Harris ha hecho historia. Es la primera mujer en jurar el cargo de vicepresidenta de Estados Unidos y la primera persona negra en ese puesto. Con su juramento, su esposo Douglas Emhoff, se convirtió en el primer segundo caballero de la historia del país
Justicia racial. Uno de los temas más álgidos de la política estadounidense, que ha generado en los últimos años una profunda polarización del país, es el símbolo que define a Kamala Harris, la nueva vicepresidenta de los Estados Unidos.
Hija de madre india y padre jamaicano, a lo largo de su vida Harris ha estado inmersa en los asuntos relacionados con la justicia racial. Su formación universitaria la hizo en Howard, una de las instituciones educativas más prestigiosas del país e históricamente relacionada con el universo cultural de la población negra estadounidense.
Cuando aceptó la nominación de su partido para ser la fórmula vicepresidencial de Joe Biden durante la Convención Nacional Demócrata, su discurso estuvo marcado por frases como “no hay vacuna contra el racismo”.
En ese momento se convirtió en la primera mujer de color en ser nominada para la Vicepresidencia de los Estados Unidos. Su intervención de esa noche fue de tan solo 17 minutos, suficientes para generar una enorme empatía entre los jóvenes estadounidenses que posteriormente le dieron el voto que llevó de regreso a los demócratas a la Casa Blanca.
Esa noche contó su vida y la de sus padres inmigrantes que echaron raíces en California; de su compromiso desde muy joven con la justicia racial; de su papel como fiscal, donde defendió sus causas en favor de las sobrevivientes de las agresiones sexuales, la violencia intrafamiliar y la explotación infantil. Habló de la igualdad de trato y justicia ante la ley.
Como senadora se convirtió en una de las más fuertes críticas del expresidente Donald Trump y en su agenda se destacaban temas tan álgidos como restringir la venta de armas, reducir los precios de los medicamentos recetados y otorgar beneficios fiscales a los inquilinos devastados por la pandemia del coronavirus.
Kamala Harris no solo ocupará el cargo más alto en la política estadounidense, sino que además se convertirá en una jugadora estratégica en el Congreso, donde tendrá un papel fundamental: desempatar las votaciones en una corporación hoy dividida en partes iguales entre demócratas y republicanos.
En temas fundamentales para el éxito del presidente Biden, como la de aprobar una agenda legislativa ambiciosa encabezada por hacerle frente a la pandemia del coronavirus, el ajuste de la economía o el cambio climático, el papel de la vicepresidenta será clave: Kamala Harris tendrá la última palabra para romper cualquier empate en las votaciones de estos proyectos que, se espera, serán muy duros, en un Senado dominado en los últimos cuatro años por los republicanos.
Pero su trabajo irá mucho más allá de la senadora número 51 de los demócratas. Será una socia gobernante muy importante para el presidente Biden en los temas de justicia y equidad racial, un tema tan delicado y urgente por abordar como la misma pandemia que, hasta la fecha, ha sumado más de 22 millones de estadounidenses contagiados. El virus del racismo es uno de los grandes objetivos de Kamala Harris y el país debe derrotarlo.
“Kamala Harris no solo ocupará el cargo más alto en la política estadounidense, sino que además se convertirá en una jugadora estratégica en el Congreso”.