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Venezuela

Venezuela: El peso de la historia

María Corina Machado ha convertido la oposición venezolana en una conciencia global en favor de la verdad democrática

El comportamiento previo al 28 de julio del presidente Nicolás Maduro, diciendo que ganará las elecciones a las buenas o a las malas; la descalificación de María Corina Machado y de su sucesora; así como otras maniobras de esta naturaleza trajeron a mi memoria un texto que ya tenía muy olvidado del profesor Malcolm Deas en su libro Las fuerzas del orden y otros ensayos de historia de Colombia y las Américas (Taurus 2017). El capítulo pertinente se titula Elecciones venezolanas, 1830-1900. Ocurrido el monstruoso fraude electoral me pareció que era indispensable repasarlo para ver qué tanto era el peso de la historia.

Foto: María Corina Machado y Edmundo González / EFE

Como siempre se trata de un trabajo muy elaborado y, al mismo tiempo, muy sencillo en el cual haciendo uso de múltiples fuentes el autor recoge textos de estudiosos de lo que muchos denominan la picaresca electoral venezolana. Son descripciones que muestran una gran determinación de manipular los resultados electorales. Es más, de prepararlos con mucha anticipación para así obtener el éxito que se busca. Los más frecuentes si no me equivoco son tomados de Pedro Núñez de Cáceres. También, para mostrar los progresos en materia del diseño de leyes electorales, acude a las investigaciones de ese gran colombianista que fue el profesor David Bushnell, lo cual le permite señalar que Venezuela fue en 1858 uno de los primeros países en introducir el sufragio universal para los hombres.

“El embajador Francisco Palmieri, representante diplomático de Estados Unidos en Colombia y Venezuela, sostiene que el punto de partida de cualquier negociación es el reconocimiento por parte de Maduro de que Edmundo González Urrutia ganó la elección”

De esa mirada histórica no se escapa la tendencia venezolana hacia el cesarismo, hacia el autoritarismo, del cual es un ejemplo la dictadura de Juan Vicente Gómez entre 1908 y 1935. Lo que se concluye es que Venezuela no fue de ninguna manera un modelo de comportamiento democrático. Y que hasta la elección de un civil era algo impensable, era equivalente a realizar una hazaña. La descripción de la picaresca electoral no difiere mucho del espectáculo que el mundo entero está contemplando.

Uno se pregunta si en los acuerdos que se mencionan realizados en la isla de Barbados, alguien recordó semejantes antecedentes históricos porque, aunque no se repita y no se diga así, la historia finalmente cuenta. Ese es el gran contraste entre Venezuela y Colombia. Fue lo que alguien resolvió sintetizar en una frase muy diciente y muy citada que reza así: “Caracas es un cuartel, Quito un convento y Bogotá una universidad”. Semejante descripción se la atribuyen al Libertador Simón Bolívar, pero que se sepa nadie ha sido capaz de encontrar la fuente precisa.

El Centro Carter hizo una declaración sobre el proceso electoral que culminó el pasado 28 de julio que fue contundente: descalificó en toda la línea el comportamiento de las instituciones venezolanas, que desconoció la decisión del tribunal electoral y las propias declaraciones del presidente que se declaraba reelecto por seis años más. Y, el panel de la ONU divulgó un análisis que descalifica la pretensión reeleccionista de Maduro.

El embajador Francisco Palmieri, representante diplomático de Estados Unidos en Colombia y Venezuela, sostiene que el punto de partida de cualquier negociación es el reconocimiento por parte de Maduro de que Edmundo González Urrutia ganó la elección. Y entonces, se podrá hablar de otros temas. Es interesante anotar aquí que el embajador menciona a Lula y a Petro, pero no a López Obrador.

“El Centro Carter hizo una declaración sobre el proceso electoral que culminó el pasado 28 de julio que fue contundente: descalificó en toda la línea el comportamiento de las instituciones venezolanas

Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Gustavo Petro (Colombia) y Andrés Manuel López Obrador (México).

Lo que ocurre es que está en juego no solamente un resultado electoral, sino todo un esquema de corrupción en los más diversos niveles, responsable de la ruina del país más rico de América Latina, de la huida de más de 8 millones de habitantes y de la desolación y el sufrimiento de millones de ciudadanos, para no hablar de la pérdida descomunal de recursos como el petróleo o del talento humano que en buena hora Venezuela preparó, gracias a la buena idea del programa Ayacucho. Contaba con una élite de primer nivel. Digamos que hay mucha tela que cortar. Pero para la izquierda latinoamericana y la de otros países un caso de desgobierno, malversación de fondos y desprecio por la dignidad de las personas y por su mínimo bienestar, como es el caso venezolano, no ayuda para proclamarse como una fuerza política progresista o que le interesa el bienestar de los más desvalidos o la mejor gobernabilidad democrática. No se trata, pues, solamente de Venezuela.

Foto: EFE

Y para Colombia es fundamental que no se produzca una nueva ola migratoria de millones de venezolanos. Tampoco conviene la criminalidad que se ha establecido a lo largo de la frontera. Y mucho menos la protección que se ofrece a diferentes tipos de organizaciones.

Foto: EFE

La OEA, no logró una actitud apropiada en defensa de los principios que la han inspirado y de la Carta Democrática que se aprobó en Lima el día de los ataques terroristas a las torres gemelas en Nueva York.

El viernes 16 de agosto se conocieron las propuestas de Petro y Lula. Ninguna fue bien acogida ni por el gobierno ni por la oposición. En esencia, lo que ya se rumoraba de una nueva elección. Inaceptable para la oposición que exige respeto, por la soberanía popular; o una especie de Frente Nacional temporal.

“Para Colombia es fundamental que no se produzca una nueva ola migratoria de millones de venezolanos. Tampoco conviene la criminalidad que se ha establecido a lo largo de la frontera. Y mucho menos la protección que se ofrece a diferentes tipos de organizaciones”

Y los exembajadores de Estados Unidos en América Latina proponen el recetario de incentivos y sanciones (zanahoria y garrote) que conocemos y que no es tan efectivo para una situación como la venezolana.

El gobierno colombiano ha convocado la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores. Difícil obtener la asistencia de los expresidentes y más complejo aún lograr un consenso cuando ésta no ha sido previamente consultada.

Nada fácil. Experiencias en otros países no ayudan. La situación de Maduro es bien diferente. Y la sola presión internacional por fuerte que sea no es suficiente. María Corina Machado ha convertido la oposición venezolana en una conciencia global en favor de la verdad democrática.