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Pandemia

Madrid: el refugio de franceses en tiempos de pandemia

Por Alejandra Meléndez / Cultura & nuevas tendencias @alemelendezg El […]

Por Alejandra Meléndez / Cultura & nuevas tendencias

@alemelendezg

El sol y las terrazas, las tapas y las cañas. El Prado y El Retiro o la Gran Vía han sido desde siempre un imán para millones de paseantes que aterrizan cada año en la capital española. Antes de la covid-19 recibía alrededor de 87 millones de viajeros al año. Ahora, con la pandemia, las cifras del turismo no son como las de antes, pero empiezan a activarse. Además de la diversidad cultural y gastronómica, las restricciones más laxas contra el coronavirus que hay en Madrid, comparadas con el resto de las ciudades de España y de Europa, están atrayendo a cientos de extranjeros, sobre todo, franceses.

“Estoy aquí para tener un poco de vida normal”, asegura Cecile, una francesa de 28 años que llegó a Madrid junto con una amiga para teletrabajar y poder “ir a restaurantes, museos y tomarse una copa”. Como ella, muchos franceses han llegado a la ciudad para disfrutar de los lugares de ocio, aunque el Gobierno desaconseja cualquier viaje “no esencial”. El fin de semana del 9 al 10 de enero arribaron 1000 galos a la comunidad de Madrid, mientras que en marzo había más de 4113, según datos de la empresa de big data, Kido Dynamics.

El requisito para entrar a Madrid —vía terrestre o aérea— exigido a los viajeros procedentes de Francia o del resto de Europa es una PCR negativa; en ese país, la prueba es gratuita y los resultados se entregan hasta en ocho horas.

Esta situación ha puesto a Madrid en el ojo del huracán y ha llegado incluso al debate político. La candidata de Más Madrid en las elecciones del próximo 4 de mayo, Mónica García, calificó a los turistas de “hordas de franceses que vienen a emborracharse”, lo cual provocó una respuesta de la embajada de dicho país mediante su cuenta oficial de Twitter: “No hace falta ni alcohol ni alfombra roja… Como a todos los europeos, a las ‘hordas’ de franceses siempre nos gustarán Madrid y España”.

En Madrid se permite un 75 % de aforo en terrazas, parques, centros comerciales, cines, teatros, museos y mercadillos. En los restaurantes están permitidos seis comensales en las terrazas y cuatro en interiores. Por el contrario, en Francia, el pasado 31 de marzo, el presidente Emmanuel Macron anunciaba que desde el 3 de abril y hasta el 2 de mayo, se cerrarán los comercios “no indispensables” —unos 150 000, según el Gobierno— y se prohibirán los desplazamientos interregionales. Una estrategia para intentar frenar la pandemia del coronavirus que según los expertos sanitarios corre peligro de desbocarse de nuevo. Según el mandatario, este cierre permitirá que a partir de mayo se reabran con restricciones, espacios culturales y terrazas y trazar, hasta el verano, un “calendario de apertura progresiva”.

Ante la situación y la polémica por aglomeraciones y fiestas ilegales que ha habido en las últimas semanas, la presidenta de la comunidad de Madrid y candidata del PP a la reelección el 4 de mayo, Isabel Díaz Ayuso, ha comentado que la Consejería de Sanidad estudia la posibilidad de hacer PCR o test de antígenos en todos los hoteles para garantizar la seguridad ante la llegada de turistas extranjeros a la región. Además, ha pedido al Gobierno más controles en aeropuertos y estaciones de tren, porque el “problema no es si viene un francés a Madrid a beber; es si viene o no contagiado” y ha agregado que “mientras se cumplan las normas sanitarias, no podemos criminalizar a quienes nos visitan”.

Con el inicio de la primavera y el cambio de hora, por lo que los días son más largos, las calles y las plazas se llenan de más gente. Se escucha hablar francés en cada esquina. Unos brindan y comen. Otros trabajan con el computador en la mesa y una copa de vino. Unos cuantos hacen fila para entrar al Museo del Prado o el Reina Sofía y habrá quienes desafíen las restricciones de la covid-19 en fiestas ilegales, como ha ocurrido antes de que se hablara del aumento de franceses visitando la ciudad.

Lo cierto es que mientras bares y restaurantes sigan sirviendo tapas y copas, la cultura esté de puertas abiertas y el toque de queda sea hasta las 11 de la noche, Madrid se habrá convertido en un refugio para sentir un poco de normalidad. Una normalidad que apuesta por mantener un equilibrio entre la economía y la salud y que también ha sido un respiro para la hostelería, que ha pasado los peores meses de la historia a causa de las cuarentenas.

La pandemia aún no ha acabado y no hay que bajar la guardia, pero por lo menos, con responsabilidad y prudencia, en Madrid se puede vivir un poco de lo que antes era considerado normal.