La noche del 23 de marzo de 1918, en el Teatro Wood Green Empire de Londres, Chung Ling Soo—conocido también como “El Gran Conjurador Chino”—se preparaba para su acto más famoso: “Desafiando las balas”, una ilusión en la que atrapaba balas marcadas con un plato de porcelana china, disparadas por sus asistentes.
Soo, cuyo verdadero nombre era William Robinson, fue uno de los artistas más enigmáticos de la magia escénica. Robinson, un ilusionista profesional, vivió una vida resumida en extraordinarias actuaciones y deshonestidad compulsiva.
Robinson adoptó la personalidad de un mago chino, fabricó historias sobre su pasado, y nunca habló inglés, excepto para decir sus últimas palabras: “Oh Dios mío. Algo pasó. Bajen el telón”.
Esa noche, un mal funcionamiento del arma disparó una bala real, golpeó a Robinson en el pecho, y expuso su verdadera identidad al público por primera, y única vez. Infortunadamente, Robinson desafió las balas, y perdió. El Gran Conjurador Chino, murió al día siguiente.
Como William Robinson, la vida del presidente Petro está llena de actuaciones engañosas y deshonestidad compulsiva.
Petro se alista para su acto más infame, “Desafiando la Constitución”, una ilusión en la busca atrapar el poder con una constituyente, disparada por sus asistentes, el ex-canciller Leyva, y el ex-fiscal, Montealegre.
Petro ha sido uno de los mandatarios más enigmáticos en la historia de Colombia. Aunque es un ilusionista aficionado, sus actuaciones engañosas y deshonestidad compulsiva son profesionales. Adoptó la personalidad de un demócrata para llegar al poder y se ha dedicado a mantener su papel. Pero para nadie es un secreto que el presidente Petro quiere sacar de su gorra negra una Asamblea Nacional Constituyente para perpetuarse en el poder.
Hacer magia con la constitución, es imperdonable. Como en el caso de Chung Ling Soo, el truco de la constituyente va a salir mal. La diferencia es que la democracia Colombiana está en juego, no la vida del artista.
Colombianos, nuestro país necesita un gobernante, no un demente. No necesita ni magos, ni trucos. Colombia necesita soluciones, no ilusiones. Necesita maestros de la sensatez, no del engaño. Colombia necesita planeación y ejecución, no división y manipulación.
La muerte de William Robinson conmocionó a su audiencia, que no sabía que Chung Ling Soo no era realmente chino. El truco del presidente Petro conmocionará a Colombia, y en especial a los no sabían que no era realmente un demócrata.
La noche del 23 de marzo de 1918, los espectadores del Teatro Wood Green Empire quedaron al borde de sus asientos, con el corazón en la mano, y en un silencio ensordecedor.
Mientras el presidente y sus asistentes se alistan para desafiar la constitución, Colombia está al borde del abismo, con la democracia en la mano, y pidiendo a gritos que el show de Petro acabe antes de que Colombia termine en tragedia.
La historia de William Robinson es un ejemplo de los extremos a los que están dispuestos a llegar los artistas para crear una personalidad escénica convincente.
La historia de Gustavo Petro es un ejemplo de los extremos a los que un dictador está dispuesto a llegar para crear una personalidad convincente y presidenciable. La muerte de William Robinson fue declarada como muerte por accidente. Dios quiera que la Constitución colombiana no corra la misma suerte.