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Samanta Schweblin: El encanto de lo absurdo

Las escritoras latinoamericanas se abren paso en el mercado internacional con historias que abordan lo crudo, la cotidianidad y con una prosa descriptiva de alto nivel. Es el caso de Samanta Schweblin con su libro de cuentos Siete casas vacías. Por: Andrés Lugo Saiz, Filósofo

La escritora argentina Samanta Schweblin, nacida en Buenos Aires en 1978, irrumpió por primera vez en la escena literaria en el año 2001 con su obra El núcleo del disturbio. En aquella ocasión, ganó el premio del Fondo Nacional de las Artes por el anteriormente mencionado libro de cuentos. Desde entonces, la lista de laureles otorgados a la autora ha aumentado exponencialmente, forjando así una reputación internacional de renombre y estableciéndola como una de las escritoras de cuentos más prominentes de las últimas décadas.

Prueba de ello es su libro de cuentos Siete casas vacías (Editorial Páginas de Espuma), el cual fue galardonado con el Premio de Narrativa Breve Ribera del Duero en el año 2015 y, más recientemente, el año pasado, con el National Book Award, uno de los premios más prestigiosos entregados en los Estados Unidos por su versión traducida al inglés.

Siete casas vacías, como lo dice su nombre, es una obra compuesta por siete cuentos cortos que tienen como epicentro la casa. La prosa descriptiva de Schweblin y su atención por los detalles permite al lector crear una imagen fehaciente de los componentes que forjan estas casas. No obstante, Schweblin rápidamente nos recuerda que una casa no está únicamente compuesta por su estructura arquitectónica y material; ella nos muestra que la casa está también compuesta por sus habitantes y las relaciones que se desarrollan entre ellos.

Uno de los elementos a destacar en toda la obra de Schweblin es la química que logra generar en sus personajes y los diálogos prolijos que son testimonio de ella. Es en estas relaciones humanas que se dan en el hogar que el lector puede verse identificado. De esta forma, la escritora crea un ambiente familiar, una cotidianidad que, si bien cambia de lector en lector, cuenta con elementos esencialmente humanos que permiten identificarse y adentrarse en la obra.

Samanta Schweblin.

Sin embargo, la habilidad magistral de Schweblin, su factor diferenciador, es la capacidad que tiene para llevar al lector a planos que, dentro de la cotidianidad de la casa, parecen ser completamente irreales. No de una forma mágica o fantástica, el ambiente que genera en sus historias es irreal pero de una forma desconcertante.

Uno, como lector, se ve constantemente confrontado a una sensación de incomodidad, una incomodidad que nace de ver y vivir espacios cotidianos que se pueden identificar orgánicamente y así mismo verlos difuminarse y transformarse.

Esa es la genialidad de la obra, la incomodidad invade al lector, el suspenso va creciendo y que no permite despegarse de las páginas. Existe un sentimiento de absurdo que a la vez es de suspenso; uno no cree lo que está leyendo, no porqué no pueda pasar, sino porque surge la pregunta constante de a quién se le puede ocurrir esto.

De la misma forma, al no entender muy bien cómo eso que es tan cotidiano puede ser tan irreal, la necesidad de saber qué pasará en la siguiente página crece y se tiene la esperanza de que, de alguna forma, al final de la lectura se recobre un poco la familiaridad y la cordura. Sin embargo, eso no pasa, Schweblin plantea escenarios e ideas completamente factibles pero no menos absurdas y gracias a esto, su coherencia es sólida y el encanto del absurdo sólo termina con la obra.

Al terminar, el lector siente el deseo de revivir ese desacomodo ya que es en esa sensación de incomodidad generada por Schweblin y su estilo único, la que transporta al lector a la frontera que hay entre lo cotidiano y lo absurdo, donde claramente reina lo improbable. La importancia de la obra de Schweblin no radica exclusivamente en sus habilidades literarias y su composición estética, sino quizás, en su capacidad para generar reflexiones sobre cosas improbables, pero igualmente trascendentales. Son estas reflexiones que sólo se dan en el borde de lo absurdo con lo transcendental, el elemento que la mantendrá siempre vigente.

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