Inteligencia en salud VS. Inteligencia militar
Por FANNY KERTZMAN
Hoy en día la tecnología de los teléfonos celulares permite acumular mucha información sobre la localización de su dueño y con quienes ha tenido contacto. En efecto, el bluetooth emite microrayos que son captados por otros smartphones alrededor, lo que permite a las empresas de telefonía celular ubicar a las personas con que han estado en contacto. Las redes wifi permiten ver quién se ha conectado a ellas y el GPS informa vía la señal del teléfono celular dónde ha estado la persona y por cuánto tiempo.
Los organismos de seguridad alrededor del mundo han hecho uso de esta tecnología. Ahora, con la excusa de prevenir y controlar la epidemia del Covid-19 los gobiernos han ampliado a la salud el uso de estos datos. Con la etiqueta de salud se tumban las barreras de la privacidad y los gobiernos o entes de control tienen acceso a toda la información sobre los movimientos y contactos de los ciudadanos.
Estas facilidades son usadas en diversos países para identificar a las personas en riesgo de contraer Coronavirus, por haber estado, por ejemplo, en contacto cercano con alguien contagiado. En Israel usted puede recibir un mensaje en ese sentido, advirtiéndole que se aísle por quince días.
En Colombia hay tres ejemplos de este tipo de aplicaciones. Una es Coronapp, desarrollada desde 2017 por el Instituto Nacional de Salud para detectar inicialmente casos de chikunguña y dengue, a la cual se le han añadido módulos para captar casos de Coronavirus. La otra es el portal Medellín me cuida, desarrollada por la Alcaldía de esa ciudad, con el fin específico de localizar casos de Covid-19, lo mismo que la aplicación CaliValle Corona, desarrollada en el Valle del Cauca con los mismos fines. Cabe anotar que Medellín me cuida no es tan invasivo pues es un portal y no una aplicación en su teléfono celular, por lo que capta menos información que si fuera una App.
El instituto Karisma* se dedicó recientemente a analizar la privacidad de las aplicaciones colombianas y los resultados fueron “defraudantes” por decir lo menos. “Con una visión muy romántica de los poderes de la tecnología, nuestras autoridades creen que su uso les da soluciones infalibles para enfrentar la pandemia. Lo hacen sin explicaciones, sin decir siquiera cuáles son las probabilidades de éxito que le atribuyen” dice Karisma.
“Ninguna de las tres herramientas… cumple con los mínimos legales de protección de datos” dice refiriéndose a las tres soluciones colombianas. Todas son fácilmente hackeables y ¿qué pasó con la privacidad? “Lo que encontramos se parece más a un experimento masivo de vigilancia de personas que a una herramienta para seguir al Covid-19. Vimos tácticas de recolección masiva de datos que parece más una estrategia para vigilar a las personas que para vigilar y contener el virus”.
Más valdría que inteligencia militar recogiera este tipo de datos si va a espiar particulares y no se limitara a la débil información que aparece en las redes sociales de periodistas y funcionarios espiados. El Instituto Nacional de Salud podría compartir esta información con los militares para realmente poder pescar bandidos.
* Instituto Karisma: https://web.karisma.org.co/las-aplicaciones-contra-la-pandemia-o-jugando-al-gato-y-al-raton/