Tras el inicio de las históricas manifestaciones en la isla contra el régimen comunista, miles de exiliados se están movilizando en apoyo a sus compatriotas. Estuvimos en Madrid en una de sus concentraciones.
Por ALEJANDRA MELÉNDEZ / @alemelendezg
¡Patria y vida!, ¡democracia en Cuba!, ¡stop represión! o ¡Cuba libre ya! son algunas de las consignas que se leen en las pancartas de los manifestantes cubanos concentrados en Madrid para mostrar su apoyo a las protestas que empezaron el pasado 11 de julio en San Antonio de los Baños y que se han multiplicado por toda la isla y en diferentes partes del mundo.
La escasez de alimentos, de productos básicos y de medicamentos, así como los habituales cortes de luz, la grave situación sanitaria que vive el país por cuenta de la pandemia de la covid-19 y, sobre todo, la carencia de libertad –tan vieja como la revolución castrista– llevaron a que se desatara en la isla la mayor oleada de protestas en más de seis décadas.
El régimen de Miguel Díaz-Canel, sustituto de los hermanos Fidel y Raúl Castro, ha respondido a las manifestaciones bloqueando el acceso a internet y las comunicaciones, reprimiendo cualquier expresión de descontento y arrestando a decenas de ciudadanos.
Los hechos provocaron una avalancha global de solidaridad hacia el pueblo cubano y de rechazo al gobierno de La Habana. En España, los cubanos que gritan “patria y vida”, en vez del viejo eslogan revolucionario de “patria o muerte”, han contado con amplio respaldo, sobre todo de las agrupaciones políticas de derecha Vox, Partido Popular y Ciudadanos. Lo mismo ha ocurrido en otros lugares de Europa.
“En Cuba se mantienen vivos varios focos de desafecto al sistema. Antes ha habido ‘chispas’ o ‘llamas’ que se han prendido, pero esta del 11 de julio es una llamarada que se encendió y se multiplicó al unísono por toda la isla. Es una señal del hastío que tiene la sociedad civil cubana frente al sistema, con el abuso, la recriminación y la represión constantes, y todas las carencias y necesidades que existen”, dice Lázaro Mireles, un exiliado cubano residente en Madrid y presidente de la Asociación Acciones por la Democracia.
Desde este movimiento, conformado por casi 400 miembros, el líder opositor, de 38 años, ha venido convocando diferentes manifestaciones en la capital española para hacer visible “el desastre al que está sometido el pueblo cubano, por culpa de un gobierno incapaz, una ideología obsoleta y una corrupción galopante».
Independientemente del colapso sanitario en Cuba, algo prácticamente dado por hecho antes de que sucediera, la raíz de estas protestas tiene origen en lo que Mireles ha denominado “el desafecto por la revolución de los Castro”. “Una revolución disfuncional desde su base. La gente ha salido gritando al unísono, libertad, porque la libertad es la única salida”, enfatiza.
Sin distingo de generaciones
Ismely Álvarez, de 32 años, es otro exiliado cubano que vive en España desde hace 12 y coincide con Mireles. Subraya que el descontento de su generación con el régimen ha jugado un papel fundamental para el despertar del pueblo cubano. “Es muy duro tener que sentirse afortunado al poder salir de tu país. Cuba no es de los Castro, es de los cubanos, quienes ya han perdido tanto que perdieron hasta el miedo y no los van a callar”, asegura Álvarez.
En la isla, el día a día de los cubanos se ha vuelto cada vez más crítico. Son repetidas las denuncias de muertes en las casas por covid-19 ante el colapso de los hospitales y la carencia de medicamentos para tratar la enfermedad. Por la caída del turismo, la principal fuente de ingreso del país, el Gobierno tomó medidas económicas que están encareciendo enormemente el acceso a productos de primera necesidad. Se calcula que pueden llegar a subir hasta un 900 %. Hay largas colas para comprar jabón o pollo. Y para completar, son más las horas que los hogares y empresas pasan sin fluido eléctrico que las que cuentan con el servicio.
Los cubanos están hastiados de décadas de precariedad. “Estas protestas tienen que ir hacia la liberación total, no vamos a parar”, expresa, por su parte, Yaumara Oviedo, una bailarina afrocubana que reside en la capital española desde hace 19 años y que ve estas manifestaciones como una esperanza auténtica para su país. “No pueden ser en vano”, manifiesta.
Sin embargo, el régimen cubano ha desplegado su fuerza represora encarcelando a muchos y ha apuntado a su viejo enemigo para minimizar su responsabilidad. El presidente Díaz-Canel sindicó al gobierno de Estados Unidos de estar detrás de las protestas y culpó a las sanciones comerciales de crear “la miseria económica en la isla”. Al tiempo, hizo un llamado a los cubanos a salir a las calles a defender la revolución.
Sobre las contramarchas, Mireles opina que “hay tanta hambre y miseria en Cuba, que a la gente no le queda otro remedio que ir y ser partícipe de esa mentira, de esa manipulación. La gente que va lo hace porque le dan una merienda. Es una manipulación tan criminal que da pena”.
Ahora, los cubanos en España se hacen sentir todos los días en el centro de su capital. Se citan por redes sociales en lugares emblemáticos de la ciudad, como la Puerta del Sol, entre las 8 y 10 de la noche. También han convocado concentraciones ante la embajada cubana en Madrid, que han contado con el apoyo de muchos españoles.
El expresidiario político Lázaro Alejandro García Farah, es uno de manifestantes asiduos. Cuenta que estuvo detenido desde el 6 de agosto de 1994 hasta el 7 de abril de 2011. “El cubano tenía estas protestas como una tarea. Es la actitud contestataria que no podemos dejar en aras de lograr un objetivo: la libertad de Cuba y de todos nuestros pueblos. Debemos mantenerla y continuarla, para intentar que dictaduras, como las de Venezuela y Nicaragua, además de la de Cuba, no sigan ganando espacios en países del mundo libre”.
El exilio cubano
Históricamente hablando, el régimen cubano siempre ha tenido un rechazo aplastante en Estados Unidos, donde el exilio cubano es enorme y muy influyente en todas la esferas políticas, pero no ha sido lo mismo en Europa, donde muchos partidos de izquierda siguen mirando con simpatía a la revolución castrista, aunque algunos políticos, especialmente españoles, han marcado distancia desde hace algunos años ante el récord de ausencia total de libertades y abuso a los derechos humanos del gobierno de la isla.
El régimen represivo, más las precariedades económicas, sigue lanzando a muchos cubanos al exilio. Según Naciones Unidas, cada dos de diez que salieron entre 2017 y 2020 llegaron a España, el segundo país receptor de cubanos en el mundo. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadísticas de España, más de 164.000 cubanos viven legalmente en ese país, lo cual les permite residir y trabajar en las mismas condiciones que los nacionales. En 2002 eran menos de una tercera parte de esa cifra.
No pocos de ellos son personas de alto nivel académico. Hasta 800 cubanos tenían una visa en vigor para cursar estudios en España a finales de 2020, mientras, según destaca el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos de España (CGCOM), de las 174 membresías tramitadas para profesionales extranjeros, 97 fueron para cubanos.
Asunto de la política española
En las manifestaciones de los exiliados de la isla suelen estar presentes líderes de la derecha española. “A todos los ciudadanos de Cuba que quieren libertad, les decimos que tienen a su lado al principal partido de la oposición española”, dijo en una de ellas Pablo Montesinos, vicesecretario de Comunicación del Partido Popular. “El PP dice muy claro que Cuba es una dictadura y que todos juntos tenemos que trabajar contra el régimen. Necesitamos un Gobierno que diga alto y claro que Cuba es una dictadura”.
Micrófono en mano, Rocío Monasterio, la portavoz de Vox en la Asamblea de Madrid, declaró: “Estamos aquí por aquellos que murieron sin poder volver, como nuestros padres. Por los que hoy están sufriendo. Por los 170 detenidos y por los muertos, que son más de uno”.
Monasterio tiene una estrecha relación con la isla. Es hija de padre cubano y madre española, su familia paterna estuvo conformada por terratenientes cubanos, propietarios de una compañía azucarera que cotizaba en la bolsa neoyorquina; su emporio fue expropiado tras la revolución cubana de 1959. La política española enfatiza que “no vale con pedir que a los manifestantes en contra del régimen castrista se les permita movilizarse en Cuba”, sino que «tiene que caer el régimen porque es de asesinos y dictadores», afirma.
Mientras tanto, la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, quien en la manifestación representa al partido Ciudadanos, enfiló baterías contra el gobierno socialista de España, cercano al régimen: “Cuba es una dictadura y España tiene que liderar la voz de ese país en la Unión Europea. El continente espera lo que diga España. Merecemos un presidente y un gobierno que representen lo que pensamos todos los españoles. Si no es una democracia es porque es una dictadura, señor Sánchez. Hay que llamar a las cosas por su nombre”.
A su vez, el presidente socialista del gobierno español sigue sin fijar una posición clara ante la situación de Cuba. El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, solo defendió el “derecho fundamental de todos los ciudadanos a manifestarse libre y pacíficamente”.
El contraste lo ha marcado la presidenta de la Comunidad de Madrid, la líder del Partido Popular Isabel Martínez Ayuso, quienes expresó en las redes: “Madrid es el kilómetro cero de la libertad y la casa de los cubanos valientes que en estos días se levantan contra quienes llevan seis décadas robándoles la vida, la democracia y los derechos más básicos. Hoy más que nunca, comunismo o libertad. Estamos con vosotros”.
Desde las protestas del llamado “maleconazo”, en 1994, Cuba no vivía un estallido popular como el actual. En esa oportunidad cientos de personas fueron llevadas a juicio sumario y recibieron condenas hasta de un año de cárcel por desorden público. Se espera que en esta ocasión suceda algo similar, aunque de los cientos de detenidos recientemente, algunos ya han sido liberados sin cargo y otros quedaron con arresto domiciliario o pendientes de juicio.
Sin embargo, dicen los cubanos en Madrid, eso no cambiará nada y la lucha sigue en pie.