Desde hace 128 años, el 28 de diciembre es el mejor día de la historia. Es el día del cine. No hace falta dar una cátedra o impartir un seminario para determinar la importancia e influencia del cine en la vida diaria y mucho menos estamos para una clase de historia de por qué hoy es el día del cine. Si buscas en google, lo más seguro es que en tres segundos aprenderás algo. Deja la pereza.
Citamos todo el tiempo la realidad del cine. Solo basta apreciar el universo de memes o frases que pululan por todas las redes sociales para comprobar que ocho de cada diez contienen imágenes cinematográficas. De hecho, hasta la frase de que la realidad es más extraña que la ficción se quedó corta ante lo que acontece segundo a segundo. Es nuestro filtro. Es nuestro meme. Es la realidad.
En definitiva, un gran día para toda cinematografía que ha llegado a colocar imágenes en todo el mundo.
También la fecha coincide con la conmemoración de los inocentes. De los Santos Inocentes. ¿Conocen la historia? Dice la hagiografía que Herodes mandó a matar a un montón de niños para detener el nacimiento de Baby Yizus. Vaya uno a saber a quién creerle. Al final nadie tendrá una idea clara o logrará ponerse de acuerdo en cómo esto se mezcló con aquello y terminó el 28 de diciembre convertido en fecha para ejecutar bromas. Inocentadas, les llaman.
Las cifras que presentó Proimágenes Colombia en la edición veinticinco del newsletter Cine en Cifras 2023 no invitan a celebrar el día del cine en Colombia y tampoco a una inocentada. Para el sector audiovisual colombiano este informe es bastante revelador y no sé qué diablos harán al respecto. Porque al parecer nada funciona. Y si nada funciona, ¿para que te matas haciendo películas colombianas?
El informe dice lo siguiente en su nota editorial:
“2023 es el año con mayor número de estrenos de películas colombianas en salas de cine de la historia. Entre enero y noviembre de 2023 se estrenaron 69 largometrajes y se espera el estreno de dos películas adicionales en diciembre para un total de 71.”
Seguido a este supuesto alivio, el mazazo no se hace esperar:
“La cifra de asistencia de los 69 estrenos de largometrajes colombianos en 2023 (ENE-NOV), fue 339.289 espectadores.Para diciembre están programados dos estrenos adicionales, lo que registraría un total de 71 estrenos en el año.”
Otra conclusión desoladora es que la gente va a las salas pero no a ver cine hecho en el territorio tricolor. Como bien lo expresa el informe:
“2023 es el año de mayor asistencia a salas de cine desde el inicio de la pandemia en 2020. Para el período comprendido entre enero y noviembre de 2023 (ENE-NOV) asistieron 50,39 millones de espectadores al cine. A la espera de la asistencia a lo largo del mes de diciembre, se proyecta que el año finalice con al menos 53,4 millones de espectadores, lo que representaría un aumento del 26,5%. Esta cifra es superior a la alcanzada en todo 2022 por más de ocho millones de espectadores adicionales. Esto representó un aumento del 19,4% en la asistencia a salas de cine en el país.”
No quiero seguir citando cifras y conclusiones del informe porque es obsceno. Es como poner multas en el autódromo de Tocancipá. Si quieren solazarse, les dejo el enlace para que se deleiten con las treces páginas. CineEnCifrasEdición25
Dicen los involucrados en la industria del cine en Colombia que la posible culpa de que esto suceda es de la distribución. Algunos aseguran que el marketing es inexistente para las películas colombianas y otros afirman que no solo seguimos haciendo producciones de dudosa calidad, también el incremento en el número de películas más no generar calidad es nocivo.
Ni los esfuerzos gubernamentales, privados o independientes motivan al público a ir a las salas. Nadie quiere verse u oírse. Adicional al cansancio que produce ver a cierta nómina de actores nacionales, tampoco quieren descubrir nuevos rostros. ¿Qué pasa realmente? Un enigma que en algunos casos no será resuelto por los actores de este conflicto y en otros casos sabemos que se están comiendo la platica de nuestros impuestos. Lo cual es bien grave, porque eso de que nos descuenten a toda hora y no veamos un buen thriller barranquillero es bastante molesto.
Al final no nos queda ni el consuelo. Solo la mentira. Como la que nos mostró hace treinta años un estreno nacional que hemos convertido en clásico a la fuerza, así ningún cineasta en los cinco continentes la tenga entre sus películas capitales para crear. Porque así somos de mentirosos en Colombia. Fabricamos fantasías que solo nos sirven a nosotros, no a los demás.
Ese estreno terminaba con una frase digna de una inocentada.
“Ahí tienen su hijueputa casa pintada.”
Tal vez esto sea el mantra de cada cineasta colombiano que emprende la aventura de hacer una película que será una nueva tumba en el cementerio de la cinematografía nacional.