo que terminaron las banderas de su partido, inclinado y de rodillas, entregado al populismo de izquierda por un triste plato de lentejas.
El Partido Conservador perdió con esta nueva clase dirigente su norte, toda su legitimidad institucional y lo más grave, su doctrina. Claramente son el hazmerreír político, pero eso no le importa al partido. Sus líderes están buscando puestos y no perder su capacidad de negociación así sea jugando el rol de cabareteras en el Congreso.
Y cómo no estar preocupados si son estos dos tristes partidos, Liberal y Conservador, los que tendrán un papel protagónico en la aprobación de las reformas del Pacto Histórico. ¿Será que son conscientes del papel que tienen ahora?
Acabamos de ver el esperpento que presentó la ministra Carolina Corcho como proyecto de reforma a la Salud. Una reforma que nos lleva de vuelta a las épocas del Seguro Social y donde los recursos quedan en manos de alcaldes y gobernadores. Cómo será de inconveniente que hasta algunos de sus colegas ministros en el gabinete tienen serias objeciones al documento final y otros ni siquiera asistieron a la presentación en público del proyecto por la física vergüenza de aparecer en la foto.
Y qué decir del gremio médico y científico que no logran entender a qué horas terminamos admirando el modelo de salud cubano y no el propio que salió adelante después de afrontar el mayor reto de salud pública en su historia cuando superamos la pandemia del covid-19.
Pero aún más triste, recuerdo perfectamente cómo el narcotráfico se llevó por delante y asesinó a varios líderes liberales y conservadores en los momentos más oscuros de la guerra contra el narcotráfico en Colombia. Desaparecieron esos hombres y mujeres que no negociaban sus principios por puestos y que no tenían miedo de señalar con el dedo a esos capos de la droga que llenaban de sangre al país.
¿Dónde quedaron esos líderes liberales y conservadores ahora que desde la distancia guardan silencio mientras suspenden los operativos policiales para perseguir a los cabecillas del narcotráfico como los del Clan del Golfo o los Pachenca?
¿Dónde están esos congresistas que tendrán la responsabilidad de hacer contrapeso a un gobierno que cada vez más muestra los colmillos afilados amenazando con sacar la gente a la calle si no se aprueban las reformas que propone?
El cambio histórico hizo unas propuestas en campaña que a todas luces son retrógradas, perjudiciales para el país, cargadas de un peligroso populismo que predica a todas luces pan para hoy, hambre para mañana.
La responsabilidad no recae únicamente sobre los miembros del Pacto Histórico, también sobre los partidos que antes fueron oposición y ahora por unos puestos son coalición de gobierno.
Ya la economía empezó a mostrar su desaceleración, la inflación sigue disparada y no es para menos con la cantidad de disparates que trina el presidente y la mayoría de sus ministros diariamente.
Según la propia CERAC más de 500 mil colombianos han salido del país en el último año, y sobra decir que serán muchos más frente al desolador panorama de cambio que ha llegado.
Están advertidos, que no vayan a salir después César Gaviria y Efraín Cepeda a lavarse las manos del desastre que se avecina de aprobarse las reformas que presenta Gustavo Petro.
Ahora que los discursos desde el balcón se convertirán en una rutina al estilo de Juan Domingo y Eva Perón, vale la pena preguntarse si estamos ante una versión carnavalesca y tropical de un nuevo líder populista del Caribe, un “Petrón”.
Ya sabemos al triste lugar a donde el peronismo llevó a Argentina, no dejemos que este nuevo “Petrón”, desde el balcón, nos lance por el mismo precipicio.