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Alvaro Rodríguez Acosta centrodemocratico

La coalición necesaria

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ÁLVARO RODRÍGUEZ ACOSTA

Presidente

Revista Alternativa

Óscar Iván Zuluaga es ya el candidato presidencial del Centro Democrático. Ganó la nominación después de un proceso limpio y transparente en el cual la militancia del partido y los ciudadanos afines al uribismo se pronunciaron en encuestas debidamente auditadas. Es un premio más que justo a una trayectoria política llena de méritos, a la cual no pudieron hacerle mella los montajes y las maquinaciones de la campaña de 2014, cuando debió ser el elegido tras ganar en primera vuelta. Hoy debería ser expresidente y Colombia sería otra.

En esta nueva oportunidad que le da su propia tenacidad, Zuluaga enfrenta retos de calado. El primero es unificar en torno suyo al partido, para lograr que el Centro Democrático se concentre en la campaña electoral y tenga un buen desempeño en los comicios de Congreso, ya sin el expresidente Álvaro Uribe en la lista al Senado, pero seguramente con figuras atractivas como la senadora María Fernanda Cabal, segunda en la consulta presidencial mediante encuesta que ganó Zuluaga.

En segundo término, y como lo ha dicho el propio candidato, hay que tomar nota de la realidad política y ver que este será un debate electoral de coaliciones de partidos, de movimientos, de personalidades afines.

En el horizonte se ve una coalición de la izquierda radical con un candidato prácticamente escogido por ella desde la pasada elección presidencial, en la que fue segundo en segunda vuelta. También una coalición de centro izquierda con partidos debilitados o reaparecidos en el mapa político, pero con personalidades de trayectoria y reconocimiento relevante. Y, finalmente, otra alianza de centroderecha en la que debería estar el Centro Democrático y en la cual tendría amplias posibilidades de ejercer el liderazgo dada su organización como partido y su base electoral.

Esa coalición ya está tomando cuerpo con la conformación del llamado Equipo por Colombia, en el cual están representados varios de los actuales socios políticos del Centro Democrático en el Ejecutivo y el Congreso. Zuluaga ya ha dicho que los reconoce como amigos. Lo que falta es establecer las condiciones del acuerdo y los tiempos para hacerlo efectivo. Eso sería un acto de responsabilidad.

“Una centroderecha unida, e incluso con el apoyo de una parte de la fuerzas de centro y centroizquierda, tendría casi seguro un cupo en la definición final, con altas posibilidades de conquistar el voto de los ciudadanos que simplemente no quieren perder lo que han logrado ni vivir cuatro años de zozobra con un presidente de izquierda irresponsable”.

Para nadie es un secreto que el ejercicio del poder desgasta y el Centro Democrático tiene la carga de ser partido de gobierno en una coyuntura especialmente difícil como la planteada por el crecimiento de la criminalidad de todo tipo, el rigor de la protesta social incentivada por los radicales de la política y, sobre todo, los estragos económicos y sociales de la pandemia.

El escenario electoral actual no es el mismo del 2018, cuando el desgaste era del gobierno de entonces y sus decisiones en torno a la paz que, por cierto, rechazaron los colombianos en un plebiscito. En ese momento el Centro Democrático pudo canalizar ese descontento y regresar al poder con una victoria contundente.

Ahora se requiere ampliar la base política, buscar afinidades con otras fuerzas y apostarle a una propuesta más incluyente, en torno a los valores intocables de la democracia y del modelo económico de libre empresa. No hay mejor motivo para construir una coalición sólida y con posibilidades de vencer en la batalla electoral que evitar que esos pilares de la vida de Colombia se vean amenazados.

El país está en una coyuntura difícil; debe aún recuperar la estabilidad económica y la tranquilidad social después de la pandemia y, al tiempo, tiene la oportunidad de dar un salto en su desarrollo con más oportunidades para la gente, más justicia, menos corrupción y menos violencia.

Sin embargo, no estamos libres de las asechanzas del populismo de izquierda, que de ganar plantearía un escenario de inestabilidad como nunca se ha visto en el país, y que ha vivido en su peor faceta el vecino Venezuela.

El Centro Democrático y Zuluaga podrían jugársela en solitario y apostarle a revitalizar el sentimiento uribista que ha sido exitoso durante más de dos décadas y que transformó al país, pero la coyuntura indica que sería muy arriesgado hacerlo, teniendo en el tarjetón alguna otra figura de la centroderecha compitiendo por los mismo votos en la primera vuelta.

Esa opción podría poner a la izquierda radical y a la centroizquierda, sin el desgaste de estar en el poder, en segunda vuelta. En cambio una centroderecha unida, e incluso con el apoyo de una parte de la fuerzas de centro y centro izquierda, tendría casi seguro un cupo en la definición final, con altas posibilidades de conquistar el voto de los ciudadanos que simplemente no quieren perder lo que han logrado ni vivir cuatro años de zozobra con un presidente de izquierda irresponsable.