Entre tanta información que consumimos a diario, podemos caer en el error de sobreestimular nuestra mente e incursionar en prácticas que en lugar de traer bienestar a nuestra vida, traen consigo caos y frustraciones; que según el artículo El Efecto de la frustración sobre el patrón de activación cerebral en sujetos con diferente temperamento (2016) se produce cuando un individuo continúa una acción a la expectativa de la gratificación o el objetivo deseado, pero no lo alcanza; algo que sucede detrás de la socialización de términos como la neuroplasticidad de los que nos hablan best sellers sobre hábitos.
En efecto, la neuroplasticidad es la capacidad del cerebro para reorganizarse formando nuevas vías neuronales a lo largo de la vida y en respuesta a las experiencias. (Universidad de Colorado, 2022). Si bien el cerebro suele hacer esto por sí mismo en respuesta a una lesión o enfermedad, cuando los humanos centran su atención lo suficiente, ellos mismos pueden reconfigurar lentamente estas vías; que le permite a nuestro cerebro cambiar, ser adaptable y moldeable frente a diferentes experiencias, estímulos o pensamientos.
El Internista Miguel Nuñez y su esposa endocrinóloga Catherine Scheraldi (2018) afirmaron que el proceso de neuroplasticidad provoca conexiones neuronales en respuesta a información proveniente de experiencias ambientales, de estimulación sensorial o como consecuencia del normal desarrollo. ¡Esto nos da esperanza! Pues podemos cambiar la forma en que nuestro cerebro analiza una situación, percibe una realidad, emite una emoción y/o enfrenta una problemática.
Sin embargo, no es un proceso inmediato. Para poder sacar provecho de la plasticidad de nuestro cerebro es necesario identificar que existen dos tipos de neuroplasticidad:
La dependiente de la experiencia, que equivale al proceso pasivo de reforzar los hábitos haciéndolos inconscientemente una y otra vez, sean sanos o tóxicos.
La autodirigida, que denota el proceso activo de reflexionar conscientemente sobre cómo nos hacen sentir los hábitos.
De forma que somos los únicos responsables de garantizar el desarrollo de nuestro cerebro en una dirección positiva.
¿Cómo funciona?
El departamento de UHealth de la Universidad de Utah en los Estados Unidos nos lo simplifica:
-El cambio neuroplástico se produce a nivel químico, estructural y funcional del cerebro. Estos actúan de forma conjunta.
-El cambio químico se produce en las fases iniciales del aprendizaje de algo nuevo; e influye principalmente en la memoria a corto plazo de una habilidad motora.
-El cambio estructural se produce cuando las neuronas del cerebro cambian sus conexiones, alterando su estructura; y requiere más esfuerzo y tiempo.
-El cambio funcional se produce cuando cambian redes cerebrales enteras. Al utilizar estas redes una y otra vez, se vuelven más excitables y eficaces cuando se activan.
Aunque la plasticidad de nuestro cerebro es el factor que nos permite crear adicciones también es la carta que podemos jugar para salir de adicciones o convertir patrones de comportamientos negativos en positivos; pues el cerebro está diseñado para que pueda moldearse o cambiar frente a un nuevo conocimiento, desarrollo de habilidades, sueños o metas.
Liz Guthridge Coach de Neuroplasticidad en la consultora Connect y escritora de la revista Forbes (2024) nos recomienda algunos pasos:
- Identifica tu sistema de pensamiento, las emociones y sentimientos que más frecuentas de acuerdo a reacciones o comportamientos que quieres cambiar.
- Escucha las señales que tu cuerpo envía tales como tu estado de ánimo, niveles de estrés y otras sensaciones corporales, como dolores y molestias. Al conocerlo estarás mejor equipado para controlar tu salud física y mental; y más facultado para hacer cambios neurológicos.
- Adopta una mentalidad de crecimiento que reconoce tus capacidades y tu capacidad para cambiar. Tener un estado mental positivo hacia el cambio, ayuda al cerebro a ser más receptivo a las asociaciones e interacciones emocionales positivas que fomentan la neuroplasticidad y es más probable que sigas adelante, incluso cuando te encuentras con obstáculos.
- Toma acciones intencionales que se ajusten a tus necesidades individuales, intereses, situación y cerebro. Haz actividades saludables que activen hormonas o neurotransmisores clave como la oxitocina (hormona responsable de estimular el deseo de intimidad y de conexión) la dopamina (hormona del placer) la serotonina (hormona que contribuye a producir tranquilidad); dado que cuando se combinan neurotransmisores apropiados, experimentarás experiencias emocionales positivas que influyen en el cambio de tu sistema de pensamiento.
- Empieza por lo sencillo. Si tienes una adicción de conducta (al juego, al sexo, al trabajo, al internet, a las relaciones, a las compras) o una adicción de ingesta (al alcohol, a la comida, drogas) debes saber que si es posible cambiar el estado de adicción en un estado de calma y plenitud.
- Solo debes empezar por pequeños pasos, postergando la sensación de recompensa y activando - con hábitos saludables - neurotransmisores que te ayuden a desarrollar patrones de comportamientos favorables para tu salud, en especial, tu salud mental.
¿Se ajustará tu cerebro solo porque tiene la capacidad de hacerlo? No necesariamente.
Pero con una actitud de cambio estas mejoras pueden aumentar tu flexibilidad cognitiva, ser más consciente de ti mismo, regular mejor tus emociones. Con una mayor flexibilidad cognitiva, podrás pensar de forma más creativa, mejorar en la resolución de problemas y explorar ideas más complejas. Verás situaciones desde múltiples perspectivas y con nuevos puntos de vista. Estas acciones te ayudarán a sentirte más cómodo con la incertidumbre y las interrupciones.
¿Estás dispuesto a hacer el ejercicio de manera consciente?