Trump parece a un bulldozer, sobrepasa todo lo que se le ponga enfrente, nivela el terreno, y es esencial para construir y reconstruir.
Las urnas no hablaron, gritaron: los norteamericanos quieren hacer a su país grande de nuevo.
Donald Trump será el cuadragésimo séptimo presidente de los Estados Unidos. Aunque el conteo sigue, Trump alcanzó más de los 270 votos electorales necesarios y ganó también el voto popular, algo que no ocurría desde que George W. Bush obtuvo el 50.7% en el 2004.
Los resultados hablan por sí solos: La democracia ganó. Trump también. Pero como si no fuera suficiente, los republicanos recuperarán el Senado y probablemente mantendrán la mayoría en la Cámara de Representantes también. Una verdadera pesadilla para los demócratas.
Muchos de ellos, despertarán hoy rascándose la cabeza tratando de entender qué pasó. La respuesta es simple: Los americanos votaron, no con una mano en el corazón, sino con la mano en el bolsillo.
La economía no miente. Los americanos no comen cuento. Y Trump planteó una pregunta directa a sus compatriotas: “¿Están mejor ahora que hace cuatro años?” La respuesta fue contundente.
Mientras Kamala Harris se enfocó en descalificar a Trump, él habló a todos en el idioma que mejor domina: Money, Money, Money.
Pese a los escándalos y las batallas legales, Trump sigue siendo, para la mayoría, el hombre que puede devolverles la prosperidad y la seguridad.
A quienes creen que con su victoria comenzó el fin del mundo porque la mujer no puede abortar cuándo y dónde quiera, y porque los inmigrantes ilegales serán devueltos a sus países conforme a la ley, les recuerdo que la mayoría de los americanos cree lo contrario. Para millones de ellos, no sólo su país sino el mundo entero es mejor hoy, que ayer.
Trump es predeciblemente impredecible. Aunque parece caótico, su lógica es clara: lo que promete, lo cumple. No es un novato, conoce La Casa Blanca y está obsesionado con cumplir sus objetivos.
Muchos en el bando perdedor dirán que su éxito se debe al dinero de Elon Musk, a la desinformación o a la “ignorancia” de sus votantes. Algunos incluso lamentarán que el atentado en su contra no fuera exitoso. Pero pocos, o ninguno reconocerán que Trump es uno de los fenómenos políticos más importantes de la historia reciente de los Estados Unidos.
Trump ha vuelto más fuerte que nunca. Lo investigaron, lo acusaron, lo enjuiciaron, lo condenaron, y hasta le dispararon, pero no lograron detenerlo. Podrán pensar lo que quieran de él, pero nadie puede negar que es un luchador.
Tras dirigirse a sus seguidores, quedó claro que su visión para los Estados Unidos es un modelo de recuperación, fuerza y seguridad. Trump prometió una era dorada viene para su país y sabe que alcanzar esa meta exige trabajo incansable.
Para quienes ven en él a un líder divisivo, observen los resultados de la elección. Trump no miró a los latinos por su origen, ni a los afroamericanos por su color de piel, o a los árabes por su religión; los vio a todos por lo que son, ciudadanos que buscan progreso, estabilidad y seguridad para sus familias.
Hoy los Estados Unidos se embarca de nuevo hacia la grandeza. Los norteamericanos se cansaron de palabras vacías y promesas incumplidas. Por eso, hoy, Trump está de regreso.
Trump ha demostrado que la política, cuando va más allá de la retórica, triunfa.
Si los americanos han cambiado el rumbo de su nación, los colombianos podemos hacer lo mismo. Faltan 494 días para elegir un nuevo congreso y 571 para elegir al próximo presidente de la República.
La cuenta regresiva continúa.