La fase de grupos de la Copa Oro Femenina llegó a su fin con un desenlace inusual que generó polémica entre los equipos y aficionados. El último cupo a cuartos de final se decidió mediante un sorteo entre Costa Rica y Puerto Rico, sacudiendo el camino de Colombia y otros contendientes en el torneo.
Costa Rica y Puerto Rico, ambos pertenecientes a la Concacaf, terminaron empatados en puntos al finalizar la fase de grupos, lo que desató la necesidad de un desempate.
De acuerdo con las reglas del torneo, al no poder resolver el empate con criterios habituales como diferencia de goles, se procedió a un sorteo en el que se seleccionaría al equipo que avanzaría a la siguiente fase y al que se quedaría en la primera ronda. Esta situación generó controversia ya que ambos equipos habían cumplido con los méritos deportivos para clasificarse a cuartos de final.
El desempate se llevó a cabo minutos después del último partido de la fase de grupos, con la celebración de un sorteo en la sala de prensa del estadio Shell Energy de Houston (Texas). Una urna con dos bolas decidiría el destino de los equipos, y la primera en extraerse contenía el nombre de Costa Rica,otorgándole así el pase a cuartos de final.
Este método de desempate, poco convencional en el fútbol profesional, ha sido utilizado en contadas ocasiones en grandes competiciones internacionales. Uno de los ejemplos más recordados es el sorteo realizado en el Mundial de 1990 entre la República de Irlanda y Países Bajos, que compartieron registros idénticos en la fase de grupos.
A pesar de las críticas y la controversia, Costa Rica avanzó en el torneo, mientras que Puerto Rico quedó eliminado, destacando la necesidad de revisar y ajustar los criterios de desempate en competiciones futuras para garantizar la equidad y la transparencia en el deporte.