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Fernando Cepeda Ulloa Reino Unido

Harry y Meg

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El libro es un alegato feroz contra los medios de comunicación, como hablando en nombre de Diana, en el de Meg y en el propio”

Fernando Cepeda Ulloa

Me tomó tres días. Más de setecientas páginas. En inglés se llama Spare, en castellano, En la sombra. Es el libro que ha invadido vitrinas, estantes y mesas en Estados Unidos e Inglaterra. Hubiera preferido leerlo en inglés. La traducción no me gustó.

A pesar de que había decidido no leerlo, ya había visto el documental en sus dos capítulos, y eso me parecía suficiente. Aunque intenté abandonar la lectura tenía esperanza de que pronto encontraría algo más sustancial, ello no ocurrió. ¿Tiempo perdido? no creo. Jamás imaginé que llegaría a conocer dimensión tan sombría de la vida de un príncipe de la más respetable monarquía. Creo que nuestros abuelos tenían razón cuando nos enseñaron que “la ropa sucia se lava en casa”. El comportamiento del príncipe Harry me parece insólito y creo que le hace más daño a él que a la propia monarquía.

Debo aclarar que he tenido desde siempre gran admiración por el sistema político británico, por sus intelectuales, que aprecié mucho sus deferencias hacia Colombia y hacia mí cuando la representé como embajador hace más de tres décadas, que admiro sus universidades y guardo máximo afecto y respeto por Malcolm Deas, el historiador británico que tanto ha contribuido a desarrollar una nueva historia en Colombia.

El libro autobiográfico es la narrativa de un príncipe que exhibe, sin disminuirlo, un complejo de inferioridad enorme respecto a sus familiares, a sus compañeros de colegio y, al mismo tiempo, siente gran admiración por las personas que conoce fuera de la realeza, en su patria, en Canadá o África.

Como que el nombre con el cual lo designaban por no ser el heredero directo de la Corona, era el segundo, ahora el sexto, lo marcó y lo sigue afectando: Repuesto. Increíble. Y así se autopercibe por donde va, donde esté, al lado de la reina, su abuela, o en una fiesta de amigos. Una autoestima muy bajita: que no es talentoso, que no puede concentrarse, que ni pensar en hacer estudios universitarios, etc.

Y la idea de que lo maltratan, la manía de comparar con lo que le dan a su hermano y lo que le dan a él, menos o de menor calidad… así va reforzando la idea del Repuesto que va acompañada de la de díscolo, vago, tonto, inútil y otros descalificativos que la prensa le endilga con frecuencia.

Hay eventos en su vida que no termina de digerir, como la muerte de su madre, la princesa Diana. Algo lo ayudó una psicóloga. Para él, su madre se escondió, huyó, pero no ha muerto. Se diría que no pudo llorarla. Su imagen siempre está presente. Tanto que me parece que el drama de su relación con la familia real y con la prensa reproduce el drama mayor de Diana, que la llevó a huir del palacio, sus ritos y simbolismos, como terminó haciéndolo Harry. Y la manera como percibió los brutales ataques de la prensa contra Meg, su novia, su señora, pues querían destruirla como a su mamá. Nada sorprendente que Meg le hubiera planteado el suicidio. La huida total.

¿Acaso el matrimonio con una mujer birracial, madre negra, padre blanco, estadounidense, actriz reconocida de una telenovela, constituía desafío a la monarquía? Con todo, sus primeros meses como princesa anunciaban que sería más querida por la ciudadanía que Diana…

Si alguien espera encontrar alguna tarea de gobierno o chismes morbosos contra la familia real, pierde su tiempo. El libro es un alegato feroz contra los medios de comunicación, como hablando en nombre de Diana, en el de Meg y en el propio. Y una acusación a la realeza que según él, tiene entendimiento con los medios para estos perversos propósitos. Y no que Carlos, hoy el Rey, o Camila no hubieran experimentado tratamientos iguales y hasta peores. Harry dice haber vivido en una jaula de oro.