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El Coleccionista, arte líquido

Esta coctelería ofrece una experiencia multisensorial, inspirada en las galerías de arte y el coleccionismo de antigüedades con una original carta líquida

Fotos: Cortesía Grupo Dani García.

Por: Alejandra Meléndez, Periodista y Editora Multimedia

Revista Alternativa

@sinreservaa

Dejarse sorprender con nuevos sabores, aromas y sensaciones son algunos de los ingredientes principales en El Coleccionista. Un espacio oculto en las entrañas del restaurante Bibo de Madrid, —del reconocido chef español, Dani García—, al que se accede por las puertas de la cocina, y en el que no sólo es posible beber obras de arte sino, además, adquirir objetos de colección.

“Todo lo que puede ser imaginado es real”, dijo Picasso, y bajo esta premisa, el Grupo Dani García se inspiró para hacer realidad este lugar, en el que el arte cobra vida a través de su oferta líquida.

¿Cómo funciona? Al entrar, se descubre una colección de antigüedades exhibidas detrás de un cristal y diferentes cuadros de artistas europeos. Obras que a su vez, representan un cóctel en la carta. ¡Si la obra se vende, el cóctel desaparece!

Algunos de los objetos que se pueden adquirir son unos binoculares del Siglo XIX, usados para ver la ópera trágica «Carmen» que se recrea en Sevilla, un libro de ocultismo de 1693 o un reloj de bolsillo de 1790, entre otros.

La carta líquida está formada por 14 cócteles con alcohol, y como indican desde el Grupo, “están elaborados con técnicas procedentes de la élite de la vanguardia gastronómica a nivel mundial, aplicadas en la búsqueda del sabor”.

Para acompañar los cócteles, también ofrecen varios de los snacks del reconocido chef, bocados como sus emblemáticos brioches, entrantes como el edamame (vainas de soja) a la brasa y un par de opciones dulces.

Uno de los atractivos es que en el momento que se elige el cóctel, el cliente puede seleccionar los ingredientes y con la guía del bartender, “pintarlo” él mismo, como ocurre con “Óleo sobre lienzo”. También sobresalen en la carta el ‘JCC’, vinculado a un anillo intaglio del siglo XIX, con tequila de queso azul, un champagne rosé de higos y nueces y una fermentación de penicilium camemberti en el exterior.

O el singular ‘Perenne’, un cóctel vinculado al cuadro «Primavera Nevada», que contiene ginebra redestilada de césped recién cortado y soda casera de hojas de salvia. El resultado: sabores diferentes que evocan momentos y recuerdos, como el olor a tierra mojada. Literal.

Además de la carta, también cuenta con un repertorio disponible para sólo diez personas en el mundo. Con el nombre “El club de los 10”, se creará un cóctel a partir de botellas irrecuperables que saldrán a subasta; una vez cerrada la puja, el cliente definirá el precio de las 10 unidades disponibles, y sus iniciales se escribirán a pluma en la carta de El Coleccionista con la fecha de puja y el nombre del cóctel.

Un lugar que juega con elementos antiguos y la tecnología de la modernidad, donde se fusiona la esencia de un speakeasy, una galería de arte, un anticuario y un restaurante. Una opción si se quiere salir de lo convencional.