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César Álvarez Hollman Morris

Rumia como vaca, aúlla como mono, embiste como elefante, parece zarigüeya, y se cree el Rey León

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Holman Morris rumia como vaca, aúlla como mono, embiste como elefante, parece zarigüeya, y se cree el Rey León.

Esta comparación con el reino animal no busca ofender ni ridiculizar, sino ilustrar el preocupante comportamiento que Morris exhibió esta semana.

En una cabina radial, Morris le dejó claro al país que llevaría a la Senadora María Fernanda Cabal a la cárcel, aunque eso le costara la vida.

La obsesión de Morris con la Senadora Cabal roza con la rumiación. Aunque clínicamente no es un trastorno, la rumiación implica pensar repetidamente en los mismos pensamientos, como el deseo de venganza.

Si bien es esencial y beneficiosa para la vaca, para Holman Morris, la rumiación claramente lo está enfermando.

No se necesita ser un experto psiquiatra para deducir que él está en un lugar oscuro. Su salud mental parece estar deteriorada, y su comportamiento grita por ayuda.

La amenaza lanzada por el director de RTVC a la Senadora Cabal me recuerda a Maximilien Robespierre, quien veía en el terror una forma de justicia rápida e inflexible, necesaria para salvaguardar la Revolución Francesa y mantener su pureza ideológica.

Al igual que Robespierre, Morris, apalancándose en el poder del Estado, parece obsesionado con la idea de usar el terror como una forma de justicia personal, lo que puede definirse como terrorismo de Estado.

Volviendo al reino animal, el “aullido político” de Holman Morris resuena tan fuerte como el de los monos aulladores cuando quieren marcar territorio, advertir su presencia y demostrar dominancia dentro de su grupo.

Lo preocupante es que, con los antecedentes de Morris, esos aullidos podrían interpretarse como una señal de un ataque inminente, ya sea físico o en este caso, judicial. Por ende, sus palabras no pueden tomarse a la ligera.

Infortunadamente, esta no es la primera vez que Morris amenaza antes de actuar contra una mujer.

En 2009, su exesposa Patricia Casas lo acusó de violencia intrafamiliar, incluyendo maltrato psicológico, emocional, físico y económico.

Decir que Holman Morris embiste como un elefante joven no es difamación ni calumnia, es lógica.

En algunas situaciones, los elefantes jóvenes, desarrollan comportamientos anormales, como ataques descontrolados, a menudo dirigidos hacia hembras o crías.

Lo paradójico es que, aunque Morris rumia como vaca, aúlla como mono y embiste como elefante, en realidad se parece más a una zarigüeya.

Cuando una zarigüeya se enfrenta a una amenaza, finge estar muerta para engañar a los depredadores, entrando en un estado inmóvil, con la boca abierta y secretando un líquido maloliente.

¿Eso convierte a la zarigüeya en cobarde? No.

Es una estrategia de supervivencia altamente efectiva.

Fingir la muerte es una forma astuta de protegerse. Lo que puede parecer “cobardía” es en realidad una forma evolutiva de aumentar las posibilidades de supervivencia.

Lo irónico en todo esto es que Holman Morris, se cree el Rey León. Se ve a sí mismo en la cúspide de la cadena alimenticia, o mejor dicho, en la cúspide de la cadena de justicia.

Cree que no tiene depredadores naturales y que tiene el poder de derribar grandes presas, como si Colombia fuera su propia sabana africana, y él su único rey.

Aún si el fuera un león, Holman Morris olvida que, aunque los leones suelen ser más grandes y fuertes, las leonas son más ágiles y juegan un papel crucial cuando de cacería se trata.

Las leonas son las principales cazadoras de la manada. Su velocidad, coordinación y capacidad de conservar energía para proteger tanto el territorio como a las crías, las convierten en depredadoras letales.

Así que, si hablamos de fuerza, liderazgo natural, presencia imponente, coraje y poder, me pregunto: ¿quién sería realmente el verdadero rey en el reino animal, Morris o Cabal?

Recuerden que faltan 513 para escoger un nuevo congreso y 590 días para escoger al próximo presidente.

La cuenta regresiva continúa.