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Colombia alcanza un hito ambiental al proteger más del 34% de su litoral, superando la meta del 30% para 2030, según expertos

Colombia ha entendido la importancia de proteger la supervivencia de la humanidad y allí es clave proteger sus mares.

Archipiélago de Malpelo/EFE/ Armada Nacional

Por Lourdes Uquillas

Colombia es el primer país en lograr la protección del 34 % de sus costas y superar el objetivo de conservación del 30 % para 2030, de acuerdo al Marco Mundial de Biodiversidad Kunming-Montreal, explica a EFE el director general del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras de Colombia (Invemar), Francisco Arias Isaza.

El lema de Colombia es "el 30 % antes de 2030", y lo ha logrado, asegura Arias Isaza, una meta que se consiguió al finalizar la anterior administración del expresidente Iván Duque (2018-2022), cuando se llegó a la protección del 34 % con la creación de áreas marinas protegidas (AMP).

El experto explica que esta meta se logró gracias al trabajo desarrollado desde "el año 1993, cuando Colombia apenas tenía protegido el 1,2 por ciento del territorio marítimo", y el océano tenía "muchas presiones", como la exploración de gas, de petróleo, tendido de cables, la pesca indiscriminada, las actividades de desarrollo cuando no se planifican bien, el turismo, los muelles, entre otros.

El director general del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras de Colombia (Invermar), Francisco Arias Izazas, en entrevista con EFE en Atenas/EFE

El Invemar, dependiente del Sistema Nacional Ambiental y vinculado al Ministerio de Ambiente, inició en 1993 la recopilación de información e inventarió las áreas de conservación, "un trabajo que se culminó en 2000-2001", sostiene Arias Isaza, que asistió recientemente a la Conferencia Our Ocean 2024 en Atenas.

Además, en paralelo, desde Invemar hablaron con las diferentes administraciones para establecer el reconocimiento de las áreas de protección en sus diferentes categorías, incluido el sistema de agricultura en los distritos regionales de manejo integrado, que permiten usos moderados, con unos límites para las actividades de las comunidades asentadas en esos territorios.

Han ido cumpliendo las metas que se propusieron tras su participación en las diferentes COP de Biodiversidad, asegura, y recuerda especialmente "la COP7 en Kuala Lumpu, donde se fijó el 10 % de AMP, objetivo que la humanidad no cumplió, pero Colombia sí".

"Luego el objetivo se subió al 12 % para 2020, la humanidad tampoco cumplió, pero Colombia sí", sostiene, todo "gracias a que la Ciencia logró hacer el inventario, teníamos información y conocimiento que pudimos presentar a los tomadores de decisiones, a los políticos, a ministros y demás autoridades para que con confianza declararan las áreas marinas protegidas".

Según el experto oceánico, "Colombia lideró el establecimiento de esos límites ambiciosos, pero aún pequeños" y lograron "la meta del 30 % para 2030 hace dos años", unas "áreas protegidas que sumaban ya en ese momento el 34 % de las aguas jurisdiccionales y de las zonas costeras del país".

Para conseguir esos objetivos, "nos enfocamos en las áreas de aguas abiertas", explica, especialmente en los puntos de frontera marítima en el Caribe con República Dominicana, Haití, Jamaica, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá y Venezuela, para convocar a los países vecinos y aprovechar la información científica que habían recopilado, "con cruceros científicos, técnicas de investigación muy modernas, aparatos que bajan al fondo marino para recopilación de datos, determinar la conectividad de esas aguas y declarar áreas de conservación muchísimo mayores y estrategias de conservación conjuntas".

Así se logró la protección de la cordillera Beata, que corre por el centro del Caribe, un área protegida en Colombia y exactamente en términos de área con República Dominicana.

En el Pacífico igual, "llegamos a un área de frontera donde tenemos unas características oceanográficas y geológicas muy interesantes de colinas, valles y montañas submarinas que están justo en la frontera de Colombia, Panamá, Costa Rica", donde se declaró el parque de Colinas del Pacífico, con Panamá que está trabajando para tener un parque binacional igual, y con Costa Rica aprovechando esa conectividad igualmente.

Isla de Gorgona/EFE

En el Pacífico central tropical, en la parte de la frontera sur con Ecuador, "ha participado con nosotros en esas declaraciones, dándole coherencia al sistema, con el objetivo de no tener unas colchas de retazos por todo el océano, sino corredores de conservación que se alinean, por ejemplo, con la gran estrategia del corredor de conservación del Pacífico (CMAR)".

El CMAR, dice, ha ido poco a poco estructurando una alianza de cooperación que une "islas especiales" en el Pacífico, con Galápagos (Ecuador), Malpelo y Gorgona (Colombia), Cohíba (Panamá) y la isla de Cocos (Costa Rica), "verdaderos crisoles de biodiversidad" y puntos de entendimiento de los fenómenos etnográficos de la humanidad, y donde se ven los impactos de los fenómenos de El Niño y La Niña.

En esta zona es donde se produce el apareamiento, agregación o paso de especies como los tiburones, los tiburones martillo, los atunes o las ballenas. "Es un espacio maravilloso, pero también amenazado", explica, debido al tránsito de embarcaciones en dirección al canal de Panamá, por flotas pesqueras foráneas que utilizan cordeles de palangre o redes de arrastre de kilómetros de largo.

El experto colombiano subraya la necesidad de "proteger la supervivencia de la humanidad, asociada a que entendamos fenómenos naturales como los que encontramos en estas áreas, pero estamos poniéndolas en riesgo", además de tener en cuenta la componente cultural, de bienestar de las comunidades costeras que depende directamente de que esas zonas estén saludables.

Además, administrar las áreas protegidas de esa magnitud, protegerlas, monitorearlas y encontrar los recursos porque "es muy costoso trabajar en el mar, son retos, no solo por las distancias, si no también por los equipos que se utilizan para bajar a 4000-5000 metros, toda la tecnología necesaria para avanzar rápidamente en este conocimiento".

Por ello, hace un llamamiento para "tener y mantener los recursos en el tiempo", con el objetivo de la conservación de esos espacios, que tienen amenazas como la "contaminación por plásticos y las 12.000 moléculas de aditivos asociadas o la minería en fondos marinos".

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