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¿Cómo defender a Colombia?

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A menos de cuarenta y ocho horas de los últimos actos contra la democracia cometidos por el dictador Petro, la ciudadanía, como conglomerado humano que soporta los impactos de las decisiones arbitrarias del régimen vigente, decepciona por su falta de una reacción coherente.

Los autodenominados “de centro”, los tibios en discurso, pero radicales dentro de su obsesión por asentarse en el inexistente “medio”, expresan su sorpresa ante el autoritarismo del que tanto se les advirtió. Su compunción refleja su falsedad; solo buscan lavarse las manos cuando ya es muy tarde. Ayudaron a elegir al energúmeno y ahora pretenden desmarcarse, impulsados más por un interés electoral a corto plazo que por una renovada comprensión de la moralidad.

La única línea de defensa real la ejercen quienes desde el principio han confrontado al ex terrorista del M-19. ¿Por qué? Porque a los indiferentes respecto a la política nada les remueve la conciencia; porque a aquellos que lo hicieron jefe de Estado les resulta necesario mantener a su autócrata en el cargo; porque los arrepentidos son de dudosa lealtad.

Sin embargo, dada la precaria iniciativa y la ausencia de acciones claras de la oposición, las pocas victorias son pírricas. Se ganan batallas y se está perdiendo la guerra. Nadie lo encara con fuerza. En consecuencia, Petro todavía se mueve con bastante fluidez y hace lo que se le viene en gana, mientras el Estado se cae como un castillo de naipes soplado por un abusador.

Si alguien sigue escéptico, evalúe las siguientes preguntas: ¿Cómo es posible que desde el instante en que fueron intervenidas Sanitas y Nueva EPS, entidades con alrededor de seis millones y once millones de usuarios respectivamente, la población no haya salido en masa a arengar frente a la Casa de Nariño? ¿Tiene lógica que aún se mantenga la fecha del 21 de abril para salir a marchar cuando es imperioso ya estar llenando la Plaza de Bolívar? ¿Por qué se continúa debatiendo, en espacios académicos, de redes sociales o televisivos, la permanencia de Petro en el gobierno si el hombre ha dejado claro que "le suda" gobernar y que su objetivo es perpetuarse en el poder usando los medios ilegales a su disposición? ¿En qué consiste esa fatua discusión entre hacer o no un paro nacional cuando quizás sería la única alternativa?

El que no detecta los males cuando nacen, no es verdaderamente prudente”, dijo el filósofo político Nicolás Maquiavelo. Una frase que alude a la prudencia, en su sentido de buen juicio, madurez o reflexión, pero que también se extendería a la estupidez, de la manera en que el escritor estadounidense, William Gaddis, la concibió: “el cultivo deliberado de la ignorancia”.

¿En Colombia se desconoce el significado de la prudencia, su población es experta en cosechar la estupidez y profesa una tolerancia impropia a la gente sensata? Sabrá Dios. Lo cierto es que así como no hubo Hitler sin los alemanes de las décadas precedentes y los años concomitantes a la Segunda Guerra Mundial, no hay Petro sin los colombianos del momento.

En la Rebelión de Atlas, Ayn Rand resalta la importancia de recordarle al beneficiario de la caridad que debería estar agradecido, puesto que es objeto de los buenos oficios de otro. Es una falacia creer que “el sustento no se gana y que el afecto tampoco”.

Un presidente dirige un país según un mandato popular anclado en la buena voluntad colectiva. El presidente es siervo de los ciudadanos y ellos deben hacerle saber que está ahí por su caridad. Petro se ha demorado en recordar que nunca ha tenido crédito y, si lo tuvo con algún sector, se agotó hace mucho tiempo. Ese error es culpa de todos, aunque puede subsanarse.

Los colombianos tienen que espabilarse. “Se metieron en la cama con el demonio y acabaron despertándose en el infierno”; un infierno sin fin cercano. Para escapar toca abrir los ojos, destapar los oídos y descoser la boca.

En el caso de la oposición, esta tendrá que desechar egos y peleas intestinas, seleccionar un líder que reúna las ideas fundamentales y definir una estrategia certera si espera en el futuro recuperar al país de las mandíbulas de la hiena.