Domingo, 24 de noviembre de 2024 Suscríbase
Temas
Alvaro Rodríguez Acosta centrodemocratico

Carta de la presidencia: el camino es y será la unión

Más de este autor

Sería un alto precio el que pagaría, no la derecha democrática dividida sino todo el país, si es elegido presidente el candidato de la izquierda radical, que podría convertirse en una gran amenaza para la estabilidad económica y para las instituciones”.

ÁLVARO RODRÍGUEZ ACOSTA

Presidente

Revista Alternativa

En el momento de escribir estas líneas seguían sin dar fruto los esfuerzos por lograr la incorporación del Centro Democrático y de su candidato, Óscar Iván Zuluaga, a la Coalición Equipo por Colombia, con el propósito de competir en la consulta presidencial de esa alianza, el próximo 13 de marzo.

Zuluaga, en un gesto de dignidad, descartó la idea debido a “conceptos desobligantes” vertidos por algunos de los precandidatos de la coalición sobre él y el Centro Democrático. El candidato del partido más importante de Colombia, además, se aburrió de estar “en lista de espera”, como dijo, después de casi dos meses intentando conseguir un lugar en ese tarjetón.

El hecho llevó al candidato conservador, David Barguil, quien hace parte de la coalición, a pedirle a Zuluaga reconsiderar su decisión. Al tiempo, el independiente Federico Gutiérrez, también de Equipo por Colombia, les envió una carta a Zuluaga y Alejandro Char pidiéndoles “poner los intereses del país por encima de todo lo demás”. La dirigió a Char, específicamente, porque desde que decidió presentarse como precandidato, después de dudarlo por largos meses, se ha convertido claramente en el gran opositor de recibir al Centro Democrático en la coalición, con el argumento de la inconveniencia de meter a ese grupo en la polarización del país.

La razón, de dudosa validez, no es en todo caso tan contundente como la de por qué es tan peligroso que la derecha y la centroderecha lleguen divididas a la primera vuelta. Lo explicó así Federico Gutiérrez en su carta: “Los riesgos que hoy enfrentamos no tienen precedentes, y por eso quienes hemos defendido las libertades, la institucionalidad y la empresa privada como motores de estabilidad y desarrollo tenemos que unirnos. No hay otro camino. No es tiempo de personalismos, sino de pensar en colectivo y en el futuro del país”. Nada más cierto y urgente.

Zuluaga respondió a estas peticiones de nuevo con un no e insistió en que el Centro Democrático representa a un grupo importante de ciudadanos que merecía respeto. Char optó por el silencio, algo recurrente en él, como candidato atípico que no acude a debates y da muy pocas entrevistas. Sin embargo, se sabe que no le gustó que sus compañeros de coalición enviaran las cartas y ventilaran las diferencias sin acuerdos internos.

El tema ha seguido en debate público y privado, y hasta los expresidentes Álvaro Uribe y Andrés Pastrana han lanzado pullas contra la estigmatización y la exclusión que algunos pretenden aplicarle al Centro Democrático. Bien ha dicho Uribe que una coalición debería armarse sobre puntos fundamentales para la libertad y la democracia, y que “las diferencias no deberían ser objeto de estigmatizaciones”.

El candidato uribista ha dicho que habrá lugar para hablar de nuevo de la unión más adelante. Esa declaración deja una luz de esperanza…

Desde aquí celebraríamos mucho si, en el momento en que usted, lector, llega a esta columna, se hubiera conseguido un acuerdo, y Zuluaga y quizás algún candidato más de los cristianos estuvieran metidos ya en el partidor electoral de Equipo por Colombia. El plazo para inscribirse en las consultas terminaba este 4 de febrero.

Conseguir eso sería una gran ganancia, no solo para las fuerzas de derecha y centroderecha que representan a una parte sustancial del país, sino para toda Colombia. Sin embargo, también es posible que el milagro no haya ocurrido, frente a lo cual lo único que cabe es guardar la esperanza y seguir intentándolo, para ver si antes de la primera vuelta presidencial, agendada para el domingo 29 de mayo, se logra poner en el tarjetón una fórmula poderosa que pueda ganar al menos un cupo en la segunda vuelta presidencial.

El candidato uribista, decidido a concentrarse en su candidatura y en apoyar a los aspirantes de su partido al Congreso, ha dicho que habrá lugar para hablar de nuevo de la unión más adelante, seguramente después de marzo. Esa declaración deja una luz de esperanza para que no se produzca un error que puede ser histórico, en tanto ello les abra la puerta a la centroizquierda y la izquierda radical para ir a la segunda vuelta presidencial.

Sería un alto precio el que pagaría, no la derecha democrática dividida sino todo el país, si es elegido presidente el candidato de la izquierda radical, que podría convertirse en una gran amenaza para la estabilidad económica, por sus propuestas populistas, y para las instituciones si decide sacar adelante sus planes, algunos de ellos realmente trasnochados, pasando por encima de los controles institucionales.

Encontrar esa fórmula de unidad frente a tal peligro, que puede convertirse en algo parecido a la tragedia venezolana, exige realismo y grandeza. También, el propósito de hacer del próximo gobierno la oportunidad de rescatar la confianza popular en la democracia; con un Estado más austero, más transparente y menos corrupto; con políticas más incluyentes y con estrategias sociales más eficaces.

El Centro Democrático, las fuerzas que están hoy en Equipo por Colombia y las demás agrupaciones de derecha y centroderecha deben llegar unidos, reitero. Si no ha sido posible ahora, habrá que buscar un mecanismo de acuerdo antes de la primera vuelta para escoger un solo aspirante entre el candidato Óscar Iván Zuluaga y quien resulte escogido por la coalición en la consulta. Los dos eventualmente pueden ser una fórmula presidencial formidable. No hay otra alternativa cuando otros sectores políticos están engañando a la gente prometiéndole el paraíso, pero a la vez dispuestos a acabar con la democracia y la economía libre que hemos tenido por tantas décadas.