Si todos esos beneficios -subsidios- que EL CAMBIO prometió en campaña van de la mano del decrecimiento económico, es claro que serán insostenibles.
En la tradición cristiana y en la filosofía moral se habla de la existencia de 7 pecados capitales: el orgullo, la envidia, la avaricia, la ira, la lujuria, la gula y la pereza.
Se consideran pecados capitales porque son inclinaciones naturales propias del ser humano.El camino de la vida está plagado de situaciones que propician que el ser humano en su libre albedrío opte por transitar por los caminos de esos pecados y así satisfacer sus deseos. En muchos casos las personas tienden a escoger esos caminos de manera espontánea y sin reflexionar sobre sus efectos. Es propio de su fragilidad.
En cuanto a la pereza, el contenido de dicha palabra puede ser interpretado y definido de muchas formas. Según el Diccionario de la Real Academia Española, la pereza es definida como la “negligencia, tedio o descuido en las cosas a que estamos obligados”. La pereza ha sido también entendida como la ausencia de esfuerzo y responsabilidad a la hora de atender los deberes, cargas y obligaciones.
En el modelo chavista, la pereza fue piedra angular a la hora de instaurar el régimen totalitario. Chávez le prometió a sus seguidores subsidios que aliviarían sus cargas, desincentivarían la necesidad de trabajar y mermaríansu voluntad y capacidad de lucha. Ya conocemos en qué terminó esa historia: un pueblo sumido en la miseria, sin capacidad de producción y con una generación naufragando en la ignorancia.
El problema en sí, en mi opinión, no son los subsidios, porque en países con tanta desigualdad y pobreza son casi que obligatorios. Entre otras cosas, por razones de humanidad. El problema es que los subsidios encierran intereses particulares de ciertos sectores políticos que buscan valerse de ellos para consolidar sus ansias de perpetuarse en el poder. Lo vimos en Cuba, lo vimos en Venezuela y hoy lo vemos en Colombia. Sin embargo, lo que no hemos visto o no hemos querido ver es la dimensión que políticas públicas basadas en un pecado capital como lo es la pereza pueden traer para nuestra sociedad.
El gobierno de EL CAMBIO desde que estaba en campaña electoral le prometió a sus electores un derroche de subsidios y de beneficios en general. Por ejemplo, subsidio a los peajes, a la gasolina, a los señores de la Primera Línea, “pagar para no matar”, en favor de las madres cabeza de hogar, renta básica, mantener Ingreso Solidario -así hubiera cesado la pandemia-, salario mínimo para desempleados, bono pensional, mínimo vital de agua, pensión para quienes aportaron, tierra regalada, y la lista podría continuar.
Sin embargo, poco o casi nada se vio de manera concreta y realista para estimular la economía y, por el contrario, de manera abierta, EL CAMBIO indicó que su verdadera intención era hacer decrecer la economía del país.
Si todos esos beneficios – subsidios – regalos que EL CAMBIO prometió en campaña, van de la mano del decrecimiento económico, es claro que serán insostenibles.
Si a eso se le suma la instauración y arraigamiento de la cultura de la pereza, repito: bandera del modelo castrochavista y ahora también del petrista, el resultado no será otro que una sociedad hambrienta sometida al gobierno de turno por un pan. Esos modelos tienen claro que el hambre y la pobreza someten; y que la pereza es definitivamente un pecado capital.