Con estrictas medidas de bioseguridad, el festival literario reunió durante cuatro días a pensadores, escritores y artistas que han defendido la importancia de la naturaleza y la cohesión cultural
Por Alejandra Meléndez
Periodista
@alemelendezg
A Segovia se suele ir por sus encantos turísticos como el acueducto, que es considerado el monumento más significativo de la Antigua Roma en la península ibérica, su catedral de estilo gótico o el Alcázar, un castillo medieval del siglo XII. Está a solo media hora desde Madrid en tren y es una de las ciudades más visitadas de España: el año pasado recibió más de dos millones de turistas. Aunque estos tiempos que atravesamos han puesto en jaque al turismo y a la cultura, este año el Hay Festival, el mayor evento de pensamiento internacional, levantó una vez más el telón en Segovia para celebrar “la vida y la cultura”. Una edición que se ha logrado llevar a cabo de manera presencial pero que ha contado con estrictas medidas de bioseguridad, una reducción del aforo en un tercio de su capacidad y unos asistentes que debían usar mascarilla todo el tiempo en más de los 50 eventos programados.
Fueron cuatro días, desde el 17 hasta el 20 de septiembre, en los que Segovia se llenó de cultura, con debates y conversaciones entre conocidos escritores, artistas, políticos, paisajistas y diseñadores nacionales e internacionales. La situación actual que vive el mundo por la pandemia del Covid-19, fue uno de los focos del debate así como los desafíos que supone para la humanidad. También hubo espacio para reflexionar sobre la vida, la piel, la enfermedad, la muerte, la alegría, los sueños y la memoria. Fueron más de 140 invitados entre los que estuvieron Rosa Montero, Guillermo Arriaga, Sergio del Molino, Javier Cercas, Manuel Vilas y Elvira Lindo, entre otros.
“Lo que le afecta al ser humano no es que le sucede sino lo que se cuenta de lo que le sucede”, comentó la escritora Rosa Montero recordando al filósofo Epictecto durante la conversación con Nuria Labari en la que reveló detalles de su más reciente novela La buena suerte. El libro ya es número uno en ventas en España y llegará este mes de octubre a las librerías de Colombia.
Montero, que ganó el Premio Nacional de las Letras Españolas, en 2017 y ha publicado más de una docena de novelas traducidas en 20 idiomas, compartió con los asistentes que aunque “es una novela que está escrita antes de la pandemia tiene una afinidad alucinante con la realidad”. Pablo, el protagonista, se baja en una estación de tren en un pueblo remoto, compra una casa abandonada, se confina, empieza una vida desde cero y usa con cierta manía toallitas desinfectantes, tal y cómo hacemos la mayoría de nosotros ahora para evitar el contagio del coronavirus.
“Como le sucede a Pablo, ahora nos encontramos con esa realidad y cómo de fantasioso es el mal, en el que pensamos en posibles tragedias, la posible pérdida del trabajo, la enfermedad, la muerte… y ese sobrevivir al apocalipsis es lo que estamos haciendo todos ahora”, subrayó durante la charla que tuvo lugar en La Alhóndiga. El Hay Festival fue su primer evento público después de seis meses.
La escritora también contó que en todos sus libros ha intentado “tocar lo esencial de la vida, que es bella y es triste”, y que en cada obra intenta contarlo de una manera aparentemente sencilla. Confesó que en esta novela se sintió más insegura que en sus libros anteriores “porque es una novela muy poco convencional y por sus personajes extraordinarios”. La inspiración de La buena suerte, que al principio se iba a llamar El silencio, llegó como un “huevecillo” hace tres años en un viaje en tren cuando iba a dictar una conferencia en un club de lectura, pero no fue sino hasta el pasado enero cuando la terminó. Para Montero, “las novelas son sueños que se sueñan con los ojos abiertos”, enfatiza que escribir es un arte que se aprende escribiendo y va de la mano de la madurez: de las pocas cosas buenas que tiene envejecer es que ahora noto que tengo más potencia al escribir, como carpintera, como artesana, me sale mucho mejor, añadió.
La mayoría de los eventos del Hay Festival estaban planeados en jardines y espacios al aire libre, pero la lluvia característica de la entrada del otoño, obligó a la organización a trasladar las conferencias a lugares bajo techo en los que había toma de temperatura antes de ingresar, uso obligatorio de mascarilla y distancia entre los asistentes. Uno de estos conversatorios fue el que mantuvo el escritor Sergio del Molino con la también escritora Karina Sainz Borgo,
un espacio en el que se habló sobre la piel, la enfermedad y los estigmas que muchas veces tenemos de las otras personas por su apariencia física. ¿La razón? El lanzamiento de su nuevo libro La piel, una obra que escribió basándose en su experiencia personal y en la que reflexiona acerca de la psoriasis —enfermedad que padece—. Es un libro lleno de paradojas y dirigido a una tercera persona que no es el lector, sino a su hijo de ocho años.
“La piel es algo que me ha ido acompañando a través de la enfermedad en forma de autoconciencia durante muchísimo tiempo. La piel nos permite darnos cuenta de muchas cuestiones que tienen que ver con nuestra identidad, nuestra relación con los demás, con la sociedad, con la misma esencia del ser, y puedes llevar narrativa y filosóficamente la reflexión a donde quieras, a partir de la piel como un elemento físico, no como una metáfora sino como mi propia piel y de la piel de otra gente”, comentó el autor durante la charla.
Desaparece el muro
Al caminar por la Plaza Mayor de Segovia se podía apreciar un muro gigantesco lleno de bloques de madera con citas literarias grabadas. La cultura traspasa fronteras y la política las derriba y las reconstruye, así quiso poner de manifiesto la instalación “Desaparece el Muro”, que gracias al Goethe Institut, se instaló en el corazón de la ciudad para conmemorar la Presidencia alemana en la Unión Europea. La obra artística compuesta por 6.000 bloques de madera invita a los transeúntes a formar parte de esta diversidad.
A medida que los bloques de las citas desaparezcan gradualmente, también desaparecerá el muro, lo que demostrará simbólicamente que los muros que construimos, que separan a las comunidades, los pueblos y a las personas, también pueden desaparecer si trabajamos juntos. Al mismo tiempo que en España, la instalación también se exhibirá en Alemania, Bélgica, Chipre, Gran Bretaña/Irlanda del Norte, Grecia, Italia, Lituania, Países Bajos y Polonia.
La 15ª versión del Hay Festival de Segovia fue sin duda un oasis cultural en medio de la segunda ola de la pandemia. Un respiro para uno de los sectores más castigados por el coronavirus. “Hemos decidido seguir enamorados de la palabra, de la reflexión, del diálogo, de la cultura. Cerramos en 2020 una edición del Hay Festival de Segovia, única en todos los sentidos. Mientras las puertas del mundo se cerraban, nosotros hemos luchado por abrir, desde Segovia, una gran ventana a la esperanza. Siempre alrededor de la palabra. Porque creemos que la palabra, como dice Gabriel Celaya de la poesía, es un arma cargada de futuro”, comentó la directora del festival Sheila Cremaschi.