La participación de la Selección Colombia Sub-23 en el Preolímpico fue un auténtico desastre, cerrando el torneo con una serie de derrotas y sin haber logrado anotar un solo gol. La gestión del equipo dirigido por Héctor Cárdenas quedó marcada por la vergüenza y se consagró como la peor actuación de un equipo nacional en un campeonato clasificatorio a las Olimpiadas.
El partido de despedida, planteado más para brindar minutos a algunos jugadores que para buscar un cierre decoroso, reflejó una vez más la falta de creatividad del equipo. La inexistencia de imaginación para penetrar la defensa rival y los errores costosos en el área propia sellaron la suerte de Colombia en este torneo.
A pesar de algunos destellos individuales, como el intento de Perea que impactó en el poste, la falta de agresividad en la marca permitió a Bolivia anotar temprano en el encuentro. Briceño, aprovechando la pasividad defensiva, se anotó un doblete que sentenció el destino del equipo colombiano en el torneo.
Jugadores de los que se esperaba una muestra de calidad, pasaron por el anonimato y la displicencia, como el caso de Daniel Ruíz, Óscar Cortés, Brayan Ceballos, entre otros. El Preolímpico en Venezuela deja una estela de decepción para el técnico Cárdenas y la mayoría de los jugadores, marcando un capítulo lamentable en la historia del fútbol colombiano en este tipo de competiciones.