Sábado, 23 de noviembre de 2024 Suscríbase
Temas
Fernando Cepeda Ulloa Opinión

¿Otro país político?

Más de este autor

La reactivación económica parece no impactar a la opinión pública pero sí a los organismos internacionales que destacan el desempeño económico de Colombia”.

POR: Fernando Cepeda

Para entender mejor estas elecciones presidenciales conviene comparar las encuestas del 7 de mayo de 2010 con las de ahora y encuentro un país muy diferente. Estoy hablando del proceso electoral que llevó a la presidencia a Juan Manuel Santos, el penúltimo presidente. Han pasado doce años. Aquí recojo los datos más protuberantes.

La encuesta de Ipsos financiada por Semana, RCN, la F.M. y RCN Radio y divulgada el 7 de mayo de 2010, mostraba un paisaje electoral muy diferente al de hoy. El 25% simpatizaba con el Partido de la U, hoy el uno por ciento; con el Partido Liberal el 20%, hoy también en segundo lugar, tan solo con el 7%; el Partido Conservador el 14%, ahora el 5%. Hoy el Pacto Histórico tiene la simpatía del 24%. “Otro País Político”.

El presidente Uribe tenía una favorabilidad de 78% después de dos períodos presidenciales. El 67% creía que había cumplido sus promesas. La campaña de denigración contra el hoy expresidente Uribe ha reducido significativamente estos números.

La intención de voto para esa fecha era: Santos 35%, Mockus 34%; Santos había pasado de 19% en mayo 2009 a 35%; Mockus de 4% a 34% y Petro de 0% a 4%. 39% declaraban que jamás votarían por Petro; anticipaban que Santos o Mockus ganarían la Presidencia. Tan solo 2% apostaba por Petro, Y para la segunda vuelta 48% anunciaba su voto por Mockus y 41% por Santos.

Es protuberante la evolución favorable que ha logrado Petro en doce años. Se parecen a las de Fajardo en esa época. Federico Gutiérrez no concursaba.

No sorprende que esta campaña presidencial haya sido muy diferente. No estaban ni las ejecutorias del presidente Uribe ni su favorabilidad. Y no habíamos sufrido los efectos devastadores de la pandemia que desnudó nuestros más grandes problemas, la desigualdad en primer lugar, el desempleo de muchos. La reactivación económica parece no impactar a la opinión pública pero sí a los organismos internacionales que destacan el desempeño económico de Colombia. Y como lo anota el New York Times del 18 de mayo, en su primera página, vivimos, aquí y en otras partes, la influencia calamitosa de la pandemia, de la inflación, de la monstruosa guerra contra Ucrania, las dificultades de un alto endeudamiento y las catástrofes naturales, lluvias, desbordamientos de ríos, deslizamientos de montañas.

Debo añadir el ambiente negativo (muy negativo) que ha venido apoderándose de la mentalidad de los colombianos desde hace varios años y que se ve claramente en las respuestas negativas cuando las encuestas preguntan por la confianza o favorabilidad hacia instituciones, personalidades y políticas públicas. Como que las ilusiones y satisfacciones las da el deporte, en sus diferentes formas.

No se ve un programa de un candidato que haya impactado al electorado. Este parece estar en una situación de desorientación enorme y así responde cuando le preguntan sobre el problema más grave o el más urgente.

Es innegable la ausencia del papel de los partidos políticos. Y por eso la simpatía o identificación con ellos es tan débil. Precandidatos me contaban del rechazo que los ciudadanos expresaban hacia los partidos. Los diagnósticos de los mejores expertos sobre la relevancia de los partidos para la democracia quedaban negados. Recuerdo uno de los más contundentes “en resumen, solo los partidos políticos pueden otorgarnos la cohesión, la continuidad y la responsabilidad necesarias para hacer funcionar la democracia”. Así se expresaba la comisión californiana para la renovación del partido, (1982).

Se reconoce que la crisis, ya vieja, de la democracia liberal ha golpeado duramente a los partidos políticos. Así lo muestran las recientes elecciones en Chile o la de hace unas semanas en Francia. Pero, todavía, no se vislumbra un sustituto que haya sido la institución clave en el manejo de la vida política.

Su impactante decadencia en Colombia es una de las principales señales que nos dicen que estamos viviendo en “Otro País Político”. Y, entonces, cambian la manera de llegar al poder, la forma de hacer política y de gobernar. Y, obvio, las relaciones ciudadanía-vida política, ciudadanía-elecciones, ciudadanía-gobierno adquieren un carácter muy diferente. Es “Otro País Político”. El caso de Boric y su rápida desfavorabilidad es un testimonio que debe tomarse en cuenta.