El Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de revisar sus proyecciones sobre la economía global. El análisis desnuda los efectos de la pandemia en ella. La economía global está saliendo de las profundidades en que cayó durante el gran cierre que hubo en abril de este año. Pero con la pandemia del Covid-19 que continúa expandiéndose, muchos países han frenado la reapertura. Mientras que la recuperación en China ha sido rápida, en el resto del mundo el proceso es más lento y es susceptible de retrocesos.
En el corto plazo el crecimiento global estimado por el FMI es –4.4 % en 2020, una contracción menor a la indicada inicialmente. Para 2021 se espera un crecimiento modesto de 0.6 % sobre el nivel alcanzado en 2019 y 5.2 % respecto a 2020. Esto es consistente con escenarios de distanciamiento social. Esto implica, tanto para 2020 como 2021, crecimientos negativos para muchos sectores y mayor desempleo en economías emergentes y desarrolladas.
En el mediano plazo, después del rebote positivo en 2021 se espera que el crecimiento económico se estabilice alrededor de un 3.5 %. Esto implica un progreso mediocre para retomar las metas trazadas hasta 2025 antes de la pandemia, tanto para economías emergentes como desarrolladas. Es un retroceso severo en el proceso de reducción de la pobreza que se empezó a dar desde los años noventa y también afectará negativamente la distribución del ingreso a nivel mundial. Las restricciones en movilidad afectarán a los trabajadores migrantes. Para cerca de 90 millones de personas sus ingresos podrían caer por debajo de USD 1.90 al día, lo que se considera un nivel de extrema privación. Por otro lado, el cerramiento de las escuelas afecta negativamente la acumulación de capital humano.
Otra consecuencia de este mediocre crecimiento es el incremento de la deuda soberana de los países. Asimismo también se presenta una disminución en la base para cobrar impuestos, tanto a nivel de activos imponibles como personas, lo que dificultará el servicio de la deuda y llevará a un incremento en los déficit fiscales.
Las proyecciones del FMI asumen que el distanciamiento social continuará en 2021, pero en escenarios más adelante se desvanece por el cubrimiento poblacional de las vacunas. Se espera que el contagio disminuya significativamente al finalizar 2022. Igualmente se asume que las economías cicatrizarán por lo profundo
de la recesión y se requerirá un cambio estructural en los modos de producción, que mientras no se asuma afectará aún más el crecimiento potencial. Estos efectos incluyen un ajuste de costos y eventuales mejoras en productividad para las empresas que sobrevivan.
En el largo plazo habrán ganancias de este proceso de cicatrización: se modernizarán los procesos de producción, habrá una relocalización de capital humano, nueva acumulación de capital y mayor aplicación de la tecnología alcanzando una mayor productividad.
Otros factores incidirán en el progreso de las economías: la incertidumbre es alta, estas proyecciones dependen de factores difíciles de afectar y predecir como la salud pública, los efectos de una menor demanda de bienes y servicios, la abrupta disminución de servicios relacionados con el turismo y la disminución de remesas de los trabajadores migrantes a sus familias.
Lo anterior es solo un primer brochazo de los efectos de la pandemia en la economía global. En la medida que profundicemos aparecerán más. Esto apenas está empezando.
“Para 2021 se espera un crecimiento modesto de 0.6 % sobre el nivel alcanzado en 2019 y 5.2 % respecto a 2020”.
Por Fanny Kertzman