Por Ana Beliza Mercado
Editora de moda @anabelizam
Estuvimos en la semana de la moda en París acompañando a lo mejor del talento local, latinoamericano y global para la temporada FALL/WINTER 2020
Chanel
El desfile de la temporada otoño-invierno de la consentida de Francia, Chanel, se llevó a cabo en el Gran Palais en un escenario de ensueño. Visto desde arriba, la pasarela junto con las escaleras en las que nos encontrábamos senta- dos, daba la sensación de estar en un melting ice o hielo derritiéndose y el es- pejo utilizado en el piso, la alución del hielo que junto a nubes de neblina nos aterrizaron en la atmósfera del invierno. Un espacio para la emoción, el nervio- sismo, la tertulia, la antesala, el momento del pre, –tan valioso y poderoso–, la espera.
El mundo de Virgine Viard, –la directora creativa de Chanel tras la muerte del legendario Karl Lagerfeld– es un lugar inclusivo, en donde todas las bellezas con sus rasgos y matices son celebrados y la fraternidad de dar pasos juntas crea un eco poderoso. Una mujer consciente que son tiempos austeros para la moda, una mujer que quiere que todas las mujeres se sientan conformes con su belleza y no contenta con eso, una mujer que quiere que se disfrute el andar en compañía de más mujeres, presentes, en el aquí y el ahora y no en la percepción de afuera.
Para referirse a la colección, Viard dijo que era “un impulso muy simple y puro, romanticismo sin flores, emociones sin adornos, movimiento y aire”. Esta fue una colección en donde me encontré a mi misma en más de cinco mujeres, a medida que salía a relucir cada uno de los looks pensaba que quizás ese era con el que me sentía más identificada, pero gratamente, para mi sorpresa, me sentí identificada más de siete veces en la misma colección. Un ejercicio personal- mente complejo, pero a su vez, reconfortarte. Es liberador pensar que me puedo perder y encontrar más de siete veces y que en mi ejercicio como mujer, la aguja de Viard me permite: ser sin marcos, ser con aires, simplemente ser, sin necesidad de definir ni delinear qué tipo de mujer debería ser.
En cuanto a los looks específicos hay varios hints maravillosos de la simbología de la casa Chanel que Viard explotó de manera sutil. Las botas por ejemplo, inspiradas en las botas de siete leguas de Karl Lagerfeld y a su vez a su mística en el folclor europeo en donde quien las usa, puede caminar siete leguas, un re- corrido que parece similar al que pudo haber hecho el mismo Karl durante su vida en la tierra, como creativo. En esta colección no hubo vestidos solo “ca- saques” (o como diríamos en español) chaquetas manga larga. En cuanto a la paleta de color,-como también es simbología Chanel- primó el blanco y negro por excelencia y algunos rosados y verdes pálidos. Un suspiro sutil, suave, en donde el mensaje iba en el aire de las telas que flotaban y en el pelo de las modelos que fluía, como el viento hela- do, en época de invierno.
Distinto, bello, simbólico, halagador. Una completa poesía en movimiento para la mujer que decidió hace mucho tiempo que todas las mujeres en virtud de nuestra mente tenemos el valor de transformar, que en el valor de transformar tendremos siempre la herramienta de la estética y que con la herramienta de la estética a nuestro favor, en el ahora mundo de Viard, podremos caminar juntas inclusive sobre hielo.