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Literatura

Han Kang: entre la violencia y la dignidad

A diferencia de muchos galardonados que suscitan indiferencia a pesar del premio, la flamante Nobel de Literatura 2024, la surcoreana Han Kang, puede ser uno de los descubrimientos más deslumbrantes de la academia sueca en los últimos años

Han Kang, Premio Nobel de Literatura / Foto: Paik Dahuim

Al menos por La vegetariana, que —junto a La clase de griego— ya anda circulando en las librerías del país, puede que la surcoreana Han Kang, reciente premio Nobel de Literatura, se convierta en un fenómeno editorial. En tres novelas cortas que en realidad forman una sola, Kang desarrolla con extraordinaria destreza la historia de una mujer que quiere volverse árbol.

El tema remite, casi por inercia, al comienzo de La transformación, de Franz Kafka. Solo que ni así comienza La vegetariana ni esta mujer amanece de pronto convertida en planta. La de Yeong-hye (como se llama la protagonista) es (a diferencia de la novela de Kafka, cuyo título fue tan mal traducido al español) una verdadera metamorfosis.

La inspiración fue un verso del poeta coreano Yi Sang: “Creo que los humanos deberían ser plantas”, que le rondó a Kang en la cabeza desde que estudiaba en la facultad de Letras de la Universidad Yonsei, en Seúl. El tema lo convirtió —en 1997— en un cuento, El fruto de mi mujer, en el que una mujer se transforma literalmente en planta. “Varios años después, retoqué esta imagen en La vegetariana de una manera más oscura y feroz”, le contó a la revista Literary Hub en 2016, año en que la novela —publicada en 2007— fue traducida al inglés.

Ahora que Kang ha ganado el Nobel, ha corrido en las redes sociales el prejuicio de que se trata de un premio político, más que literario, porque es una obra contra el patriarcado, pero ella había advertido mucho antes que no es así. “Quería abordar mis preguntas de larga data sobre la posibilidad/imposibilidad de la inocencia en este mundo, que está mezclado con tanta violencia y belleza. Eran preguntas universales que me ocupaban mientras escribía”, aclaró en Literary Hub. Y remató: “Quería abordar el proceso por el cual un ser humano se desmorona y se derrumba debido a la fisura que surge en su interior”. Valdría la pena agregar que ese desmoronamiento es también su fatalidad.

Lo fascinante de La vegetariana son la gran variedad de preguntas que genera a partir de esa negación a comer carne y de las voces que la narran. Evidentemente, hay una referencia inevitable al patriarcado, pero también a la forma de ser mujer. “El gesto de rechazo (a comer) también encierra en sí mismo un intento de recuperar —de forma limitada y con gran dificultad— la dignidad mediante una acción autodestructiva”, le dijo Kang a The White Review.

La nueva Nobel comenzó a publicar poemas en 1993. De acuerdo con The Guardian, en busca en el budismo respuestas a sus inquietudes humanas, lo abandonó cuando comenzó a sufrir una serie de dolencias en las articulaciones de las manos que le impidieron usar los dedos. Para escribir, debía teclear con la punta de un esfero. “La mayoría de la gente recurre a la religión cuando está enfermo, pero a mí me pasó lo contrario”, cita The Guardian.

Nacida en Gwangju en 1970, Kang también fue periodista. Y esa experiencia le sirvió para componer la novela Actos humanos, publicada en 2014, sobre las revueltas democráticas ocurridas en Gwangju entre el 18 y el 27 de mayo de 1980, y que fueron reprimidas salvajemente por las fuerzas del Estado. Kang y su familia se habían marchado a Seúl apenas cuatro meses antes de los acontecimientos, lo que después le vino a generar una especie de “culpa de supervivencia”. Al año siguiente, con 12 años de edad, Kang descubrió en los archivos de su padre las fotografías de esa atrocidad y quedó conmocionada. A su edad, no podía colegir que se trataba de un acto radical del Estado. En ese momento solo pudo preguntarse cómo los hombres podían hacer algo así.

Actos humanos recrea la tragedia con la intención no solo de mostrar el horror, sino también los grandes momentos de humanidad. “Se me presentaron dos enigmas irresolubles —el de la violencia humana y el de la dignidad humana—, estampados en mi corazón como un sello. Actos humanos es un registro de mi torpe búsqueda de esos dos enigmas”.

Con motivo del Nobel, Random House publicará en diciembre su más reciente obra, Imposible decir adiós, galardonada con el Médicis Étranger, descrita por la casa editora como “un himno a la amistad y un canto a la imaginación, pero sobre todo una poderosa denuncia contra el olvido”, el de una de las peores masacres de la historia de Corea, un tema al que Kang vuelve a meterle mano con la misma intención con la que ha abordado toda su obra: el intento por abarcar la condición humana en su más amplia extensión, tal cómo lo hizo en Actos humanos, que “comenzó con la agonía por la violencia humana”, pero también abarcó “la dignidad humana, ese lugar luminoso donde florecen las flores”.